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El año pasado, 470 niñas de entre 10 y 14 años dieron a luz en Paraguay, y 40 fueron hospitalizadas por aborto. La mayoría de estos embarazos son producto de una violación en el entorno familiar, pero las víctimas se ven prácticamente obligadas a parir: las carencias en políticas de prevención y educación sexual, la prohibición casi total del aborto y el poder de los sectores conservadores las empujan a un callejón sin salida. Juliana Quintana, periodista de El Surtidor y Nathaniel Janowitz, de VICE News, visitaron un albergue en Asunción donde ninguna niña es considerada demasiado pequeña para transitar un embarazo. Además, hablan con dos mujeres jóvenes que vivieron allí y con expertas que han estudiado el complejo escenario detrás de la crisis de embarazo infantil y adolescente en el país.
Créditos:
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Reporteo
Nathaniel Janowitz, Juliana Quintana -
Producción
Nausícaa Palomeque -
Edición
Silvia Viñas, Eliezer Budasoff -
Verificación de datos
Bruno Scelza -
Diseño de sonido y mezcla
Elías González -
Música
Elías González -
Tema musical
Pauchi Sasaki -
Fotografía
Vice News / Nathaniel Janowitz
Etiquetas:
Transcripciones:
Transcripción:
Oscar Ávila: Vení un poco.
Ávila: Ejumi, (habla en guaraní). Le estoy pidiendo que le traiga otra criatura. ¿Cómo se llama tu bebé?
Joven: Eylen, Beatriz
Ávila: ¿Y vos cómo te llamás?
Joven: Liz.
Ávila: ¿Cuántos años tenés?
Joven: 14.
Silvia: Él es Óscar Avila, el hombre que dirige la casa Rosa María en Asunción, la capital de Paraguay. Este albergue recibe a niñas y adolescentes embarazadas. La casa fue creada, dice Ávila…
Ávila: Para ayudar a la gente que está necesitando. Las niñas que pasan por un embarazo inesperado. Es uno de los sectores más desprotegidos en todo el mundo. El Señor dijo que lo mejor que se puede hacer es recibir a niños inocentes. Niños que probablemente iban a ser abortados.
Eliezer: En las últimas dos décadas, cuenta con orgullo, en la Casa Rosa María han ayudado a que nazcan más de 200 bebés. Ávila cree que las niñas, incluso las de 10 años, están preparadas para ser madres…
Ávila: Una vez que ven a la criatura se sienten esa capacidad maternal que tienen, que se llama amor de continuidad. Tienen lo que le llaman algo que se dice capacidad maternal. Aunque tengan 10 o 12 años, las menores de las cuales nosotros recibimos, son las que más amor le tienen a su criatura.
T3
Silvia: En Paraguay el año pasado, 470 niñas de entre 10 y 14 años dieron a luz y 40 fueron hospitalizadas por aborto, según datos oficiales del Ministerio de Salud de Paraguay. La mayoría de estos embarazos son producto de una violación dentro del núcleo familiar. En 2020, el Fondo de Población de las Naciones Unidas lanzó una campaña por el embarazo precoz en el país con el lema: “Una niña embarazada es una niña abusada”.
Eliezer: Paraguay es considerado por algunos expertos una especie de laboratorio de ideas antiderechos, con una profunda influencia de la Iglesia y de movimientos antiaborto. En 2017 se convirtió en el primer país del mundo en prohibir los temas de género en las escuelas. En ese momento, el ministro de Educación, Enrique Riera, dijo que él podía quemar los libros que tuvieran contenido de género en una plaza.
Silvia: Las políticas públicas de prevención y educación sexual en el país son insuficientes, y la prohibición del aborto es casi total, incluso si el embarazo fue consecuencia de una violación. Para entender las consecuencias de esta realidad, y las raíces que la sostienen, basta con abrir las puertas de un sitio: la Casa Rosa María de Asunción, donde ninguna niña es considerada demasiado pequeña para ser madre.
