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En abril, cuando la pandemia empezó estallar en América Latina, el venezolano Orlando Pimentel decidió volver caminando desde Ecuador a su país. Nuestra productora Mariana Zúñiga siguió su recorrido durante meses, desde que salió de Guayaquil, a través de su paso por Colombia, y hasta que llegó a Venezuela. Hoy, a cinco meses de su llegada, retomamos su historia. ¿Qué ha pasado con su vida? ¿Cómo ha cambiado Venezuela desde su partida en 2019? ¿Y qué nos dice su experiencia sobre la migración venezolana?
Créditos:
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Producción y reportería
Mariana Zúñiga -
Edición
Silvia Viñas, Daniel Alarcón, Eliezer Budasoff -
Verificación de datos
Desirée Yépez -
Diseño de sonido
Elías González -
Música
Remy Lozano, Pauchi Sasaki -
Fotografía
Orlando Pimentel
Transcripciones:
Transcripción:
Silvia Viñas: Hola. Antes de comenzar, queremos agradecerles a quienes se han unido a Deambulantes, nuestras membresías. En menos de un mes recogimos setenta mil dólares, nuestra meta de financiamiento de 2020. Ahora quedan dos semanas del año, y nos propusimos un nuevo objetivo. Necesitamos llegar a noventa mil dólares, y estamos cerca de lograrlo. Tu contribución, no importa el monto, tendrá un gran impacto en los desafíos del 2021 y nos ayudará a garantizar nuestro periodismo riguroso e independiente. Para donar ve a elhilo.audio/apoyanos. Y recuerda que si estás en Estados Unidos, tu donación es deducible de impuestos. ¡Gracias!
Orlando Pimentel: ¿Me da tristeza irme de Ecuador? Sí, sí, porque yo no la pasé mal aquí, en verdad no la pasé mal. En un momento pensé que podía ser un futuro en este país. Y las circunstancias no, no lo permitieron.
Silvia: Él es Orlando Pimentel. Es venezolano, y en abril de este año, en medio de la pandemia, decidió regresar a su país… caminando.
Orlando: Muchas veces te he dicho que creo que fallé y no quiero hacerlo. No quiero, no quiero fallar. No quiero fallar en algo tan sencillo como es caminar, como es caminar y llegar a mi casa. Llegar en mi casa. Cumplír mi cuarentena, donde me diga el estado venezolano donde tengo que cumplirla, y salir de esto una vez por todas.
Eliezer Budasoff: Bienvenidos a El hilo, un podcast de Radio Ambulante Estudios. Soy Eliezer Budasoff.
Silvia: Y yo soy Silvia Viñas. Para terminar este primer año de El hilo, queremos volver a una de las historias que más nos impactó. En mayo, conocimos a Orlando cuando estaba en pleno viaje.
Eliezer: Hoy, ¿qué pasó con Orlando? Y qué nos dice su experiencia sobre lo que han vivido cientos de miles de venezolanos que, como él, decidieron regresar a casa este año.
Es 18 de diciembre de 2020.
Eliezer: Mariana, recuerdanos rápidamente quién es Orlando y cuál es su historia.
Mariana Zúñiga: Orlando Pimentel es un venezolano con el que yo estuve intercambiando mensajes a través de WhatsApp a lo largo de este año.
Eliezer: Orlando salió de Venezuela en septiembre de 2019 huyendo de la crisis económica, política y social que se vive en el país desde hace varios años.
Mariana: Y bueno, Orlando llega, llega a Ecuador y en este año él estaba viviendo en Guayaquil. Estaba a punto de empezar un emprendimiento, un carrito de comida rápida, y en ese momento, en marzo, empezó la pandemia.
Silvia: Recordemos que por más de dos meses Guayaquil fue el epicentro del virus en Ecuador y en la región…
Mariana: Entonces Orlando se queda sin empleo.
Eliezer: Y no fue el único. Cientos de venezolanos que vivían en Ecuador perdieron sus trabajos y fueron echados de los lugares que arrendaban.
Silvia: Entonces, Orlando creó un grupo de WhatsApp con otros venezolanos que estaban en la misma situación.
Mariana: Que se llamaba ´Volvamos a casa, es hora´. Y entonces bueno, junto con esos venezolanos decidió regresar a Venezuela caminando.
Eliezer: Orlando emprendió su viaje a mediados de abril. En la primera parte, recorrió más de cuatrocientos kilómetros, desde Guayaquil hasta Quito, casi todo a pie. En Quito se quedó varios días en un refugio, junto a otros venezolanos.
