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Esta es la historia de una leyenda del fútbol, un jugador como ningún otro: Carlos Henrique Raposo, alias Kaiser. En los 80 y 90, su nombre figuró en varios de los equipos más importantes de Brasil como el Botafogo, Flamengo y Vasco da Gama. También se escuchó de él a nivel internacional, en Francia, Argentina y México. Pero hay un pequeño detalle: Kaiser nunca jugó un partido.
Este episodio originalmente se publicó en Radio Ambulante, un podcast de Radio Ambulante Estadios y NPR.
You can find an English translation of the original episode on Radio Ambulante’s website.
Créditos:
-
Producción
Lisette Arévalo -
Edición
Camila Segura, Nicolás Alonso, Luis Fernando Vargas y Daniel Alarcón -
Verificación de datos
Desirée Yépez -
Traducción
Sabrina Duque -
Diseño de sonido
Andrés Azpiri y Rémy Lozano -
Música
Rémy Lozano -
Ilustración
Eduardo Cruz
Etiquetas:
Transcripciones:
Transcripción:
[Silvia Viñas]: ¡Hola! Mientras estamos fuera estas tres semanas, queremos hacer lo mismo que hicimos el año pasado: compartir episodios de nuestro podcast hermano Radio Ambulante.
Es probable que ya lo conozcas. Es el podcast narrativo en español pionero en la región. Si no lo conoces… bueno, si te gusta El hilo, estoy segura de que te va a gustar Radio Ambulante. Como nosotros, cuentan historias que te ayudan a entender la región de una manera más profunda.
Y como acaba de terminar el mundial, pensamos que este viernes es el momento perfecto para compartir este episodio sobre una leyenda del fútbol, un jugador como ningún otro… que nunca jugó un partido.
Espero que lo disfrutes.
[Daniel Alarcón]: Esto es Radio Ambulante desde NPR, soy Daniel Alarcón y estoy aquí con nuestra productora Lisette Arévalo. Hola Lisette.
[Lisette]: Hola Daniel.
[Daniel]: Eh, Lisette, ¿cuánto sabes y cuánto te gusta el fútbol?
[Lisette]: Bueno, tengo que ser muy, muy sincera y no me gusta el fútbol para nada (risa) y por lo tanto no sé nada sobre el fútbol. Sé lo básico que es como tarjeta amarilla y tarjeta roja si haces algo muy, muy malo. (risas)
[Daniel]: (Risas)
[Lisette]: Pero ahí termina todo mi súper conocimiento sobre este deporte tan importante para nuestra región.
[Daniel]: Ya, ok, entonces eso yo sé de ti porque trabajamos juntos hace muchos años entonces, me sorprendió mucho que en el tablero, que es como el registro interno de las historias que vienen en Radio Ambulante, vi tu nombre al lado de una historia de fútbol. Entonces me imagino que debe haber una razón muy particular por la cual me estás trayendo una historia de fútbol cuando no te gusta ese deporte para nada.
[Lisette]: Sí, Daniel, y yo sé que a ti te gusta muchísimo el fútbol y eres muy fanático y lo comentas con el resto del equipo. Pero estoy segura que nunca has escuchado una historia como la que yo te voy a contar porque trata sobre un futbolista que —de lo que entiendo y lo que sé del fútbol— tiene una de las trayectorias más impresionantes de Brasil.
[Daniel]: A ver, a ver, a ver. Y ya. Ok, cuéntame dónde comienza su… su historia.
[Lisette]: A ver. Para empezar, estuvo en el Flamengo, que es un equipo de Río de Janeiro y es uno de los más antiguos y grandes de Brasil.
[Daniel]: Según te han contado…
[Lisette]: Según me ha contado y he investigado, también he hecho mi labor periodística (risas).
[Daniel]: Listo. Sí, el Flamengo lo conozco. Campeón de Copa Libertadores varias veces y llegó a estar en el Mundial de Clubes hace poco.
[Lisette]: Muy, muy prestigioso. Cualquier jugador de fútbol en Brasil quisiera pasar por este equipo. Eh… y bueno, también pasó por otro que es del Vasco da Gama. Y no estuvo ahí en cualquier año, sino estuvo ahí en el 89, cuando fueron campeones de la temporada.
[Daniel]: Perfecto. O sea, claro, coleccionó títulos este señor ya…
[Lisette]: Exacto, pasó por los equipos más importantes de Río y de Brasil. Pero no solo se quedó ahí, como seguramente tú sabes y yo recientemente me enteré…
[Daniel]: (Risas)
[Lisette]: Brasil exporta muchos jugadores de fútbol al exterior, en especial a Europa. Y este jugador del que te quiero contar no es la excepción. Él formó parte de equipos como el Independiente de Argentina, el Puebla de México y hasta llegó a jugar a Francia.
[Daniel]: Ya, o sea, cumplió el sueño de cualquier joven futbolista latinoamericano de jugar en Europa.
[Lisette]: Exactamente.
[Daniel]: Ya. Entonces ya… A ver, yo seguramente he escuchado hablar de este jugador, ¿cómo se llama?
[Lisette]: Bueno, su nombre es Carlos Henrique Raposo, pero todo el mundo lo conoce como Carlos Kaiser.
[Daniel]: Todo el mundo, o sea nadie, porque (risas) ese nombre no me suena en absoluto.
[Lisette]: Eh… Bueno, es que Daniel en realidad Carlos o bueno, Kaiser, en todo ese tiempo que estuvo en estos equipos, en los veinte años de su carrera, realmente nunca tocó un balón de fútbol.
[Daniel]: 20 años de carrera y no tocó un…. Ok. ¿Pero cómo es que jugó en todos estos equipos sin tocar un balón?
[Lisette]: Bueno, es que lo que pasa es que Kaiser siempre tuvo la habilidad de convencer a todo el mundo de que era alguien que no era y más allá de ser una historia sobre fútbol, esta historia es sobre un hombre con mucha pero muchísima carisma, don de la palabra y toda la pinta de un gran jugador de fútbol.
[Daniel]: Ok, bueno Lisette, soy todo oídos y te paso el micrófono.
[Lisette]: Ok, aquí vamos. Pero antes, una pequeña pausa.
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[Lisette]: Estamos de vuelta soy Lisette Arévalo.
La historia de Carlos Kaiser no es de esas que se pueden verificar por completo. Pero eso no hace que sea menos real. Así que empecemos por decir algo clave: Kaiser siempre ha sabido cómo salirse con la suya. Y por eso se define a sí mismo como un malandro.
[Kaiser]: A malandragem é um jeito de você se defender do, das agruras, das dificuldades que o mundo te apresenta.
[Lisette]: Malandragem, es decir el acto de ser un “malandro”, que Kaiser lo describe como una acción necesaria para defenderse de las dificultades del mundo. Aunque en español malandro significa delincuente, en Brasil es diferente. Es un término bastante utilizado para referirse a los chicos pícaros de ciudades grandes como Río de Janeiro, donde Kaiser creció en los años 70. Chicos que, como él, con el ingenio, la sutileza y el engaño, saben cómo sortear cualquier dificultad y les gusta llevar la ventaja en toda situación.
Y bueno, en realidad este concepto no les debe parecer muy ajeno: es la idea de que el pícaro, el astuto, vive del bobo, del lento. Algo tan común, desafortunadamente, en nuestra región.
Kaiser, por ejemplo, buscaba la forma de hacer dinero o arreglárselas si no lo tenía: a veces cortaba flores de los jardines de un cementerio para venderlas en la entrada o se metía al cine sin pagar el boleto.
[Kaiser]: Dizem que os gatos têm sete vidas. Eu só tenho uma, entendeu? Então eu tinha que ter um raciocínio rápido pra, pra me livrar…
[Lisette]: Él lo pone en términos de supervivencia. Porque a diferencia de los gatos, que se dice que tienen 7 vidas, él solo tiene una. Por lo que para él, necesita tener un razonamiento rápido para sortear los percances de la vida. Si no, según él, estaría muerto.
Como una vez, cuando tenía 12, y casi le pasa lo que para él era lo peor: se iba a quedar sin Navidad. Su mamá le dijo que si reprobaba en la escuela, no le daría regalos ni podría participar en la cena. Carlos ya sabía que le había ido mal en los exámenes. Así que el día que tenía que ir a recoger sus notas, se le ocurrió una idea. Decidió parar en un teléfono público que estaba muy cerca de su escuela.
[Kaiser]: Liguei para a polícia 190 e falei que tinha uma bomba no colégio.
[Lisette]: Llamó a la policía y dijo que había una bomba en el colegio. Cuando llegó y vio que todos estaban siendo evacuados del lugar, fingió sorpresa. Y cuando le contó a su mamá lo que pasó y que no podría entregarle las notas, a ella no le quedó más opción que aceptarlo.
[Kaiser]: Quando ela soube que eu já tinha sido reprovado já as festas já tinham passado já.
[Lisette]: Carlos ya se había comido la cena navideña y había recibido sus regalos para el momento en que las notas llegaron a su casa.
Con tan solo 10, 12 años, Carlos dice que ser un malandro… un pícaro… tenía que ver con el barrio en el que creció.
[Kaiser]: Eu morava num bairro pobre da Zona Sul do Rio de Janeiro chamado Botafogo. De muitas casas né? E cercado por morros, por favela né?
[Lisette]: Era una zona residencial, con pocos comercios, dice. Rodeado de cerros y favelas. El Botafogo que él describe es un lugar pobre, el típico barrio hostil de donde han salido muchos cracks de fútbol brasileños. Aunque, para ser precisos, este barrio no es así de pobre como dice Kaiser. Históricamente ha sido uno de los más pudientes de la ciudad, donde se asentaron los nobles en la época de la colonia. Y aunque con el tiempo se fue poblando cada vez más, con trabajadores de fábrica, artesanos, soldados y comerciantes, los más ricos siguieron viviendo en el barrio. Incluso ahí está uno de los colegios más caros y es uno de los lugares más turísticos de la ciudad.