Eliezer: Bienvenidos a El hilo, un podcast de Radio Ambulante Estudios. Soy Eliezer Budasoff.
Silvia: Y yo soy Silvia Viñas.
Hoy: la falta de recursos, la violencia sexual y la política conservadora alimentan una crisis de embarazo infantil y adolescente en Paraguay, y empujan a un callejón sin salida a cientos de niñas abusadas a parir cada año.
[Opción 2]
Hoy: La falta de recursos, la violencia sexual y el poder de los sectores conservadores alimentan una crisis de embarazo infantil y adolescente en Paraguay, y empujan a un callejón sin salida a ciento de niñas abusadas cada año, que se ven obligadas a parir.
Es 14 de julio de 2023
Juliana Quintana: La Casa Rosa María es parte de una red de hogares administrados por iglesias en Paraguay para niñas. Se especializa en acoger a niñas embarazadas.
Silvia: Ella es Juliana Quintana, periodista del medio digital El Surtidor. A finales de 2022, Juliana investigó junto a Nathaniel Janowitz, reportero de Vice News, el caso de la Casa Rosa María, un lugar central para entender lo que ocurre con las niñas y adolescentes embarazadas en Paraguay.
Juliana: Por fuera tiene un acceso, pareciera libre, los días en los que se realiza misa. Hay un portón. Uno atraviesa el portón y ve mucho verde porque está además en diagonal a una, a una plaza. Una vez que uno ingresa hay como un lobby e inmediatamente uno se topa con la iglesia, digamos la parroquia, que depende de la Casa Rosa María.
Eliezer: Para entender cómo funciona el albergue, Juliana y Nathaniel decidieron visitar la casa durante la misa.
Juliana: Y una vez que terminó vimos cómo iban saliendo de la iglesia, digamos, las niñas con bebés en brazos, algunas embarazadas, niñas de alrededor nueve y 12 años.
Silvia: Juliana nos explicó que estas niñas llegan a la Casa Rosa María por diferentes vías.
Juliana: Las niñas que presentan una denuncia con su familia –o no– son las que llegan a través de Fiscalía a la casa.
Silvia: Es decir, cuando hay una denuncia por abuso o violación, pueden llegar a través de una orden judicial. Y si no hay una denuncia, como en los casos que vamos a conocer más adelante, llegan por la recomendación de conocidos de la iglesia o del albergue, por amistades, vecinos o agrupaciones religiosas que luchan contra el aborto.
Juliana: Muchas veces por amiguismo o cercanía, digamos, con los directivos de la Casa Rosa María, van derivando casos que de los cuales se enteran o que van acompañando desde la parroquia de San Pedro y San Pablo.
Silvia: La mayoría de estas niñas vienen de familias pobres. Paraguay tiene una estadística muy alta de pobreza infantil: según los datos oficiales, casi el 38% de los niños son pobres. Y muchos migran desde el interior a la capital buscando mejores oportunidades.
Eliezer: En la casa Rosa María las niñas transitan el embarazo y los primeros meses del bebé, reciben alimentación, vestimenta y atención médica profesional. Juliana nos contó que allí les enseñan a cambiar pañales y a cuidar a los bebés. También reciben clases de oficios: peluquería, manicura, pedicura, bordados, cocina.
Ávila: Y ese es nuestro objetivo principal: acogerlas. Darles la oportunidad de aumentar todo lo que es esa autoestima que tienen por el suelo. Mucha vergüenza, mucho miedo. Vienen de estratos sociales muy bajos, con mucha contaminación en su cuerpo, parásitos, como infecciones.
Vení un poco, vení un poco.
Joven: Ya va.
Juliana: Ávila se mostró muy abierto hacia la filosofía de la casa.
Ávila: Nosotros pertenecemos, si se puede decir, a una organización provida que no es muy bien vista en el Nuevo Orden Mundial. Lo mejor, como dicen, es abortar, matar a un inocente dentro del seno materno.