Silvia: Mariana, la última vez que hablamos, Orlando todavía estaba en el refugio en Ecuador, esperando vuelos humanitarios a Venezuela ¿Qué pasó desde entonces?
Mariana: De esos vuelos humanitarios que fueron prometidos solo dos salieron y el resto fue cancelado. Entonces Orlando decidió junto a su grupo, que eran cinco personas en ese momento que ya no podían quedarse esperando en el refugio con los brazos cruzados porque no iban a llegar a ningún lado. Entonces un día agarraron sus maletas y siguieron caminando hasta la frontera entre Ecuador y Colombia.
Orlando: En cualquier momento te voy a mandar la foto del recorrido desde Quito hasta Tulcán, para que veas cómo fue ese pedacito. Fue más, más loco que el de Guayaquil a Quito. Pero estoy bien, estoy bien. Descansé bastante anoche.
Silvia: En la foto que menciona Orlando aparece una carretera en donde se ven colinas hasta el horizonte. Durante ese segundo tramo Orlando y su grupo caminaron más de doscientos kilómetros hasta llegar al puente Rumichaca, que divide Ecuador y Colombia.
Mariana: Como era de esperarse, el puente estaba cerrado, ya que todas las fronteras de la mayoría de los países de la región han estado cerradas por la gran parte del año debido a la pandemia. Entonces, en ese momento ellos deciden contratar a una persona.
Orlando: Tu sabes que todo el mundo tiene que contratar un trochero, es el que te va a pasar, el que te va llevar y eso, y tu le pagabas.
Mariana: Para poder cruzar por lo que por lo que él llama la trocha, es decir caminos ilegales. Este es un cruce que él me contó que es bastante complicado y mucho más si… si llevas una maleta a cuestas.
Orlando: Súper loco esa trocha. Algo super… ¿Ven? ¿Describirtelo? Casi me muero de cansancio, de agotamiento, de… de estrés, todo eso. Un cerro para bajar empantanado que bueno, si te caes, caes en un río, después un puente y después otra montaña a subir, impresionante. Faltó un poquito para botar la maleta.
Eliezer: Al llegar a Colombia, Orlando y su grupo fueron directamente al terminal de autobuses de la ciudad de Ipiales.
Mariana: Había un rumor de que había unos autobuses humanitarios que estaban llevando a gente desde Ipiales hasta Venezuela. Pero resulta que al final eso era sólo un rumor más y los únicos que estaban partiendo de ese terminal eran autobuses privados que costaban dinero.
Silvia: Pero Orlando no tenía suficiente dinero, porque él y sus compañeros habían usado lo poco que le quedaba para pagarle al hombre que los cruzó ilegalmente de Ecuador a Colombia.
Mariana: Y ellos, pues al no tener dinero, decidieron esperar ahí también y acampar.
Orlando: Aquí hay como más de setecientas personas en este terminal y estamos acampando, bueno. Ahorita te envié un video que se hizo ayer porque la gente ya se está desesperando.
Mariana: Y acamparon en unas condiciones que él me dijo que eran bastante extremas porque improvisaron carpas con bolsas de basura negras y tuvieron que dormir abrazados porque hacía mucho frío.
Orlando: Hay muchos niños, muchos niños aquí. Una cosa tremenda.
Eliezer: Y así, bajo esas condiciones, fueron pasando los días.
Orlando: Hola Mariana, no… estoy en Ipiales todavía no hemos podido salir de aquí y bueno, una locura esto, una locura aquí con el grupo y no sé ni que hacer, te lo juro, estoy en una incertidumbre total.
Silvia: Cuando Mariana recibió este mensaje, Orlando y sus compañeros ya habían estado más de una semana durmiendo en el terminal de autobuses.
Mariana: En Ipiales estuvo varado unos dieciséis días. En el tiempo en el que él estuvo allí, él me presentó al grupo. Era la primera vez que me hablaba de cada uno de ellos con detalles.
Eliezer: La más joven del grupo tenía doce años. Orlando le decía la cantante del grupo. Ella estaba viajando en compañía de su mamá, Roselyn. También estaba Deyker, un chico de veintitrés años al que Orlando trataba como a un hijo. Otro chico al que le decían el barbero y José Grego, que reparaba celulares.