Sea como sea, según Carlos, él estaba lejos de tener la vida de un noble. Recuerda ver mucha violencia, y la presencia de los carteles de drogas que buscaban a sus amigos para ofrecerles trabajo. Y dice que muchos de ellos aceptaban porque necesitaban ganarse unos reales para sostener a sus familias. No resulta difícil de creer porque hay estudios que indican que en los 70, la época en la que creció Kaiser, un 60 por ciento de la población del país era pobre. Así que para muchos no había otra alternativa.
Pero Kaiser sí la tenía: el fútbol.
[Kaiser]: Eu acho que dizer que eu jogava não é prepotência, sou um cara muito verdadeiro. Eu nunca joguei futebol. Eu sempre fui um craque de futebol.
[Lisette]: Voy a traducirlo literalmente porque me parece importante. Kaiser dice: “Creo que decir que yo jugaba no es prepotencia. Soy un tipo muy real. Nunca he jugado al fútbol. Siempre he sido un crack del fútbol”.
Un crack… Ya saben, de esos jugadores extraordinarios que se destacan por sus movimientos, técnica, y dominio del balón. En esa época se la pasaba jugando con sus amigos en las canchas del Aterro do Flamengo, un parque con varios jardines entre el centro y el sur de Río de Janeiro. Y según él, lo veían en su barrio como el muchacho que más posibilidades tenía para convertirse en un profesional.
[Kaiser]: Me comparavam com Beckenbauer.
[Lisette]: Con Beckenbauer. Franz Beckenbauer. El mítico defensa alemán, dos veces balón de oro, campeón del mundo en el 74, tres veces campeón de Europa con su club, el Bayern Munich. Etc. Etc. Uno de esos jugadores que se lo conoce por su apodo. Es que jugaba con un estilo muy elegante, como todo un emperador o en alemán, un “kaiser”.
Entonces imaginémoslo así: era comienzos de los 70, Carlos, un niño crack, ídolo de su barrio, siendo comparado con el mejor defensa de la historia del fútbol. Pero como la gente no conseguía pronunciar “Beckenbauer”…
[Kaiser]: E descobriram que o apelido dele era Kaiser, e botaram meu apelido de Kaiser.
[Lisette]: Cuando se enteraron de que el apodo del jugador alemán era Kaiser, decidieron llamar a Carlos así. Más simple. Igual de contundente.
El momento es importante también. Era la época de oro del fútbol brasileño. Pelé era el mejor del mundo, sin discusión, pero no era el único ídolo nacional: Carlos Alberto Torres. Tostao. Rivelino. Grandes jugadores, admirados a nivel mundial. Y Jairzinho, el ídolo de Kaiser, había metido goles en todos los partidos del mundial de 1970.
En ese mundial la selección brasileña deslumbró a todos con un estilo de juego único. Kaiser tenía 7 años, vio todo por televisión y, como tantos niños de su generación, soñó con convertirse en uno de esos jugadores superestrellas.
Por eso él y sus amigos se pasaban las tardes jugando a lo que en mi país, Ecuador, se dice una pachanguita, en Chile una pichanga, y en Brasil pelada… Es decir, partidos informales en las calles o en lotes vacíos. Si alguno había logrado reunir dinero para comprar un balón, utilizaban ese. Pero si no, se las ingeniaban igual, usando pelotas hechas de papel o medias viejas.
Estaba en esas con sus amigos un domingo de diciembre de 1973… Kaiser tenía 10 años, y jugaba una pelada en la calle Real Grandeza, cuando aparecieron dos dirigentes de un club local… Y no cualquier club… El Botafogo, uno de los más importantes del país, el que le dio a la selección nacional sus jugadores estrella en los mundiales del 58 y el 62. Kaiser jugaba de mediocampista y los dirigentes del Botafogo se quedaron muy sorprendidos con su técnica.
[Kaiser]: E os dirigentes do Botafogo me viram. Coincidentemente perguntaram pro meu pai quem era eu…
[Lisette]: Dice que coincidentemente los dirigentes del Botafogo le preguntaron al padre de Kaiser quién era el niño de cabello largo y despeinado. Cuando él les respondió que era su hijo, los dirigentes le pidieron que lo llevara a las 7 de la mañana del siguiente día a su Club. Querían hacerle una prueba de entrenamiento. Su papá aceptó y aunque Kaiser ni siquiera tenía zapatos apropiados para jugar, se presentaron. Cuando llegó, le pidieron que mostrara su desempeño en la cancha.
[Kaiser]: Com 15 minutos de treino mandaram eu sair e eu fui falar com meu pai…
[Lisette]: Después de tan solo 15 minutos le pidieron que se saliera de la cancha. Kaiser no entendía lo que estaba pasando, así que se acercó a hablar con su papá. Sentía que lo habían llamado para hacerle pasar vergüenza. En ese momento los dirigentes se acercaron y le pidieron a Kaiser que se apartara porque querían hablar solo con su papá. Pero él no era de los que esperaban sentados para conocer su suerte y se quedó lo suficientemente cerca para escuchar lo que decían.
[Kaiser]: Se o senhor puder hoje ainda, o senhor traz a documentação do seu filho porque ele vai ser registrado como jogador do Botafogo.
[Lisette]: Querían que su padre llevara sus documentos porque sería inscrito como jugador del Botafogo.
[Kaiser]: Foi um dos dias mais felizes da minha vida.
[Lisette]: No sé si se entiende, ese sonido al final de la frase… Es que de solo recordar ese día hablando conmigo se quebró. Dice que fue uno de los días más felices de su vida. No era para menos. Él y su papá eran hinchas del Botafogo, así que usar la camiseta de rayas blancas y negras era todo un honor, un sueño.
[Kaiser]: Foi assim que tudo começou.
[Lisette]: Y no solo se refiere a su carrera en el Botafogo. Sino al inicio de lo que sería el mito de Carlos Kaiser. Y como todo mito, es difícil saber dónde empieza la mentira y dónde termina la verdad. De hecho, hasta para él es casi imposible recordar con claridad las fechas o datos exactos sobre su historia. Cuando hablamos, me lo aclaró más de una vez.
Pero algo que no olvida es el nombre de todos los equipos por los que pasó. Lo resume sin problema.
[Kaiser]: Vasco, Flamengo, Fluminense, Bangu, América, Independiente da Argentina, El Paso, no Texas, Louletano em Portugal, Puebla no México. Ajaccio na ilha da Córsega da França, entendeu?
[Lisette]: Pero empecemos con el Botafogo, el primero en el que estuvo a sus 10 años, en la categoría juvenil. Según él, desde que empezó a usar la camiseta del equipo, todo en su vida cambió.
[Kaiser]: Eu em vez de ter dez amigos eu passei a ter 100 amigos. Passei a não pagar no supermercado, eu passei para não pagar para entrar no cinema.
[Lisette]: Pasó de tener 10 amigos a tener 100, ahora lo dejaban pasar al cine gratis, sin tener que esconderse… Salía del supermercado sin pagar, solo que no se robaba la comida, sino que se la regalaban. Era una superestrella y su escenario era el barrio de Botafogo. Su madre no tardó en darse cuenta de que su hijo era una oportunidad monetaria para su familia. Pero sobre todo para ella, porque Kaiser cuenta que era alcohólica y muy agresiva. Entonces, según él, en cuanto tuvo oportunidad, su madre firmó la representación de la carrera futbolística de su hijo.
[Kaiser]: Vendeu meu passe por um a uma pessoa muito ignorante, desconhecedora das leis…
[Lisette]: Pero como ella era ignorante, dice Kaiser, y no conocía de leyes, firmó un documento que lo amarraba a ese empresario por años. Si quería romper el contrato, tendría que pagar millones de dólares. Y aunque en ese momento Kaiser no lo sabía, según él, su mamá y el empresario se llevaban la mayor parte del dinero que le pagaban por jugar en el Botafogo. El resto lo utilizaban para sustentar a la familia. Pero claro, tampoco es que Kaiser estuviera muy pendiente de ello a tan corta edad.
Mencioné hace unos momentos que contar la historia de Kaiser no es siempre tan simple. En una de nuestras entrevistas, se devolvió a un momento a los inicios de su adolescencia, que fue, para él, quizá la primera gran mentira de su vida, la que sería fundacional en el mito de Kaiser.
Cuando tenía 13 años más o menos, confirmó una sospecha que tenía desde niño: sus padres no eran sus padres biológicos.
Un primo le contó que su madre biológica era ama de llaves en la casa de un político muy importante en Porto Alegre, la ciudad más grande del estado brasileño de Río Grande del Sur. El político la dejó embarazada y cuando ella se lo contó, él le dio dinero para que desapareciera y criara al bebé. Carlos nació en julio de 1963 en un barrio llamado Moinhos de Vento.
No es claro por qué, pero su primo le contó que cuando Carlos tenía 7 días de nacido, su madre fue a un hotel en Porto Alegre. Ahí conoció a una señora que estaba visitando a su familia en la ciudad y se hicieron amigas. Ella le pidió a la señora que cuidara a su hijo unos días mientras arreglaba su vida. Pero cuando regresó por él, la señora le dijo que el bebé había muerto. Era una mentira, claro, porque quería quedarse con él.
[Kaiser]: Infelizmente eu fui roubado de minha mãe verdadeira e fui trazido para o Rio de Janeiro pela minha mãe adotiva.
[Lisette]: Así, dice Kaiser, fue que lo robaron de su madre biológica y su madre adoptiva lo llevó a más de 1,500 kilómetros de distancia, a Río de Janeiro. Su vida —como la conocía— había iniciado con un engaño.