Silvia: Juliana y Nathaniel le preguntaron a Ávila si estaba de acuerdo con continuar con los embarazos aun si las niñas habían sido violadas dentro de sus familias.
Ávila: ¿Por qué va a matar a un niño? ¿Por qué no se le mata al stepfather? Él es el que armó el lío, él es el que tiene que morir, no el niño, el niño inocente o el tío o el violador. ¿Por qué vas a matar a alguien que no tiene nada que ver? No puede defenderse.
Silvia: Según un informe de UNICEF y el Ministerio de la niñez y la adolescencia de Paraguay, el 80% de los abusos en el país ocurren en el entorno familiar de la víctima:
Juliana: Puede ser padre, puede ser tío, puede ser vecino, puede ser primo hermano. Es habitual que en las familias de alguna manera exista un pacto de silencio. De que transcurran violaciones al interior de las familias, de los hogares, forma parte lastimosamente de una realidad en Paraguay.
Ávila defiende la vida en cualquier circunstancia. Esto es de público conocimiento. Hay múltiples notas en medios de comunicación en los que ellos hablan abiertamente del trabajo que hacen en la Casa Rosa María. La opinión pública premia este trabajo.
Eliezer: Un reportaje de uno de los principales periódicos de Paraguay, por ejemplo, habla de la Casa Rosa María como, y aquí cito, “un albergue donde la vida tiene sentido”, un lugar donde “el amor hacia el semejante es ayuda afectiva”, y se refiere a las internas como “mujeres de escasos recursos que se oponen al aborto”. Hasta el segundo párrafo no se menciona que muchas de ellas son menores.
Otro periódico dice que la casa es obra de “voluntarios que aman la vida” y presenta a las chicas como madres que “por embarazarse, afrontaron la soledad o el rechazo”, aunque en el cuarto párrafo un sacerdote reconoce que la gran mayoría de los casos que reciben son adolescentes abusadas por su entorno familiar. Y menciona, como un logro, el caso de una niña de 10 años que llegó a la casa Rosa María después de haber sido violada, y pudo dar a luz por cesárea.
Silvia: Pero a ver, qué horror. Yo tengo una hija de 14 años y es chiquita, pero chiquita, chiquita. Y yo sé que ella con el cuerpo que tiene ahora estaría en riesgo si se queda embarazada. Y tú nos dices que hay niñas incluso menores que eso. O sea, ¿Ávila no sabe sobre los riesgos de que una niña quede embarazada y transite ese embarazo?
Juliana: Creo que lo que prima en este caso es su fe por encima de las decisiones personales de las mujeres y por sobre todo, los derechos de las niñas y adolescentes.
Eliezer: Los riesgos del embarazo infantil, tanto para la niña como para el bebé, están descritos largamente por distintos estudios. Según la Organización Mundial para la Salud, las madres adolescentes, de 10 a 19 años, tienen más riesgo de muerte. También de convulsiones, coma, infecciones en el útero o sistémicas. Y los bebés tienen mayor riesgo de tener bajo peso al nacer, nacimiento prematuro y afecciones graves.
Silvia: En la misma página del Ministerio de Salud de Paraguay hay información sobre esto: allí se explica que los embarazos de niñas y adolescentes son considerados de riesgo o de alto riesgo. Y dice también, cito, que “la menor no se encuentra en condiciones para afrontar un embarazo, ni física ni psíquicamente”. Pero, para Óscar Ávila, todo esto son cosas que se dicen en la prensa.
Ávila: Hasta este momento, contrario a todo lo que dicen los medios de comunicación, de que es muy peligroso que una niña tenga o dé a luz y con un alto índice de mortalidad materna, nosotros no hemos tenido ni uno solo. Tuvimos casos complicados por razones obvias que tienen que aparecer pero han salido bien.
Eliezer: La mayoría de las niñas y adolescentes embarazadas a las que llevan a dar a luz han sido abusadas. En 2022, la Fiscalía de Paraguay atendió 3800 casos de abuso sexual, a los que se suman 900 casos de estupro, como se califican las violaciones a menores de entre 14 y 17 años. Aunque las denuncias han aumentado, existe un problema claro de subregistro de casos, porque las víctimas suelen conocer a su agresor.