Silvia: Y claro, Orlando era el cocinero. Cada uno de ellos tenía un rol que les hacía el camino más llevadero. Y seguían en contacto con las personas que estaban en el grupo de WhatsApp y que ya habían llegado a Venezuela. De hecho, cuando ellos se enteraron que Orlando estaba atrapado en Ipiales, recolectaron dinero para que él y los demás pudieran comprar un pasaje de autobús a Venezuela.
Orlando: Hola Mariana ¿Cómo estás? Buenos días. Bueno, te cuento que anoche salimos rumbo a Arauca y ya vamos vía a Venezuela.
Mariana: Cuando entraron a Venezuela entraron por Arauca, que es la región del llano venezolano. Y una vez que llegaron allí, Orlando me dijo que tuvieron que hacer una cuarentena en una escuela local y que al principio la gente del pueblo pues no lo recibió muy bien porque pensaban que estaban infectados.
Orlando: A ellos no les notificaron que iba un grupo de doscientos cuarenta ciudadanos venezolanos y el recibimiento fue con piedras, botellas y todo eso. Hasta la guardia nacional intervino, tuvo que echar disparos al aire. Porque el alcalde no le notificó al pueblo que nosotros íbamos a llegar. Después de que se enteraron de que no, que todos veníamos ya con sus pruebas hechas, en negativo y todo eso, fue que la gente se quedó bien.
Eliezer: Orlando le contó a Mariana que en esa escuela donde hizo la cuarentena, las condiciones no eran tan malas como en otros refugios en otras partes del país.
Orlando: Tengo noticias de muchos refugios que estaban pasando hambre, necesidades tremendas. A nosotros nos fue bien porque nunca había habido nadie allí. No había tantas… tantas dificultades. Desayuno, almuerzo y cena, precario, pero desayuno, almuerzo y cena. Agua todo el tiempo. Nosotros mismos nos apoderamos de los salones por grupo, nos poníamos por grupo.
Mariana: En ese momento él me dijo que reflexionó mucho. Me dijo que se sentía raro porque sentía que estaba llegando a un lugar que estaba peor de lo que él lo había dejado cuando se fue.
Orlando: Más inconsciente, más quebrada, más… esa fue la Venezuela que veo que conseguimos. Esperare a llegar a mi casa. Una cosa es que te lo digan y otra cosa es que lo vivas.
Silvia: Casi tres meses después de que comenzó su odisea, y luego de quince días en cuarentena dentro de esa escuela, las autoridades fueron enviando a las personas de vuelta a sus ciudades. Poco a poco sus compañeros se fueron yendo. A finales de julio, el autobús de Orlando, que iba para Caracas, fue el último en salir.
Orlando: Con respecto a la despedida, mira, hoy ha sido rudo. Hoy ha sido rudo. Roselyn y su hija se despidieron de mí. Bueno, la niña, me afectó mucho su despedida. Ricardo ahorita me acabo de despedir y te lo juro que era como despedir a un hijo. Quedé yo de último y como le digo a Roselyn, quedé recogiendo las sillas y los vasos. Dice Ros, que arrecho, que yo fui el que comenzó con todo esto y soy el último, el último del grupo.
Eliezer: Durante todo este tiempo, en su casa lo esperaba su esposa. Habíamos escuchado a Orlando hablar de ella en el primer episodio que hicimos sobre su viaje.
Silvia: Esta vez, mientras Orlando iba camino a casa, Mariana se puso en contacto con ella.
Carolina: Hola, mi nombre es Carolina Oropeza. Tengo cuarenta y tres años de edad. Trabajo en el área deportiva, y vivo en Caracas.
Mariana: Carolina me dijo que ya para diciembre del año pasado ella sentía que Orlando tenía que devolverse.
Carolina: Porque ya se estaba presentando lo que es la xenofobia, por ser venezolano no le daban empleo, por ser venezolano “es que…” por ser venezolano, bueno…
Mariana: Y es que en ese momento Carolina estaba leyendo muchas cosas sobre xenofobia hacia los venezolanos en diferentes partes de la región y eso la tenía muy inquieta.
Carolina: Pensé que debía regresar antes que se complicara más las cosas o que se pusieran más difíciles.
Silvia: Durante el viaje, Carolina siempre trató de darle fuerza a Orlando a pesar de la distancia.
Mariana: Ella trató de ser siempre como su piedra, como su bastón durante el camino.