O bueno, al menos esa es una de sus versiones de lo que pasó. En un libro escrito por el periodista Rob Smyth, Kaiser le dijo que su madre biológica lo abandonó con esa señora. Que le había dicho que regresaría por él pero nunca lo hizo. Y como la señora que lo estaba cuidando estaba desesperada por tener un hijo, lo tomó como una señal. En lugar de llevarlo a la policía se lo llevó a Río para criarlo como suyo.
Y es que eso es algo que tienen que saber: con Kaiser siempre hay dos o más versiones de una misma historia. Como el origen de su apodo, por ejemplo. Porque según contó un amigo suyo en una entrevista para un documental del 2018, llamado Kaiser: The Greatest Footballer Never to Play Football, su sobrenombre era mucho más brasileño que alemán.
(SOUNDBITE ARCHIVO)
[Publicidad]: A Kaiser uma grande cerveja, a Kaiser uma grande cerveja. Kaiser, uma grande cerveja. A cerveja dos momentos felizes.
[Lisette]: Kaiser, una popular cerveza que comenzó a venderse en Brasil en los años 80. Su amigo cuenta que como Carlos era gordito y tenía forma de botella, lo apodaron así.
Pero ya sea Kaiser el emperador o Kaiser la cerveza, con él es imposible saber cuál de esos dos relatos es el verdadero.
Poco después de enterarse que era adoptado, Kaiser dice que quedó huérfano. Su mamá era alcohólica y murió de cirrosis, y a su papá le dio un infarto. Durante un tiempo vivió en la sede del Botafogo. Cuando no estaba ahí, vivía con dos tías que trabajaban como empleadas domésticas. Vivían con lo justo, por lo que empezó a trabajar para ayudarlas.
Su vida cada vez se parecía más al guión de una película de un chico pobre que, a pesar de todo, logra convertirse en un gran jugador de fútbol.
A los 15 años, cuenta que lo sacaron del Botafogo porque ofendió al entonces presidente del club, Charles Borer. Pero al día siguiente, entró a formar parte de los juveniles de un club rival, el Flamengo. Y aquí también hay dos versiones de cómo terminó ahí. Una involucra al empresario con el que su mamá había firmado el contrato: se supone que fue él quien lo llevó.
La otra versión que le dio al periodista Rob Smyth, es que Kaiser iba a la misma escuela que los hijos de Dida, el entrenador de los juveniles del Flamengo. Y que fue a través de ese contacto que terminó jugando ahí. Sea cual sea la realidad, Kaiser no estuvo mucho tiempo en ese equipo.
Un lunes, mientras entrenaba en las canchas del Flamengo, unos dirigentes del Puebla de México llegaron al club. Estaban ahí para ver a Beijoca, uno de los grandes ídolos del fútbol brasileño. Querían reclutarlo. Pero cuando terminó el entrenamiento, alguien más había llamado su atención.
[Kaiser]: Mas eles falaram que não queriam Beijoca que queriam aquele garoto que havia jogado…
[Lisette]: Dice que él había entrenado muy bien y que ni siquiera sabía que los dirigentes mexicanos lo estaban mirando. De todas formas, los deslumbró: lo eligieron a él sobre Beijoca y firmaron su primer contrato profesional. Kaiser tenía tan solo 16 años.
Tratamos de contactar al Puebla para verificar esto, pero no tuvimos respuesta. Pero según Kaiser, en México había grandes expectativas. Especialmente por su parecido con Muricy, un ex jugador de Sao Paulo que fue muy famoso en Puebla. Los dos tenían el pelo largo, oscuro y la piel blanca.
[Kaiser]: Quando eu cheguei no México achavam que eu ia ser o novo Muricy, entendeu? Eu não queria nada disso para mim e eu nunca quis nada disso.
[Lisette]: Decían que él sería el nuevo Muricy. Pero él no quería nada de eso, dice. Y es que para entonces, se había desencantado del fútbol porque fue ahí que se enteró que su mamá y el empresario supuestamente se habían quedado con el 80% de lo que había ganado en el Botafogo.
Y esto sería clave para la transformación de Kaiser en un jugador con mucha promesa a una promesa que nunca jugaría. Si a él lo habían engañado desde su entrada al fútbol profesional, ahora él se dedicaría a engañarlos a todos.
[Kaiser]: E eu fazia de tudo para não jogar porque eu deixava bem claro a los dirigentes.
[Lisette]: Hacía todo para no jugar.
[Kaiser]: Eu fiz de tudo, eu fazia de tudo pra me esconder no jogo, fingia contusões, provocava juízes…
[Lisette]: Se escondía del juego, fingía contusiones, provocaba a los jueces y a los árbitros… Lo primero que le dijo a su entrenador cuando llegó a Puebla es que le dolía la pierna y que tenía que reposar durante los primeros días. Según Kaiser, el entrenador ni siquiera lo cuestionó.
Cuando pasaron los días el director técnico asumió que Kaiser estaba mejor y le pidió que entrenara. Rápidamente Kaiser pensó en una salida. Entró a la cancha y después de correr unos metros, se lanzó al piso y fingió una lesión. El equipo médico lo sacó de ahí mientras Kaiser apretaba los dientes fingiendo un dolor intenso. Los médicos le hacían rehabilitación, le daban medicina, antiinflamatorios, de todo. Pero nada parecía funcionar: Kaiser no se curaba y nunca más jugó.
Después de 8 meses de no ver ningún cambio en su salud, los dirigentes consideraron que era mejor que regresara a Río para recuperarse. No puso resistencia y volvió con sus tías. Así, Kaiser no dejó rastro de alguna jugada maestra o de un gol. Lo que sí dejó en su paso por México fueron varios amoríos con mujeres y un hijo que tuvo con una de ellas. Pero Kaiser no se hizo cargo de él. En el libro de Rob Smyth dice que con 17 años no estaba listo para ser el padre de nadie.
Ya de regreso en Río de Janeiro, Kaiser comenzó a moverse para seguir en el mundo del fútbol. Según cuenta, el Puebla no canceló su contrato sino que optó por prestarlo a diferentes equipos en Brasil, como el América do Rio. Aunque también se dice que él nunca fue contratado por este equipo oficialmente, sino que asistía a los entrenamientos porque acompañaba a un amigo suyo que sí era jugador de ese club.
Así pasaba Kaiser sus tardes, con 17 o 18 años, sentado en la banca, contándoles historias a los jugadores sobre su paso por el Puebla. Pero sobre todo, se la pasaba hablando con las mujeres que iban a ver a los jugadores entrenar.
Este es un tema recurrente con Kaiser. Uno comienza hablando de fútbol y él termina hablando sobre mujeres, sin que se le pregunte. Por ejemplo, me quiso aclarar —más de una vez— que nunca ha tenido vicios como drogas o alcohol. Pero sí uno.
[Kaiser]: Meu vício sempre foi mulher, eu saia com três mulheres por dia desde os 15 anos.
[Lisette]: Desde los 15 años salía con unas tres mujeres al día. También me contó —otra vez sin que yo le preguntara— que tuvo su primera relación sexual a los 14, aunque después encontré que al periodista Rob Smyth le dijo que estaba a punto de cumplir los 12. En fin, trajo a colación el tema varias veces.
Y así fue siempre. Conquistando mujeres aquí y allá… Y de esas relaciones tuvo otro hijo en Río con una modelo, cuando tenía 22. Pero Kaiser tampoco fue un papá presente ni ejemplar con él.
Les cuento esto porque mucho de lo que haría Kaiser con su vida tiene que ver, en parte, con las mujeres. Sus jugadas para mantenerse en el mundo del fútbol nunca se trataron sobre el deporte, sino de lo que podía conseguir formando parte de él. O bueno, pretendiendo ser parte de él.
Aunque claro, se le hubiera hecho imposible interpretar el papel de crack de fútbol sin un elenco que lo respaldara. Así que con sus amigos del América do Rio iba a los partidos de footvolley —una mezcla de volley y fútbol— en la playa de Copacabana. Era ahí donde los mejores jugadores de fútbol iban a demostrar sus habilidades y pasar tiempo con sus amigos.
Fue ahí que Kaiser, a sus 20 años, recibió el mejor pase de su vida: le presentaron al jugador Renato Portaluppi, mejor conocido como Renato Gaúcho por ser de Porto Alegre, la tierra de los gauchos, los vaqueros. En ese tiempo, era nada menos que uno de los mejores atacantes del fútbol brasileño. Era muy cotizado. Y no solo por su técnica en la cancha, sino por su físico: las mujeres morían por él.
(SOUNDBITE ARCHIVO)
[Presentador]: O crack de 87, o meu amigo, Renato Portaluppi… Renatoooo
[Mujeres]: Aaaaah
[Lisette]: Y Renato feliz. También era un mujeriego. Claramente Kaiser y él tenían ese interés en común. Así que cuando se conocieron en 1983, en la playa de Copacabana, se hicieron amigos enseguida.
[Kaiser]: E a partir daquele momento foi uma amizade que se eternizou.
[Lisette]: Más que amigos, se hicieron hermanos. Iban a todas partes juntos: fiestas, reuniones, juegos de footvolley, entrenamientos. Fue ahí que Kaiser experimentó cómo era la vida de un futbolista famoso en plenos años 80. Donde estaba Renato, estaba él. Eran inseparables. Y no solo eso: Kaiser se aseguró de que ni siquiera pudieran diferenciarlos.
Si cualquier persona veía a Kaiser caminando por Río en esa época, fácilmente podía pensar que era una súper estrella del deporte. En especial si iba con Renato. Ambos caminaban presumiendo su cuerpo esculpido, usaban gafas grandes y oscuras, y Kaiser imitaba la forma de hablar de Renato. Ambos tenían el típico corte de pelo de la época: cortito arriba, patillas, y una melena larga atrás.