Silvia: Y suele haber un prejuicio con estos casos: creer que solo ocurren en las casas de las familias pobres.
Juliana: Esto transcurre en todo tipo de familias. En familias de clase media, en familias de clase alta, en familias humildes.
Silvia: Cuando no se trata de alguna forma de abuso sexual, como es en la mayoría de los casos de niñas y adolescentes embarazadas, entra en juego la falta de acceso a información y métodos de prevención.
Juliana: O en el caso de relaciones sexuales mantenidas entre pares, no han tenido acceso a la educación integral de la sexualidad o el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva.
Eliezer: Varios informes y especialistas plantean que, en Paraguay, la educación sexual se limita a brindar información biológica sobre reproducción y transmisión de enfermedades, con un abordaje teórico y moralista. Hablar de embarazo infantil y adolescente, abuso sexual o aborto suele ser tabú en el aula.
Juliana: Si las niñas no tienen educación integral de la sexualidad, si no pueden, después de ser abusadas, acceder a un aborto legal, si no pueden encima acceder a un sistema de contención real, lo que termina pasando es que se produce una epidemia de embarazos infantiles y refugios como la Casa Rosa María se convierten en una de las pocas opciones para niñas y adolescentes con embarazos forzados.
Eliezer: La legislación paraguaya castiga a la mujer que se realiza un aborto hasta con dos años de cárcel para la embarazada y con penas más altas para terceros que participen. Solo se puede interrumpir un embarazo para evitar riesgos de vida de la madre. Pero en los hechos, los especialistas coinciden en que es bastante difícil que se concrete aún en estos casos.
Juliana: Las niñas y adolescentes que quedan embarazadas tienen pocas opciones, más allá de dar a luz, ya sea que quieran o no ser madres.
Silvia: Después de la pausa, los testimonios de dos jóvenes que vivieron en la Casa Rosa María, y las razones por las que Paraguay es considerado un laboratorio de ideas antiderechos.
Eliezer: Ya volvemos
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Silvia: Estamos de vuelta en El hilo. Para entender el tipo de historias de vida que existen detrás de las niñas que llegan embarazadas a la Casa Rosa María, Juliana y Nathaniel hablaron con dos jóvenes, hoy adultas, que pasaron por ese albergue.
Juliana: Decidimos hablar con dos mujeres que ya salieron de la Casa Rosa María, que hoy ya son madres, son mayores de edad y pueden tomar la decisión consentida de una entrevista.
Eliezer: Una de ellas es Lucía, como vamos a llamarla: decidimos cambiar su nombre para no exponerla. Lucía nació en una localidad del interior de Paraguay. Hoy tiene 28 años y dos hijos.
Juliana: Desde muy chiquita creció migrando de una casa a la otra.
Lucía: Yo era menor de edad, yo no tenía familia prácticamente. No conocía a mi familia, ya sea papá, mamá ni hermanos.
Juliana: Desde chiquitita dejó su hogar en una casa en el interior del país, a otras ciudades más cercanas a Asunción, en las cuales casas de familia la recibían para que se ponga a trabajar en tareas domésticas.
Lucía: La intención era que estudie, trabaje y pueda salir adelante.
Silvia: En ese momento tenía 12 años.
Lucía: Uno cuando vive en casa de gente que no es tu familia, es normalmente muy poca gente es la que le acoge como verdaderamente una familia y le trata como una familia. A no todos nos llega esa experiencia de sentir ese amor y calor del hogar de familia, cosa que a mí no me tocó. En mis cumpleaños nunca a mí nadie me hacía una tortita, y el que era sus hijos, que sí eran sus hijos, siempre hubo un cumpleaños y son esos pequeños detalles que a mí me hacían sentir sola, que yo no me sentía parte de esa familia.