Carolina: Al principio sí, se… no creo, le decía que se viniera, pero bueno, era su decisión esperar. Pero al momento del viaje, de la travesía, nunca, nunca sentí decirle nada. Todo lo contrario, darle aliento. Darle aliento porque debe ser horrible, debe ser difícil lo que él vivió. Y yo siempre he respetado las decisiones de Orlando. Muy a pesar de todo, de que no me guste o algo así, yo las respeto.
Silvia: De lo que nos has contado de Orlando, creo que ya todos como que tenemos una idea en nuestra cabeza de cómo es Orlando, pero no sé si Carolina te describió cómo es Orlando ¿Qué piensa ella de él?
Mariana: Bueno, este… Carolina describe a Orlando como una persona soñadora, súper soñadora.
Carolina: Él tiene muchos sueños. Por eso le era tan difícil estar aquí en Venezuela sin poder satisfacer uno solo, sin poder cumplir una sola meta.
Mariana: Una persona impulsiva.
Carolina: Olvidadizo. Bueno, ni hablar, eso es un tema.
Mariana: Dice, y servicial.
Carolina: Por eso era tan preocupante, porque él es muy servicial. El está atento con otras cosas, de otras personas. Es buena persona, es muy buena persona. Tiene que controlar un poco eso.
Eliezer: Mariana Y al final, bueno, Orlando llegó sano y salvo a Venezuela ¿no? ¿Qué sintió Carolina cuando se enteró de que Orlando había llegado?
Mariana: Yo creo que no le cabía en el pecho tanta, tanta emoción.
Carolina: Cuando llegó a Venezuela fue una sensación única. Que creo que todavía la estoy viviendo. Creo que lloré. Llamé a mis hermanas que han sido sido un gran apoyo, mis hermanas, mi familia, en cuanto a superar la ausencia Orlando. Tal vez yo no sea muy expresiva con mis emociones. Pero es emocionante, la verdad que sí, saber que está aquí.
A mí no me importa verlo, te lo juro, yo lo que quiero es sentirlo. Sentir su ser, sentir a mi esposo, abrazarlo, sentir su piel, su calor, su respiración. Eso siempre ha sido y yo siempre le he dicho a Orlando: abrázame, no me importa si estás molesto, si estás… no quiero besos, yo no quiero nada, yo quiero un abrazo tuyo, sentirte. Un abrazo de esos reconfortantes, de los que te hacen saber que estás allí, que estás presente.
Silvia: Ya volvemos
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Mariana: Es él.
Silvia: Estamos de vuelta en El Hilo. En septiembre, dos meses después de su llegada a Venezuela, Mariana fue a conocer a Orlando.
Mariana: Yo fui a conocerlo los primeros días de septiembre. Era domingo, fui en la mañana, y ese día estaba lloviendo en Caracas. Fui en moto y nos tomó a mí y al motorizado como unos cuarenta minutos llegar desde donde yo vivo. Cuando finalmente dimos con la dirección exacta subimos una colina y ahí parado, frente a una casita amarilla, estaba Orlando esperando por nosotros.
Mariana: ¡Hola! Encantada, un placer ¿cómo estás?
Orlando: Bien, bien, bien.
Mariana: Y fue muy emocionante para mí, la verdad, porque es como finalmente conocer a un amigo por correspondencia, a alguien que sientes que conoces pero que en realidad nunca has visto.
Eliezer: Claro ¿Y él era como te lo imaginabas? Me imagino que después de hablar tanto tiempo con él te habrás hecho una idea acerca de cómo puede haber sido, digamos, ¿no?
Mariana: No era tal cual lo imaginaba. A veces uno, cuando ve la foto de WhatsApp de una persona es como que se te graba esa imagen, pero al final las fotos son tomadas en diferentes momentos de la vida y en este momento se ve que Orlando estaba mucho más gordito. Cuando me encontré me encontré con un hombre, un hombre flaco, y la verdad es que es más alto de lo que yo pensaba. De hecho fue una las primeras cosas que le dijo. Yo soy una persona que mide apenas un metro cincuenta y nueve y él debe medir metro noventa.
Silvia: Ese día, Orlando estaba usando una camiseta sin mangas. Y Mariana notó que en su brazo derecho tenía un tatuaje.
Mariana: Y la verdad es que no pensé que él sería la clase de persona que tendría un tatuaje. O sea, yo lo veía muy serio para eso. Y no significa que las personas serias no puedan tener tatuajes. Yo supongo que estas son imágenes erradas o prejuicios que uno se hace de la gente, que al final entran dentro de patrones y clichés. “Es un señor entonces no puede tener tatuajes”, pero sí, estas cositas me, me sorprendieron.