[Kaiser]: As pessoas confundiam isso era uma coisa rotineira, entendeu? Mas aí eu nunca disse que eu era ele…
[Lisette]: Kaiser dice que él nunca se hizo pasar por su amigo de forma deliberada. Pero hay historias que lo contradicen. Ex jugadores, como Marcelo Gonçalves, recuerdan haberlo visto dando autógrafos en un centro comercial pretendiendo ser Renato Gaúcho. Y una vez hasta se hizo pasar por él para entrar a una fiesta en una discoteca exclusiva.
[Lisette]: Según Kaiser a ninguno de los dos les molestaba que los confundieran. Al contrario, era un elogio.
[Kaiser]: Eu acho ele um homem bonito, acho ele um cara educado, não faz nada de errado… não usa droga, não bebe, então..
[Lisette]: Porque, dice Kaiser, a él le parecía que Renato era un tipo bonito, guapo, educado, que no hacía nada malo en la vida como las drogas.
Mientras Kaiser incrementaba su fama fuera de la cancha, su carrera futbolística continuaba. Dice que pasó nuevamente por el Botafogo y por el Flamengo, dos de los cuatro equipos más importantes de Río.
Según él, tanto en el Botafogo como en los otros equipos por los que dice que pasó, él daba todo de sí durante los entrenamientos. Menos cuando tocaba practicar con la bola, claro. Si el balón estaba en el centro, Kaiser estaba en la defensa. Si el balón estaba en la defensa, él estaba en la zona de ataque.
Cuando Ricardo Rocha, campeón del mundo en el 94, ex jugador del Real Madrid y del Flamengo lo vio entrenar, no lo podía creer. Le preguntó a Kaiser que cuál era esa forma tan extraña de jugar. Kaiser, que siempre tenía una respuesta para todo, le dijo:
[Kaiser]: O Tostão, diziam que ele jogava sem bola, e eu falei eu sou igual o Tostão, eu jogo sem bola. Eu não preciso da bola pra jogar futebol.
[Lisette]: Dice que así como Tostão —uno de los jugadores más famosos de Brasil— jugaba sin balón, él también lo hacía. Que no necesitaba de la pelota para jugar fútbol. Aunque a veces usaba otros nombres de jugadores para justificarse. Cómo José Reinaldo de Lima, por ejemplo.
Pero claro, decir que Tostão no jugaba con la bola es solo una expresión porque Tostão anotó muchos goles durante su carrera. A lo que se refiere Kaiser es a que Tostão pegaba carreras hacia el arco sin el balón para distraer a la defensa de sus contrincantes, creando espacio para que sus compañeros de equipo pudieran marcar goles.
Cuando empezaba la temporada, también venían sus artimañas para no jugar.
[Kaiser]: Eu infernizava a vida dos juízes para que eles me expulsassem antes do jogo acabar…
[Lisette]: Les hacía la vida imposible a los árbitros para que lo expulsaran de los partidos. En especial si es que el mismo día del partido había alguna fiesta que él no podía perderse.
[Kaiser]: Simulava contusões, não tinha ressonância, era a minha palavra contra a do médico. Eu dizia que tinha problemas particulares…
[Lisette]: Simulaba contusiones y como en esa época no había resonancia magnética, era su palabra contra la del médico del equipo. Una vez incluso llevó una prescripción de un dentista amigo suyo que decía que sus lesiones tenían que ver con los dientes. Que era una extraña situación neurológica que necesitaba más estudios antes de que pudiera jugar otra vez. Podía hasta fingir la muerte de su abuela o su madre las veces que fuera necesario. A Kaiser no le faltaban historias. Y lo dice sin una gota de vergüenza.
La mayoría de las veces los dirigentes trataban de ayudarlo con tratamientos y rehabilitación, pero, claro, nada servía. Kaiser estaba permanentemente lesionado.
Es algo difícil de creer: equipos de fútbol gastando dinero por un jugador que nunca jugaba ni un solo partido. Porque cuando firmaba los contratos —si es que acaso esto fuera cierto— Kaiser recibía un poco de dinero. Así que le pregunté sobre ese gasto financiero que sus supuestas lesiones le causaban a los equipos.
[Kaiser]: Mas eu podia ser um gasto financeiro mais eu era um lucro energético, eu unia o grupo, entendeu? Eu dificilmente…
[Lisette]: Me respondió que más allá de cualquier gasto que él podría representar para los clubes, él representaba un “lucro energético”, así lo puso. Porque además de las fiestas que organizaba y las mujeres que conseguía para los jugadores y los dirigentes, Kaiser estaba completamente a su disposición y a su servicio.
De historia en historia, de conversación en conversación, de favor en favor, Kaiser incrementaba su red de conocidos. En Brasil, se hizo amigo de grandes jugadores como Bebeto, Ricardo Rocha, Carlos Alberto Torres… Hay varias fotos de él con estas grandes figuras del fútbol cenando, sosteniendo trofeos o simplemente abrazados en una fiesta. Toda la postura de una superestrella.
También expandía su red visitando restaurantes exclusivos para hacerse amigo de los dueños con una propuesta simple: si lo dejaban a él y a los jugadores comer gratis, su negocio ganaría visibilidad con la prensa. Con la misma promesa se hacía promotor de clubes nocturnos donde entraba sin pagar y accedía a las zonas VIP. Y a los futbolistas les ofrecía presentarles mujeres, a cambio de que lo contactaran con los entrenadores o dirigentes de los clubes de fútbol. Con Kaiser todo era una transacción calculada al milímetro y nada con él era gratis. Su estrategia parecía infalible. Era de esos hombres que podía llegar a los lugares más caros de Brasil sin gastar un real.
Y es que sabía cómo relacionarse con todo tipo de gente, hasta con personajes icónicos de Río de Janeiro. Como Castor de Andrade.
[Sergio Américo]: Él era dueño de una quiniela ilegal, que acá en Brasil se llama Jogo de Bicho.
[Lisette]: Él es Sérgio Américo, periodista deportivo por más de 30 años, que conoce mucho sobre la historia del fútbol brasileño. En especial los años 80s y 90s, que fue cuando que Kaiser estuvo activo como futbolista.
El Jogo de Bicho, la quiniela de la que Sergio habla, es un tipo de lotería basada en apuestas que existe allá hace más de 100 años. Es ilegal, como todos los juegos de azar en el país. Pero en la práctica la policía no hace nada al respecto, y las boletas se pueden comprar en cualquier tiendita de Río de Janeiro. El que controla ese juego, claro, maneja cifras millonarias, pero desde la clandestinidad.
[Sérgio]: Entonces, el dueño de jogo do bicho era llamado de bichero. Entonces Cástor era bichero, y Kaiser era amigo de bicheiros.
[Lisette]: Castor de Andrade era en ese momento tal vez el más rico y poderoso de los principales bicheiros de Río. Además, era considerado uno de los mafiosos más temidos de la ciudad. Tenía comprados a varios policías, políticos y hasta jueces… No era de las personas con las que se podía jugar. Pero eso no asustaba a Kaiser.
[Kaiser]: Porque eu fui criado no meio de bandido. Esse negócio de fuzil na cabeça, sabe? Isso aí não me assusta não, entendeu?
[Lisette]: Porque dice que fue criado entre bandidos y no se asusta ni con un fusil en su cabeza. Pero había algo en especial que lo atraía de una amistad con Castor de Andrade. El bicheiro había acumulado una fortuna con el Jogo do Bicho pero tenía que “lavarla”, por ser ilegal. Así que decidió “invertirla” —entre comillas— en uno de los equipos más pequeños de la ciudad: el Bangu Atlético Club. Y Kaiser hizo lo suyo.
[Sérgio]: Y lo convenció que era un buen jugador de fútbol. Y yo qué sé, Cástor entendió que sí y lo contrató.
[Lisette]: Su plan era el mismo de siempre: mantenerse en el equipo para decir que era jugador pero nunca entrar a la cancha durante un partido. El periodista Sérgio Américo lo describe así:
[Sergio]: Que Carlos… conversando vende geladeira para esquimal.
[Lisette]: Que Carlos Kaiser conversando, puede hasta venderle una nevera a un esquimal. Sabía identificar la debilidad o la necesidad de una persona y la explotaba. En el caso de Castor de Andrade, su técnica para enredarlo en sus marañas eran los elogios, cuenta la periodista deportiva brasileña, Martha Esteves.
[Martha Esteves]: Estava sempre elogiando o Castor. Castor você é um pai para mim. Aí o Castor ficava envaidecido …
[Lisette]: En especial porque Kaiser le repetía que era como un padre para él. Con esas palabras, compensaba su falta de desempeño en la cancha.
[Martha]: Então o Bangu é exemplo do que se fazia nos anos 70 nesse sentido. De botar um jogador que nem era jogador para jogar, por exemplo…
[Lisette]: Martha explica que el Bangu es un buen ejemplo de cómo funcionaban los equipos pequeños en los años 70 y 80: contrataban jugadores pero no necesariamente para jugar. Porque muchas veces la amistad con los dirigentes o presidentes de los clubes, pesaba más que el talento. Como Kaiser, que además de los elogios, tenía mucho para ofrecer al equipo. Porque los goles que no metía en el arco, los hacía por fuera.
[Kaiser]: Eu tinha tudo o que um jogador queria, entendeu? O jornalista não tinha acesso aos grandes jogadores, eu conseguia grandes entrevistas.
[Lisette]: También sabía cómo tratar a los periodistas porque los ayudaba a conseguir entrevistas exclusivas con las grandes estrellas de fútbol siempre y cuando lo entrevistaran a él también. Era un relacionista público nato.
Sérgio Américo, el periodista al que ya escuchamos, reporteaba para Radio Globo en los 80 y 90 y recuerda muy bien cómo se le acercó Kaiser las primeras veces que se encontraron.