Eliezer: Le daban techo y comida, pero todo lo demás tenía que conseguirlo por su cuenta.
Lucía: Y bueno después el resto yo me tenía que batallar. Y yo entraba en la escuela y yo me tenía que poner todo. Y bueno, y así yo me compraba mis cositas para la escuela, ropa, zapatos, todo.
Juliana: Y después de un tiempo se fue complicando la situación. A nivel familiar se vieron como imposibilitados de seguir sosteniéndola ahí, entonces tuvo que ir a otra ciudad, con otra familia y empezar de cero de la misma manera, ¿no?
Lucía: Parecía que me arrancaban de mi hogar. Es como si fuera que me arrancaron así parte de mí en ese momento, porque así me sentí.
Eliezer: La historia de Lucía se parece a la de muchas niñas que migran desde el interior del país y que llegan a la capital con la idea de estudiar y trabajar en casas de familia. Esta es una costumbre muy arraigada en Paraguay y a estas niñas suelen llamarlas criaditas.
Julia Cabello: Que son las niñitas que son arrancadas de sus hogares o entregadas por su propia familia para que sean trabajadoras domésticas, en casas generalmente en centros urbanos, en donde a cambio de educación, en teoría, y techo trabajan, ¿verdad?
Silvia: Ella es Julia Cabello, abogada y coordinadora legal en Amnistía Internacional Paraguay.
Julia: En muchos de los casos se puede dar incluso una situación de servidumbre, de esclavitud, porque puede ser que hasta no exista el pago. En otros casos puede haber pago, pero ni siquiera se da esa promesa o esa contraprestación de estudios. Incluso hoy eso está asimilado como una suerte de trata.
Silvia: Se estima que en Paraguay hay unas cincuenta mil niñas —la mayoría son niñas— y adolescentes en situación de criadazgo, de acuerdo a los últimos datos oficiales, de 2011. El criadazgo y el trabajo infantil doméstico son considerados trabajo peligroso asociados a la esclavitud moderna. Si bien no hay una legislación específica para el criadazgo, las autoridades y la justicia paraguaya han aplicado la normativa sobre trata interna para estos casos. A pesar de esto y de las numerosas recomendaciones para erradicarlo, en Paraguay el criadazgo sigue siendo una práctica arraigada, que suele aceptarse como un acuerdo voluntario entre las familias, incluso benéfico para la niña.
Varios informes citados por Unicef describen los riesgos de esta práctica para las niñas: falta de la educación prometida, lesiones relacionadas con la cocina, quemaduras y cortes, falta de atención médica, maltrato, abuso sexual y embarazos no deseados. También destaca que estas niñas son especialmente vulnerables a la trata para explotación sexual.
Julia Cabello: Hay casos de niñas que murieron por golpizas dadas por sus patrones. Casos de abuso sexual, muchísimo.
Eliezer: No es sencillo cambiar la mirada sobre esta costumbre, porque esta situación de servidumbre suele presentarse como “una oportunidad”.
Julia Cabello: Sí, se da con cierta perversidad, incluso diría yo. Como una situación de aparente afecto, es decir, la niña en muchos de los casos la llama madrina o padrino a su patrones, en otros sí es directamente patrón y la patrona, pero en otros casos se da como esa suerte de vínculo, de cariño, pero en el fondo son abusos, son abusos tremendos.
Silvia: Para Rosalía Vega, directora ejecutiva de Amnistía Internacional en Paraguay, el problema va más allá de una cuestión de clase.
Rosalía Vega: Es un problema profundo. Creo que no solamente guarda relación con una cuestión estructural, sino también con una cuestión cultural. Por ejemplo, en el Paraguay está permitido la unión temprana entre niñas y adolescentes con personas adultas, principalmente en el interior del país. Y además son familias que aceptan y aprueban ese tipo de uniones.
Eliezer: Las especialistas de Amnistía les contaron a Nathaniel y a Juliana sobre diferentes casos que han recibido.
Julia Cabello: Nosotros accedimos a casos en donde la madre de la niña, de una niña, de qué sé yo, 15 años, que está juntada entre comillas, con alguien de 30 o de 35, la madre de la niña dice, pero ¿por qué? Si ella quiere y nosotros qué sé yo. Porque generalmente también se da transversalizada con una situación de pobreza. Entonces, esas uniones en varias ocasiones se dan por una persona, por un hombre mayor que mantiene a la familia de la niña. Entonces lo que se hace en la práctica es una entrega, ¿verdad? Pero culturalmente muy, muy tolerada.
Eliezer: La historia de Lucía permite ver de qué forma la ausencia del Estado y las cuestiones culturales se combinan para dar sentido a instituciones como la Casa Rosa María, donde ella vivió dos veces. La primera vez tenía 14 años. No estaba embarazada, pero hicieron una excepción porque la familia donde vivía ya no podía seguir con ella. Estuvo cerca de un año. La segunda vez tenía 17 años y estaba embarazada.
Juliana: Se termina embarazando de un vínculo que tuvo. Ella lo describe como como consentido.
Lucía: Estaba por terminar mi colegio, ahí fue que yo me embaracé. Súper ingenua, ¡Dios santo! Cuando uno es joven y cuando se enamora… ¡uff! Ni te digo. Y el papá de mi hijo en ese momento ya era mayor. Seguramente yo creí que me iba a cuidar porque uno se supone que se siente más seguro con una persona mayor que con un menor o de tu edad, ¿entendés? Eso fue lo que yo creí, pero todo lo contrario. No me cuidó, me embaracé. Yo no sabía. A los cuatro meses me enteré. Y bueno, yo dije: no, no, no, no, no, no quería saber nada. Nada, no quería saber.
Juliana: Y una de las familias para las cuales ella estaba trabajando le recomiendan ir a la Casa Rosa María.
Silvia: Estaba llegando a su quinto mes de embarazo.
Lucía: Entonces dije: seguramente Dios me mandó por algo y para algo será y de alguna u otra forma tengo que aceptar.
Eliezer: Lucía le contó a Juliana el diálogo que tuvo en ese momento con su patrona.
Lucía: Tu bebé ya está todo. Ni se te ocurra ahora pensar en nada ni tomarte nada porque tu hijo ya está todo. Y ahí ya supe el sexo y todo, porque ahí casi 5 ya era, y ahí ya supe hasta el sexo que iba a ser varón. Y yo no quería saber nada. Nada no quería saber.
Silvia: Y en caso de no querer al niño, contó Lucía, su patrona le ofreció una alternativa:
Lucía: Vas a estar súper cuidada y tu criatura también. Y en todo caso si vos no le llegás a aceptar a tu hijo en ese lugar, yo me voy a hacer cargo de tu hijo.
Silvia: Lucía volvió a la Casa Rosa María.
Lucía: Bueno, cuando yo llegué al hogar me recibieron súper bien.
Juliana: Llega a la casa de Rosa María. Ella como en varias oportunidades cuando llega una niña a la casa tiene una habitación para ella, una camita, na mesita de luz, una ventana. Son habitaciones muy pequeñas, al menos las que yo pude ver.
Eliezer: La vida en la casa era estricta, le dijo Lucía a Juliana, con salidas restringidas.
Lucía: Vos estás encerrada ahí todas las 24 horas del día porque no salís a ningún lado. El único lugar al que nosotros íbamos era la misa los domingos y nada más. Después no salíamos por ningún lado, excepto para ir al súper o al hospital.
Silvia: También contó que les prohibían usar el celular.
Lucía: Según ellos es para evitar que las chicas hablen con los muchachitos.
Eliezer: Juliana encontró un elemento en común en las entrevistas que hizo: el rol central del director de la Casa Rosa María para convencer a las niñas y adolescentes de continuar con el embarazo.
Juliana: Ella cuenta que tuvo como una conversación que le pareció como la fundamental, que le hizo como convencerse absolutamente de que quería llevar a término el embarazo.