[Sérgio]: Quería hacer amistad conmigo, ¿no? “Hola Sergio, cómo andás. Vos sos un crack”. “Vos sos el mejor periodista de Brasil. Qué honor estar acá a tu lado”… Te trataba muy bien, entendés? Y, se hacía simpático no? Fue así que conocí a Carlos.
[Lisette]: Pero claro, los elogios no eran desinteresados. A Sérgio, por ejemplo, trataba de convencerlo de que hablara en su programa de radio sobre él y que anunciara sus supuestas firmas de contratos con equipos… La mayoría del tiempo, Sérgio se resistía. En especial si era algo que no se podía verificar o sonaba muy inverosímil. Pero a veces Kaiser lograba convencerlo y Sergio le mandaba saludos cuando estaba al aire.
Poco a poco Kaiser fue construyendo un pequeño imperio en torno a él. Un imperio de arena que, claro, estaba destinado a desmoronarse. La primera vez que estuvo a punto de ser desenmascarado fue cuando Castor de Andrade decidió que quería verlo jugar para el Bangu. Kaiser ya había pasado varios meses en el equipo pero entre supuestas lesiones y contusiones que ocurrían durante los entrenamientos, no había jugado un solo partido. Así que un día del año 85, cuando Kaiser tenía 22 años, Castor ordenó al entrenador que lo pusiera a jugar en el partido contra el equipo Coritiba al día siguiente.
Su entrenador sabía que Kaiser era de los que salía casi todas las noches a discotecas y bares. Así que llamó a los que más frecuentaba para preguntar por él. Cuando lo encontró le dio la mala noticia.
[Kaiser]: Eu falei, pô são quatro da manhã eu estou na boate, como você quer que eu jogue?…
[Lisette]: Kaiser trató de zafarse de la situación diciendo que eran las cuatro de la mañana, que seguía de fiesta y que no podía jugar así, sin preparación. Pero el entrenador le dijo que no se preocupara porque tenía pensado solo ponerlo como suplente. Kaiser, frustrado, colgó el teléfono y se fue a su casa. Tenía que presentarse en el estadio como fuera. Al día siguiente, cuando llegó, se sentó en la banca como suplente y comenzó el partido.
[Kaiser]: 5 minutos Coritiba faz 1 a 0. 8 minutos o Coritiba faz 2 a 0.
[Lisette]: Ocho minutos de partido y el Coritiba ya le ganaba al Bangu 2 a 0. Pasaron tan solo 15 minutos y en esas sonó el walkie talkie del entrenador. Era Castor ordenando que metiera a Kaiser al juego. Pese a la resistencia de Kaiser, el entrenador lo puso a calentar. Y mientras se preparaba, empezó a cranear cómo saldría de ese lío. Fue ahí que escuchó las palabras que lo salvarían: los gritos de los hinchas del Bangu que estaban furiosos porque el equipo iba perdiendo. Se desahogaron atacando a Kaiser porque, después de todo, nunca lo habían visto jugar. Empezaron a lanzarle todo tipo de insultos.
[Kaiser]: Aí eu pulo o alambrado antes de entrar em campo, brigo com os torcedores e sou expulso antes de… de jogar, né?
[Lisette]: Según Kaiser, saltó la malla que separaba a los hinchas de la cancha y comenzó a darse de golpes con quienes lo insultaban. En cuestión de minutos fue expulsado antes de que pudiera empezar a jugar.
Se fue al camerino a esperar, feliz porque no le tocó jugar pero nervioso de la reacción que tendría Castor de Andrade. Cuando terminó el partido, los compañeros de equipo de Kaiser le dijeron que difícilmente lograría salirse con la suya esa vez. Minutos más tarde, Castor entró al vestuario y antes de que pudiera decir palabra, Kaiser ya le estaba calentando los oídos. Lo miró y le dijo:
[Kaiser]: Deus me deu um pai levou e hoje me deu o segundo…
[Lisette]: Lo traduzco literalmente: “Dios me dio un padre y se lo llevó y hoy me dio el segundo. Y cuando estaba ahí y escuché todas las cosas horribles que estaban diciendo los hinchas sobre usted… como que era un bandido…”
[Kaiser]: Eu perdi a cabeça pulei, o alambrado, mas o meu contrato acaba daqui a 15 dias e o senhor está livre de mim.
[Lisette]: “Perdí la cabeza, salté el alambrado y les pegué. Lo siento mucho Castor, en 15 días se acaba mi contrato y usted se va a librar de mí”.
Castor se quedó mirándolo, procesando lo que acababa de escuchar. Después de un momento, sonrió y según Kaiser…
[Kaiser]: E falou “Joel, dobra o salário do Kaiser e renova por mais seis meses”.
[Lisette]: Le dijo al asistente: “Joel, renueva el contrato de Kaiser por 6 meses y duplica su sueldo”. Kaiser había logrado anotar un gol de media cancha. O al menos eso es lo que siempre cuenta sobre su primer paso por el Bangu.
Pero Kaiser dice que fue en el 87 más o menos que llegó al punto más alto de su carrera. Su amigo Fabio Barros, conocido como Fabinho, había sido seleccionado para jugar en el Gazélec Ajaccio en Francia. En ese tiempo los jugadores brasileños ya estaban en el tope del mundo y eran altamente cotizados por los equipos europeos. Cuando Kaiser supo que el Ajaccio buscaba reclutar a más estrellas, no perdió la oportunidad. Habló con Fabinho y así terminó a casi 9 mil kilómetros de distancia de su Río de Janeiro.
[Kaiser]: No primeiro dia que cheguei o estádio estava lotado. Queriam que eu fizesse um treino exibição.
[Lisette]: En su versión de cómo fue el primer día que llegó a Córcega, la isla francesa hogar del Ajaccio, los hinchas lo esperaban con el estadio lleno. Querían que Kaiser hiciera una demostración de sus grandes habilidades. Pero él dijo que estaba muy cansado. Así que buscó una distracción.
Le pidió a Fabinho que le consiguiera un ramo de flores. Había visto que el presidente del equipo estaba sentado en las tribunas con su esposa.
Kaiser corrió hacia el alambrado y lo saltó. Cruzó los asientos del estadio y frente a toda la hinchada le entregó las flores a la esposa del presidente. Repartió abrazos y besos al que se los aceptara, agarró una bandera de Córcega, se la puso como capa y la besó mientras bajaba. Pero justo en ese momento vio que un hombre sacó unos balones de fútbol a la cancha. El gesto de las flores y la bandera no lo habían salvado de la demostración que los hinchas querían. Una por una, el hombre fue alineando las pelotas.
Pero Kaiser, una vez más, se adelantó un paso.
[Kaiser]: Todas as bolas que tinham no campo eu chutei para a arquibancada todas, todas, todas, não teve coletivo.
[Lisette]: Kaiser pateó todos los balones de fútbol hacia las gradas, donde estaban los hinchas. Era la perfecta coartada: ellos se iban con un souvenir de su equipo y él no tendría que tocar mucho el balón. Fue tan efectiva su artimaña que, según Kaiser, hasta el presidente del Ajaccio quedó contento porque después le dijo…
[Kaiser]: Que depois de Napoleão eu era o cara mais importante na história da Córcega.
[Lisette]: Que después de Napoleón él era la persona más importante en la historia de Córcega.
El paso por el Ajaccio fue sencillo para Kaiser. Al menos por el lado del deporte. Dice que desde un inicio fue frontal con los dirigentes y les dijo que no quería jugar.
[Kaiser]: Presidente, os mafiosos, entendeu? Eles gostavam de me levar para as festas, gostavam de me levar para viajar…
[Lisette]: En la versión que me dio Kaiser, el presidente del equipo supuestamente pertenecía a un grupo de mafiosos por lo que su desempeño en el deporte era lo que menos le importaba. Se la pasaba en fiestas, le gustaba viajar y sencillamente quería gozarse la compañía de Kaiser, que atraía a tanta gente. Y eso era perfecto para él.
Y aunque era bien recibido en esas fiestas y conocía a muchas mujeres, Córcega no lo convencía. No se comparaba con su Río de Janeiro.
[Kaiser]: Eu falava, eu não quero jogar tô de saco cheio, quero voltar pro meu país.
[Lisette]: Kaiser quería regresar a su país, pero el presidente del Ajaccio no quería perderlo del todo. Así que le permitió viajar a Brasil con la condición de que eventualmente volviera.
[Kaiser]: Aí eles não me vendiam, me emprestavam pro Bangu, pro América, pro Botafogo, pro Vasco, pro Fluminense, entendeu?
[Lisette]: Dice que el Ajaccio lo prestaba a varios equipos de Río pero jamás lo vendía. Equipos como los que él mencionó: América, Botafogo, Vasco, Fluminense, y que incluso regresó al Bangu.
Me dijo que no se quedaba más de seis u ocho meses en cada uno. Era el tiempo máximo que podía sostener el mito de sus incurables lesiones.
[Kaiser]: Ah, uma partida inteira, acho que se eu joguei umas dez durante minha vida toda eu joguei muito.
[Lisette]: Él mismo lo confiesa: decir que jugó 10 partidos enteros en toda su carrera, es mucho. Casi que una exageración.
Su regreso a Bangú no pasó desapercibido. Con su habilidad en relaciones públicas logró que el periódico Jornal dos Sports publicara una nota con el título: “Bangu ya tiene su rey: Carlos Kaiser”. La breve nota mencionaba su paso por Francia, México, los equipos locales y le daba buen augurio al equipo.
También consiguió que un periodista del periódico O Dia escribiera un perfil sobre él en el que contaba su paso por Francia. Pero sobre todo, subrayaba que estaba soltero. En la foto de la nota se lo ve con la camiseta roja y azul del Ajaccio, apoyado en un arco de fútbol, con una mano en la cintura y mirando al horizonte. Y bueno, aquí es importante mencionar que el propio Kaiser le dio esa foto al periódico para que acompañara el artículo. Es una de las tantas que tenía —y sigue teniendo—: él en la cancha del Ajaccio con el uniforme.