Lucía: Me agarró de la mano y empezamos a hablar, ¿verdad? Y me dijo saca todo lo que tenés, porque vos tenés algo ahí atorado que no estás sacando. Eso es lo que hace que vos estés haciendo distancia con tu criatura, porque ese tu ser, es tu sangre, es tu carne, prácticamente tiene que ser tu vida, porque va a salir de tu vientre, me dice. Y ahí me empieza él a hablar como un padre, siempre fue como un papá, abuelo, de todos ahí.
Juliana: Todos describen ese momento de la incertidumbre de decir: yo no tenía esto previsto, yo no estaba segura de qué era lo que quería. Y sin embargo terminan como, como llegando a la conclusión de que es lo que les queda.
Silvia: Lo mismo le ocurrió a Gabriela, otra mujer que pasó por la Casa Rosa María cuando era adolescente. También hemos cambiado su nombre para proteger su privacidad. Hoy Gabriela tiene 27 años, en ese momento tenía 17 y en una parroquia vendía chipá guazú, un pastel típico de Paraguay.
Juliana: Ella tiene una situación de vida terrible. Su entonces pareja le sugiere que se ponga en contacto con este grupo y las pone en comunicación.
Silvia: Gabriela había intentado abortar con pastillas que había conseguido en el mercado ilegal. Pero su embarazo ya estaba muy avanzado.
Gabriela: Y ahí yo me topé con la realidad de muchas chicas más. Por ejemplo, había niñas de 12 o 13 años que ya estaban embarazadas por violaciones que le trae la Fiscalía inclusive. La Fiscalía le trae a las nenas, 12 o 13 años más o menos que ellas estaban embarazadas y estaban ahí, ¿verdad?
Eliezer: En el relato de Gabriela también aparece la influencia que tuvo Ávila sobre su decisión:
Gabriela: También empecé a ver al señor Ávila. Él me obligaba, me decía: toca tu panza, decíle a tu bebé que le querés. Así, porque yo no quería saber nada todavía en ese entonces del bebé, ¿verdad? Veía también ahí en la casa cómo las niñas le querían a sus bebés. Les cuidaban, les mimaban y yo dije…porque yo mi miedo era que cómo yo iba a ser mamá si tengo 17 años. Yo no sé nada. Y como veía que ellas podían, dije: yo también voy a poder. Si ellas pueden, ¿por qué yo no voy a poder?
Silvia: Juliana dice que el caso de Gabriela es diferente al de Lucía, cuya historia podría ser tomada como un ejemplo emblemático de lo que buscan en la Casa Rosa María…
Juliana: Ella queda en contacto con los administradores del hogar, es super agradecida y da la impresión de que se siente como endeudada con ellos de alguna manera. En el caso de Gabriela, sin embargo, se nota una distancia mucho más clara, mucho más evidente. Gabriela cuenta que le hubiese gustado manejar información, porque en ese entonces incluso ella no sabía lo que era el preservativo, lo pone ella como ejemplo ¿no?
Gabriela: Yo no le juzgo a nadie, ¿verdad? O sea, es decisión de cada uno. Pero sí, que, que yo también estoy en desacuerdo. Por eso ahora que estoy así, me decidí alejar un poco también de la Iglesia porque muchas cosas no me gustan tampoco. Yo, por ejemplo, estoy de acuerdo en que a las chicas, o sea a las jovencitas se les enseñe desde temprano cómo cuidarse, porque yo, por ejemplo, no recibí eso, yo no sabía ni qué era eso.
Juliana: ¿El preservativo es eso?
Gabriela: Sí, ¿entendés? Es difícil pasar por un embarazo adolescente. Difícil es ser una mamá adolescente. Muy difícil. Y mejor si uno puede prevenir, que prevenga.
Silvia: Bien. Bueno, hablemos entonces más amplio fuera de esta casa. ¿Qué más hacen los políticos o grupos antiderechos en Paraguay? ¿Qué tan influyentes son?
Juliana: Los grupos anti derechos son profundamente influyentes en la política paraguaya, en especial en los partidos conservadores. Nosotros tenemos un gobierno Colorado, que es el mismo partido que viene gobernando desde la dictadura de Alfredo Stroessner, con una brevísima interrupción, y ese partido tambien se autoproclama provida. Provida, profamilia, defensor de la patria.
Eliezer: Para entender cómo esta perspectiva se traduce en políticas públicas que afectan a todos, Juliana y Nathaniel también entrevistaron a Mirta Moragas, abogada de derechos humanos y feminista, que estudia estos movimientos conservadores y su influencia en Paraguay.
Mirta Moragas: Una de las prioridades de los grupos antiderecho es la lucha contra el género en la educación, contra la educación integral de la sexualidad y sobre todo en el ámbito de la educación, porque finalmente ahí es donde está la batalla cultural.
Silvia: Se refiere a la Iglesia católica, a grupos evangélicos que han crecido en los últimos años, y también a colegios privados, asociaciones de padres…
Mirta: Como hay un match de agendas, digamos entre los partidos tradicionales que ya tienen espacio político y la Iglesia evangélica es que los referentes evangélicos terminan en los partidos tradicionales.
Eliezer: Por ejemplo, el ex pastor evangélico Arnoldo Wiens, que fue senador por el partido colorado y se convirtió en ministro de Obras Públicas los primeros cuatro años del gobierno de Mario Abdo Benítez. O Eduardo Petta, un líder evangélico que fue nombrado como ministro de Educación al comienzo de la gestión. Durante su paso por el ministerio, Petta prohibió la circulación de una guía de educación sexual integral para docentes. Y promocionó que pastores evangélicos dictaran seminarios a docentes y estudiantes.
Según Mirta Moragas, Paraguay es un territorio fértil para experimentos de grupos antiderechos. Ella dio varios ejemplos, como la prohibición de la educación de género en 2017, de la que hablamos al principio, o la creación de un registro de no nacidos para fortalecer el marco legal contra el aborto.
Mirta: Lo que está pasando en los últimos años es que es como una especie de laboratorio de cuestiones antiderechos o de cuestiones antidemocráticas incluso, apelando a esa invisibilidad. O sea esa invisibilidad hace fácil de que pruebes cosas que se hacen en otros países.
Silvia: Si bien en Paraguay existen grupos de estudiantes, activistas LGBT, feministas y familias que piden que se implementen cursos integrales de educación sexual y de prevención del abuso, está claro que son una minoría.
En abril de este año, el partido Colorado volvió a ganar las elecciones. Santiago Peña, que asumirá la presidencia en agosto, ha dicho que está en contra de “la agenda globalista” y “en contra del matrimonio igualitario y el aborto”.
En mayo, el municipio de la ciudad de Asunción donde está la Casa Rosa María se declaró provida. Pero este no fue el primer nombramiento de este tipo: al menos 10 ciudades paraguayas ya han sido declaradas así.
Nausícaa Palomeque: Este episodio fue producido por por mí, con reportería de Juliana Quintana y Nathaniel Janowitz. Lo editaron Silvia y Eliezer. Bruno Scelza hizo el fact checking. La mezcla, el diseño de sonido y la música son de Elías González.
Gracias a la abogada Mirta Moragas, a la psicóloga Marta Benítez, directora de Global Infancia, y a Amnistía Paraguay por su ayuda durante el proceso de producción de este episodio.
El resto del equipo de El hilo incluye a Daniela Cruzat, Mariana Zúñiga, Analía Llorente, Samantha Proaño, Paola Alean, Laura Rojas Aponte, Juan David Naranjo Navarro, Elsa Liliana Ulloa y Camilo Jiménez Santofimio. Daniel Alarcón es nuestro director editorial. Carolina Guerrero es la CEO de Radio Ambulante Estudios. Nuestro tema musical lo compuso Pauchi Sasaki.
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Yo soy Nausícaa Palomeque.
Gracias por escuchar.