Pero una de sus apariciones claves fue en el popular programa de análisis del fútbol brasileño Mesa Redonda.
[José Carlos Araújo]: O Carlos Kaiser é um jogador de futebol. Ele teve um período de experiência no Vasco…
[Lisette]: En el video se ve a un joven Carlos Kaiser con una melena negra, esponjada. Está elegantísimo: blazer negro y camisa blanca. Pero sobre todo, se ve muy seguro de sí mismo y de las anécdotas que cuenta de su paso por el Ajaccio y su contrato con el Vasco da Gama. En un momento de la entrevista, Kaiser le entrega la camiseta roja de cuello azul del Ajaccio a José Carlos Araújo, uno de los comentaristas deportivos más importantes del país. Aráujo, sonriente, la recibe y presume frente a la cámara.
Kaiser lo había logrado. Llegó a sentarse en la misma silla donde habían estado grandes jugadores como Renato Gaúcho, Romário, Edmundo, Gérson…
[Kaiser]: Eu não me incomodo de ser conhecido como o maior jogador que nunca jogou futebol. Eu não me incomodo em nada com isso.
[Lisette]: No tiene reparos en decirlo: No le incomoda, para nada, ser conocido como el mejor jugador de fútbol que nunca jugó. Y lo repite: NO se incomoda.
Hay tantos detalles inverosímiles en toda la historia de Kaiser, pero quizá este es el que más llamó la atención. Me dijo que en el 2003, se fracturó el tobillo y solo fue esta lesión lo que le permitió “liberarse” de un contrato con el Ajaccio. Es decir, sacando cuentas… estuvo contratado por este equipo por casi veinte años sin jugar un partido, y este último contrato terminó cuando ya tenía unos 40.
Hasta yo, que no sé nada del fútbol, sé que nada de esto tiene sentido. Creo que es algo común entre los grandes impostores: de tanto repetir engaños y medias verdades, van perdiendo la capacidad de calibrar sus mentiras. Y, con el tiempo, llegan a decir cosas tan exageradas, que dejan de ser creíbles.
Pero bueno, ese año Kaiser también se casó y oficialmente se jubiló sin haber anotado ningún gol. Colgó sus botines y se despidió del deporte.
[Daniel]: Pero ahí no termina el mito de Kaiser. Después de la pausa, tantos años de engaño terminaron por alcanzar al crack que nunca jugó fútbol.
Ya volvemos.
[Silvia Viñas]: Esta semana en El hilo nos hemos puesto una meta. Sumar 200 donaciones de las personas que nos escuchan y valoran nuestro periodismo. Somos un podcast relativamente nuevo, así que contar con tu ayuda hace toda la diferencia. Para ser parte de Deambulantes, nuestro programa de membresías, no hace falta que dones un monto específico: un dólar o un donativo único te hace miembro. Lo que para ti cuesta un café, para El hilo es un granito que aporta a nuestro periodismo: se convierte en la esperanza y en la posibilidad de mantener un proyecto riguroso, confiable e independiente para narrar Latinoamérica. Ve a elhilo.audio/apoyanos ¡Gracias desde ya por ayudarnos a cumplir esta meta!
[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Soy Daniel Alarcón. Antes de la pausa, nuestra productora Lisette Arévalo nos contó la historia de Carlos Kaiser, el emperador del fútbol brasileño.
Entonces… Para resumir… Una carrera futbolística de 26 años, llena de hazañas y anécdotas, tan impresionantes como francamente inverosímiles… Según Kaiser a pesar de nunca haber tocado un balón de fútbol, a pesar de haber jugado apenas una decena de partidos competitivos en toda su carrera, siempre logró salirse con la suya. Bueno, casi siempre.
Lisette nos sigue contando.
[Lisette]: Desde el día en que Kaiser colgó sus botines, en 2003, no se supo más de él. Decidió ganarse la vida de otras formas y aprovechó su buen estado físico para hacerse entrenador de fisicoculturismo en un gimnasio… En el que, claro, solo entrena a mujeres.
Fue solo hasta el 2011 que se conoció su historia: la del mejor jugador de fútbol que nunca jugó. Dos periodistas del medio O Globo escucharon varias anécdotas de Kaiser y cómo logró engañar a los clubes más importantes de Brasil. Decidieron buscarlo, lo entrevistaron y publicaron una nota titulada: “La historia de Carlos Henrique Kaiser: el Forrest Gump del fútbol brasileño”. Forrest Gump, el personaje de la película estadounidense que cuenta historias tan épicas, que parecen inventadas… como las de Kaiser.
El artículo dejaba claro que él era el estafador más grande del fútbol y comparaba su historia con la del personaje que interpreta Leonardo Di Caprio en la famosa película de Hollywood “Atrápame si puedes”. Y aunque esa nota no cuestionaba la veracidad de sus anécdotas, el mismo medio sacó un reportaje de televisión que sí lo hizo. O bueno, al menos una de ellas.
En el video se ve al periodista Renato Ribeiro entrevistando a Kaiser mientras dan un paseo por Río de Janeiro. Lo presenta así:
(SOUNDBITE ARCHIVO)
[Renato Ribeiro]: Carlos Henrique Kaiser, 48 anos, teria passagens por grandes clubes do Brasil e até no exterior mais provavelmente você nunca ouviu falar dele. Sabe o porquê. Nunca fez gol, nunca deu um passo decisivo. Nunca deu um drible desconcertante. A especialidade desse atacante era não jogar.
[Lisette]: Kaiser está caminando al lado de Renato con sus manos en los bolsillos. Tiene unas gafas oscuras con un marco blanco. Mientras Renato lo presenta, sonríe levemente, con picardía.
En el reportaje Kaiser cuenta las mismas historias que me contó para este episodio. Su paso por el Vasco, por el Bangu, el Ajaccio… Las fiestas, sus amigos… También contó que fingía hablar por teléfono con equipos extranjeros para negociar contratos que nunca existieron… Habló sobre sus supuestas contusiones y lesiones para no tener que jugar. Se lo ve seguro, sin vergüenza de confesar su verdad de los hechos.
En el reportaje también aparecieron amigos de Kaiser, corroborando sus historias. Como Ricardo Rocha, contando sobre cómo se pasó toda su carrera huyendo de la pelota. Y el mismísimo Renato Gaúcho contó una vez que Kaiser entró a una fiesta haciéndose pasar por él.
(SOUNDBITE ARCHIVO)
[Renato Gaúcho]: Quando cheguei, o cara falou assim:, não, o Renato já está lá dentro. Era um mini clone meu, né?
[Lisette]: Dice que Kaiser era su mini clon.
Después de escuchar sus historias, los periodistas decidieron verificar una en especial. No lo mencioné antes, pero es importante. Según cuenta Kaiser, en 1984, formó parte del plantel del Independiente de Argentina. El año es clave, porque fue cuando ganaron la copa intercontinental en una final contra un equipo inglés. Nada menos que el mítico Liverpool. Y aunque Kaiser vio todo desde la banca, hablaba de esa victoria con mucho orgullo. Entonces…
[Renato Ribeiro]: Nós ligamos para o Independiente e houve sim um Carlos Henrique jogando por lá, mas era argentino y não brasileiro.
[Lisette]: Llamaron al Independiente y el club les dijo algo sorprendente: en ese equipo sí había un Carlos Enrique —que, recordemos es el nombre verdadero de Kaiser— pero que era argentino, no brasileño. Kaiser se aprovechó del homónimo para atribuirse una Copa Intercontinental. Pero en el reportaje no lo confrontan.
Aun así Kaiser sigue afirmando que sí, que fue campeón con el Independiente. Es decir, sigue haciéndose pasar por ese Carlos Enrique.
Decidí entonces buscarlo, al argentino, para ver qué tenía que decir sobre el tema. Me contó que solo hasta hace poco fue que supo de la existencia de Kaiser y de lo que andaba haciendo. Y que se puso furioso cuando se enteró de que se había hecho pasar por él.
[Carlos Enrique]: Lo primero que me salió es una mala palabra, ¿viste? Te reís pero puteas.
[Lisette]: Porque, ya en retrospectiva, el que Kaiser se haya hecho pasar por él, podría explicar por qué su carrera nunca despegó.
[Carlos Enrique]: Pero vos no sabés el daño que me… Además en el mejor momento mío. Y yo tuve posibilidad de… de emigrar afuera y nunca me pasó y teniendo pista y venía a rompiéndola. Y digo qué pasa que todo se me… No se me da. ¿Me entendés? Después cuando el tiempo pasó veía que había otro Enrique.
[Lisette]: Al usar su nombre, Carlos Ennrique, y su desempeño en el Independiente para hacer contactos, Kaiser había logrado lo que el argentino nunca logró. Es una teoría suya nada más, claro, que no podemos comprobar.
Pero es por eso y mucho más que Carlos Enrique no considera que las acciones de Kaiser sean algo que se deba festejar. Y mucho menos idealizar.
[Carlos Enrique]: La picardía está todo lindo. Hacé lo que vos quieras con tu picardía y con tu vida, no con la vida del otro y haciéndote pasar por, por otra persona. ¿Me explico?
[Lisette]: La realidad es que para Kaiser no era tan grave que se supiera la verdad sobre su paso por el Independiente de Argentina. En especial porque siempre ha estado firme en su versión y no importa cuántas veces lo desmientan, él sigue insistiendo en que dice la verdad.
Pero el Independiente ni siquiera es el equipo que está en el centro de su historia. El que sí es el Ajaccio, que se supone lo tuvo bajo contrato por más de 10 años. Nadie había cuestionado públicamente esa parte de su vida. Hasta que llegó a oídos internacionales.
[Louis Miles]: My name’s Louis Myles, I’m a film director and I made a feature documentary on Carlos Kaiser.
[Lisette]: Él es el documentalista inglés Louis Myles. Conoció la historia de Kaiser por unos productores que leyeron sobre él en la red social Reddit, y querían hacer un documental sobre su historia. A Louis le gustó la idea y en 2015, él y su equipo viajaron varias veces a Río para grabar. Ahí entrevistaron a Kaiser, a jugadores que lo conocían, a dirigentes de fútbol y a diferentes amigos de él.
[Louis]: But we did 72 interviews and not one single person hated him, really.
[Lisette]: Lo que más los sorprendió fue que entrevistaron a más de 70 personas y ninguna odiaba a Kaiser. Y no solo eso sino que hasta corroboraron ciertas anécdotas contadas por él. En ese primer viaje confirmaron, por ejemplo, que él sí había estado en el Botafogo, Vasco, Fluminense, Bangu, Flamengo y hasta en el Ajaccio, en varios momentos entre los 80s y los 90s.
Pero en el segundo viaje, en cambio, comenzaron a escuchar versiones contradictorias e incluso se encontraron con personas que se fueron en contra de Kaiser.
[Louis]: But then we also had people sort of going against him as well. And so he’s sort of saying, well, that didn’t happen like that or it didn’t happen at all.
[Lisette]: Algunos clubes y jugadores que Louis contactó, por ejemplo, negaron que Kaiser hubiera formado parte de su equipo. Y había jugadores que decían que nunca formó parte de esos clubes y que simplemente se compraba la camiseta del equipo que quisiera, como el Fluminense por ejemplo, y caminaba por Río de Janeiro con la actitud y confianza de todo un jugador. Pero luego cuando Louis entrevistó a ex trabajadores y jugadores de esos mismos equipos, les decían que Kaiser sí había pasado por ahí.
Es todo muy confuso. La explicación que ha dado Kaiser a esto es que los clubes no quieren aceptar que fueron engañados, así que prefieren negarlo. Porque además, Louis comprobó que Kaiser sí estaba registrado como un jugador de fútbol profesional en la Confederación Brasileña de Fútbol.
Personalmente intenté contactarme con muchos jugadores a los que Kaiser menciona en sus historias pero no recibí respuesta de la mayoría. Y los pocos que me contestaron me dijeron que no querían dar una entrevista sobre Kaiser. A excepción de uno: Miraldo Câmara de Souza, conocido como Ado, que jugó en el Bangú al mismo tiempo que Kaiser. En un principio me dijo por mensaje de WhatsApp que Kaiser nunca jugó en su equipo. Pero luego me mandó otro mensaje contando la famosa anécdota de la pelea con los hinchas en el Bangu.
Y así podríamos seguir dando vueltas con cada una de sus afirmaciones. Es algo común cuando se habla de Kaiser y su vida: cuando se cree tener la verdad, aparece otra versión que lo cambia todo.
Louis me contó que para su documental Kaiser era quien los contactaba con los posibles entrevistados. Él tenía el control de con quién hablaban y quién no. Y aunque al principio eso les sirvió, después decidieron indagar más.
[Louis]: This is the thing: we, we were in a game of cat and mouse. So we, we started getting interviews outside of him setting them up for us.
[Lisette]: Estaban jugando al gato y al ratón, dice Louis. Así que fueron investigando, hablaron y entrevistaron a más personas, y ahí consiguieron el dato de alguien que estaba dispuesto a contarles una historia diferente.
[Louis]: And someone tipped us off about who to speak to to tell us another story about Kaiser. So we found out about Fabinho.
[Lisette]: Fabinho, Fabio Barros, el amigo de Kaiser que había jugado en el Ajaccio.
[Louis]: Because we were making an international film, he said, I can’t, I can’t have the name of the club I played for a few years to be, you know, to be lied about. I’ve got to tell this truth.
[Lisette]: Fabinho les dijo que no podía mentir más sobre un equipo para el que jugó durante varios años. Menos aún para una producción internacional. Este es un audio de Fabinho del documental, Kaiser the greatest footballer never to play football, publicado en 2018 donde dio la gran revelación:
[Fabinho]: A partir de esse momento eu preferi realmente dizer tudo aquilo que é e tudo aquilo que foi. O Kaiser nunca pisou lá em Ajaccio, nem tampouco na cidade, nem muito menos no aeroporto.
[Lisette]: Dice que Kaiser nunca pisó el Ajaccio, ni la ciudad de Córcega, ni siquiera su aeropuerto.
Fabinho cuenta que toda esta historia sobre Kaiser como jugador del Ajaccio comenzó cuando él regresó de Francia en el 86 para fin de año. Su hermano vivía en su departamento y era buen amigo de Kaiser. Y claro, cuando Fabinho llegó, Kaiser no perdió el tiempo y lo invadió con preguntas sobre cómo era el Ajaccio, cómo era Córcega, qué idioma hablaban, qué tal era la comida, cómo era el Club… Fabinho se acuerda que le preguntaba si tenía algún souvenir del Ajaccio o si le podía mostrar su carnet de jugador profesional.
[Fabinho]: E começou a minha amizade com ele, indo para as boates e chegando nas boates ele também dizendo que era jogador do Ajaccio junto comigo.
[Lisette]: Se hicieron amigos rápidamente y cuando salían a las discotecas, Kaiser aprovechaba para decir que jugaba en el Ajaccio con Fabinho. Y él simplemente no lo contradecía.
[Fabinho]: Assim a partir do momento em que ele pediu a carteira, eu já sabia, que era justamente, ele já tinha me dito: essa carteira para mim é…
[Lisette]: Fabinho dice que su carnet de jugador oficial del Ajaccio era el documento más importante que tenía en su billetera. Entonces cuando Kaiser se lo pidió prestado, él sabía muy bien para qué lo quería. Si podía crear una réplica de ese carnet, Kaiser estaba del otro lado.
[Fabinho]: Ele sabia que aquilo ali para ele na noite era uma referência. Era tipo um contrato de jogador de futebol.
[Lisette]: El carnet era lo más cercano que se podía tener a un contrato de fútbol con el Ajaccio. Lo más cercano que tendría para certificar su supuesta pertenencia al equipo en sus noches de fiesta.
Al menos eso es lo que Louis Myles retrató en su documental con una escena actuada donde se ve a un joven Kaiser fabricando su carnet oficial del Ajaccio. También se ve el producto final: un papel plastificado con el logo del Gázelec Ajaccio, con los datos de Carlos Kaiser, su foto, y los años por los que supuestamente había sido contratado. Son documentos que hasta ahora Kaiser muestra como evidencia de sus historias junto a recortes de periódicos donde lo mencionan y fotos con reconocidos jugadores.
Louis Myles y su equipo también hicieron otro proceso de verificación con Fabinho. Él los llevó al Clube dos Macacos, al sur de Río de Janeiro. Es un lugar muy popular al que la gente va para jugar y ver partidos de fútbol los fines de semana. Incluido Kaiser.
[Fabinho]: E foi exatamente aqui que ele idealizou, né? Fazer aquelas fotos como se fosse no treino do Ajaccio.
[Lisette]: Dice que fue ahí que Kaiser se tomó esas fotos con la camiseta del Ajaccio como si estuviera entrenando en Francia. Para el documental, Fabinho imitó las poses fingidas de las fotos que Kaiser se había tomado supuestamente en la cancha del Ajaccio. Una de ellas era la foto que había salido en el periódico O Dia que ya mencioné: Kaiser apoyado sobre el arco de fútbol mirando al horizonte. La imitación de Fabinho era un intento para geolocalizar las fotos de Kaiser y demostrar que habían sido falsificadas, tomadas en esa cancha en Río y no en Francia.
El ejercicio funcionó: al ver el documental se nota que es el mismo lugar con pequeños cambios producto de un mantenimiento del club.
[Fabinho]: Quem é do métie percebe muito rápido que não tem nada a ver. Primeiro que ele está com uma camisa oficial de jogo, ta me entendendo?
[Lisette]: Dice que cualquiera que conozca un poco de la industria del fútbol podría darse cuenta de que es una foto con una pose fingida. Principalmente porque un verdadero jugador nunca usaría una camiseta oficial del equipo para un entrenamiento. Además, que nunca se ve a Kaiser entrenando con sus compañeros. Siempre está solo ya sea con un brazo alzado gritando y con la bola en el piso, o haciendo, lo que en Ecuador se conoce como “cascaritas”, y en Argentina como “jueguitos” o “dominadas”… Que es básicamente pasarse el balón de un pie a otro sin dejar que toque el piso.
Conocer a Fabinho y su historia cambió todo para Louis y su equipo. Era información única, que nadie más le había contado hasta ese momento. Habían conseguido ganar a Kaiser en su propio juego. Finalmente eran ellos quienes llevaban la delantera.
[Louis]: Well, our reaction was we can’t tell Kaiser this. We need to keep Kaiser away from the story for as long as possible so we can get more people to back this up.
[Lisette]: Dice que su primera reacción fue ocultar esta nueva información para que Kaiser no se enterara. Querían ganar tiempo y buscar a más fuentes para respaldar la versión de Fabinho.
Pero a Kaiser nada se le pasa desapercibido.
[Louis]: And then the next morning, he phoned up, absolutely furious.
[Lisette]: Kaiser los llamó al día siguiente. Furioso. Se había enterado de que habían hablado con Fabinho. Louis y su equipo le dijeron que lo mejor era que se encontraran en persona para almorzar y conversar. Así que decidieron verse en un restaurante en el barrio Botafogo.
Según Louis, cuando llegaron Kaiser los estaba esperando afuera. Se notaba a leguas que no podía contener su ira. Tardaron horas en calmarlo, en un punto estaba llorando de la ira, pero finalmente pudieron convencerlo de que necesitaban hablar tranquilos, y se fueron, por primera vez, al departamento de Kaiser.
[Louis]: We went up into this one and a half bedroom flat, in Flamengo, which have been very rundown. There was a grotty matress on the floor, which stank of it, no bed sheets. So he’s not living in the best circumstances.
[Lisette]: Era un departamento de un dormitorio y medio, con un colchón viejo, sin sábanas y Louis dice que tenía un olor desagradable. Era evidente que no estaba viviendo en las mejores condiciones. Kaiser se sentó en una silla al lado de una nevera pequeña casi repleta de magnetos con números de teléfono de comida rápida, gimnasios, farmacias, servicios de agua…
Estaba temblando, moviendo sus manos y pies de forma ansiosa. Pasó de ser el hombre seguro y canchero que contaba sus historias con soltura, a estar achicopalado, vulnerable.
Así que antes de comenzar a rodar Louis habló con Kaiser para que supiera cuál era el enfoque de esa entrevista. No querían que les contara las mismas anécdotas que les había dicho incontables veces a otros periodistas. Y las mismas que tres años después me contaría a mí para este episodio. Querían más. Louis le dijo que debería contarles exactamente cómo logró engañar a tantas personas porque eso haría que se viera mejor frente a la audiencia.
[Louis]: He then proceeded not to do that. He proceeded to give us a nearly three hour long interview about his lies and how hard life was and, and about all the bad things that happened to him.
[Lisette]: Pero Kaiser hizo todo menos eso. En una entrevista de casi 3 horas, se quedó en las mismas versiones falsas que había dado. Habló sobre lo dura que había sido su vida y de todas las tragedias que le habían ocurrido. Este es un audio de Kaiser hablando en esa entrevista:
[Kaiser]: Eu trago muita sequela. Eu sou um cara muito sequelado. Talvez por isso tenha vivido tanto a vida dos outros, dos jogadores, né? Que era para não parar e pensar na minha vida.
[Lisette]: Les dijo que es un tipo a quien han hecho mucho daño y que ha sufrido mucho. Que tal vez por eso vivía la vida de los otros jugadores. Para no detenerse y pensar en la suya.
La entrevista siguió con Kaiser contando lo que ya sabemos: que tuvo una niñez triste, que fue robado de su madre biológica, que su mamá adoptiva era alcohólica…
[Kaiser]: Sabe, porque pô, é tanta adversidade que tu convive, com tanta malandragem cara que ou você é malandro ou você é otário, entendeu?
[Lisette]: Que él vivió en un ambiente de tanta adversidad en Río que solo tenía dos opciones: o volverse un malandro o un perdedor.
Al final de la entrevista del documental, Kaiser dice que ningún jugador o dirigente lo había desmentido hasta ese momento. Que Fabinho era el primero y que eso demuestra el respeto que le tenía la gente del mundo del fútbol que conoció durante todos esos años. Y que estaba molesto porque alguien a quien consideraba que era su amigo, había desmentido su historia. Pero aclaró algo clave para él:
[Kaiser]: Eu podia ter aproveitado a mesma oportunidade, não prejudiquei ninguém.
[Lisette]: Que él pudo haberse aprovechado de las oportunidades que tuvo pero que no perjudicó a nadie.
[Kaiser]: Cara, nunca tirei nada de ninguém, cara. A vida tirou de mim. Eu comecei perdendo minha mãe…
[Lisette]: Que él nunca tomó nada de nadie y que fue la vida la que comenzó quitándole todo, empezando por perder a su madre biológica y luego a su esposa, que también murió entre 5 a 6 años después de que se casaron.
[Kaiser]: Eu tirei a minha sorte, não tirei nada de ninguém, entendeu?
[Lisette]: Y que lo único que él tomó fue riendas sobre su suerte, nada más.
Cuando hablé con él sobre esto Kaiser me dijo que si hizo daño a alguien en su vida, fue a sí mismo.
[Kaiser]: Se eu prejudiquei alguém abrindo mão da minha carreira, foi a mim mesmo.
[Lisette]: Porque con los contactos que había hecho en el fútbol y el acceso que tenía, hubiera podido realmente convertirse en un crack del fútbol brasileño.
Louis me dijo que cuando terminaron esa entrevista, quedaron en hacer una más para hablar sobre el Ajaccio. Dos días más tarde, cuando se encontraron para grabar, Kaiser ya no se veía frágil. Solo se veía muy enojado. Y cuando le preguntaron sobre su paso por el Ajaccio, se mantuvo firme sobre su postura: él no mentía, pero Fabinho sí. Y les dijo que con el que tenían que hablar era con Alexandre Couto, otro jugador que estuvo con Fabinho en el Ajaccio.
[Kaiser]: Tudo o que Alexandre fala é verdadeiro, ele é verdadeiro nas palavras dele. Alexandre é autêntico, ele não tem duas caras.
[Lisette]: Que él sí era una persona sincera, auténtica, que no tenía dos caras.
En un principio, Louis ya había entrevistado a Alexandre y él había corroborado las historias de Kaiser en el Ajaccio. Pero cuando lo contactaron otra vez con la nueva información recolectada de Fabinho, Alexandre cambió su versión:
[Alexandre Couto]: Nunca jogou no Ajaccio.
[Lisette]: Kaiser nunca jugó en el Ajaccio.
[Alexandre]: Todos os jogadores sabem que essa história é mentirosa, entendeu? Mesmo porque conhecem a minha história, minha e do Fabinho que também que passou por lá. Então todos sabem que ele nunca passou pelo Ajaccio.
[Lisette]: Y, según Alexandre, todos los jugadores que escuchaban sobre esa historia sabían que no era cierta. Pero Kaiser se hacía querer, por su carisma, por lo buena onda que era y entonces simplemente dejaban que su amigo viviera de esa ficción.
La verdad es que a Kaiser no le importa cuántas personas contradigan sus historias. Él no da su brazo a torcer. Cuando hablé con él sobre el documental me dijo que aceptó participar porque quería ser sincero.
[Kaiser]: Foi para ser sincero e qualquer entrevista que eu dê seja aqui no meu país ou para o exterior, eu vou dizer sempre a verdade, a verdade não me incomoda.
[Lisette]: Y que él siempre ha dicho la verdad en las entrevistas que ha dado y que la verdad no le incomoda. Cuando le pregunté sobre lo que dijeron Fabinho y Alexandre me dio a entender que eran unos mentirosos.
[Kaiser]: Mas no meio, num universo de Carlos Alberto Torres…
[Lisette]: Que de todos los jugadores famosos que fueron entrevistados para el documental, solo dos desmintieron su historia. Y que, según él, lo hicieron porque querían tener unos minutos de visibilidad. Nada más.
Aquí hay que decir algo que es importante. Una historia como la de Kaiser, difícilmente se podría repetir ahora. Principalmente porque en los 80 y 90, no había las herramientas de verificación que tenemos hoy en día. Era sencillo para un jugador llegar a un club y decir que había jugado en cualquier parte —desde Arabia hasta Francia— y que los dirigentes y presidentes lo creyeran. Era el escenario perfecto para que Kaiser pudiera construir su mito.
Mis compañeros de Radio Ambulante me cuentan que en el fútbol hay algo que se llama gambeta. Algunos jugadores lo tienen, la mayoría no. Es el don de esquivar defensas, tener mucha cintura, hacer mucha finta. Es el arte de engañar con el balón.
Gambeta es lo que tiene Kaiser.
Cuando le hacía preguntas muy puntuales, me respondía con algo que no tenía nada que ver. Me gambeteaba con sus respuestas esquivas. Se jacta de haber engañado a clubes de fútbol en Brasil y el extranjero, pero cuando lo confrontas, no acepta ningún cuestionamiento. En vez de responder, habla de lo desgraciada que ha sido su vida.
Terminando nuestra última entrevista le hice tal vez la pregunta más importante de todas.
Muchos cuestionan o se preguntan si es que las anécdotas e historias que cuenta son reales o no… ¿Y qué piensa Kaiser sobre esto?
[Kaiser]: Acredita quem quiser. Eu não faço questão de provar nada para ninguém. Seja verdade ou se é a mentira. Cada um que tire suas próprias conclusões.
[Lisette]: Que crea quien quiera creer. Que él no se va a esforzar para que la gente le crea. Que cada uno saque sus propias conclusiones.
[Silvia]: Lisette Arévalo es productora senior de Radio Ambulante. Vive en Quito, Ecuador.
Un agradecimiento especial a Louis Myles y Rob Smyth. Muchos detalles de esta historia los conocimos gracias a su documental y su libro Kaiser: The Greatest Footballer Never to Play Football. Gracias también por permitirnos utilizar audios de su documental para este episodio.
Desde que ese documental fue publicado en 2018, Kaiser ha vuelto a la fama. Volvió a ser invitado al programa de fútbol brasileño Mesa Redonda.
Gracias a la periodista Sabrina Duque por su ayuda con la traducción. Y un agradecimiento especial a Pablo Iragorri por traernos esta historia.
Esta historia fue editada por Camila Segura, Nicolás Alonso, Luis Fernando Vargas, y Daniel Alarcón. Desirée Yépez intentó hacer el fact-checking. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri y Rémy Lozano con música original de Rémy.
El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Pablo Argüelles, Aneris Casassus, Diego Corzo, José Diaz, Emilia Erbetta, Camilo Jiménez Santofimio, Selene Mazón, Juan David Naranjo, Ana Pais, Laura Rojas Aponte, Natalia Sánchez Loaiza, Barbara Sawhill, Bruno Scelza, David Trujillo, Ana Tuirán y Elsa Liliana Ulloa.
Carolina Guerrero es la CEO.
Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios, se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.
Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Silvia Viñas. Gracias por escuchar.