Mariana: ¿Te iba… te iba a preguntar cómo fue el reencuentro? O sea si me puedes como que medio…
Orlando: ¿Con el gato o con Carolina?
Mariana. Con Carolina…. Con los dos.
Orlando: No, bien, bien, muy bien. Claro que ella esperando como desesperada, toda pálida, y yo no sé por qué.
Eliezer: Ese día, Carolina madrugó.
Carolina: Me vestí con a las seis de la mañana, iba a bajar a comprar y él me llama como a las nueve, me voy, nos sacan de aquí ahorita.
Silvia: De un hotel en el centro de Caracas donde a Orlando le tocó hacer una última cuarentena de siete días.
Carolina: Bueno, eran las dos, tres de la tarde y nada, cuatro de la tarde y nada.
Mariana: Al llegar, el autobús no lo dejó en frente de su casa, sino en la estación de metro más cercana. Entonces él llama a Carolina, y Carolina le pide el favor a un vecino si lo podía recoger. Y este vecino fue en moto hasta abajo, porque ellos viven en una colina, a rescatarlo junto a la bendita maleta, como la hace llamar él, que pues cargó por dos países, tres países.
Orlando: Con la maleta esa loca.
Carolina: Aja… Pero si estaba ansiosa, muy ansiosa. Primero porque también sabes que está la norma de que el distanciamiento. Vienes de otro país, por mucho, vienes de otro lado, por mucha cuarentena que hayas hecho estuviste allá abajo, andamos todos paranoicos con él, entonces no sabía si abrazarlo, si saltarle encima, si alejarme… mandarlo a bañar, primero a ducharse. De verdad que uno, y pero no, se me olvidó el coronavirus. Un abrazo, una paz interna que tenía tiempo que no sentía.
Silvia: No se habían visto por casi un año. Según Carolina, ¿Orlando llegó cambiado después de toda esta experiencia?
Mariana: Ella me dice que sí, que bueno, lo primero y lo más impactante siempre es la parte física.
Carolina: Si dices que Físicamente, adelgazó muchísimo, muchísimo. En cuanto a actitud, es duro cuando tu te haces una meta y no la cumples. Es como cuando te raspan una materia en la universidad, se gradúan tus amigos y tú te quedaste como en la reválida. Yo no lo veo así, pero sí se nota. Sí, se nota. Hay una frustración.
Eliezer: Mariana, todos nuestros países han cambiado el último año, pero siempre da la impresión en América Latina de que ningún país cambia tan rápido como Venezuela ¿Te dijo Orlando cómo encontró el país?
Mariana: Orlando dice que se encontró el país peor, mucho peor de lo que estaba. Mucho más caro que cuando él se fue.
Orlando: Vivo sorprendido todos los días, totalmente sorprendido todos los días. Indiferentemente que Carolina siempre me tenía al día con respecto a cómo estaba la situación.
Mariana: Le impresionó mucho el uso del dólar. Cómo la economía se había dolarizado.
Orlando: Me cuesta mucho ver a la gente que cobra en dólares que no tienen ni la más mínima idea de lo que es ganarse un dólar trabajando.
Mariana: Encontró también diferente la situación de sus vecinos y amigos. La encontró como mucho más precaria que, que antes.
Orlando: El año pasado cuando me fui, que no se veía tanta gente vendiendo cosas de su casa. Todo lo están vendiendo, todo. Y abajo lo ves, los repuestos de cocina, venden licuadoras, vendes… Y se ve que están buenas de uso. O sea, no son cosas viejas como las que ves en el mercado de los corotos, pero aquí ves la gente que está vendiendo ropa y todo.
Eliezer: Vendiendo sus cosas para poder sobrevivir.
Silvia: ¿Qué ha estado haciendo Orlando desde que llegó? ¿Cómo son sus días ahora?
Mariana: Orlando dice que se encuentra completamente aburrido en su casa, que se le cae la casa encima, que no encuentra qué hacer. Y yo me imagino que tiene que ver con haber pasado mucho tiempo afuera y, o sea, afuera en el exterior. Y que él está empezando a vivir lo que el resto del mundo vivió hace meses y por meses. Lo que es una cuarentena, lo que es un encierro, lo que es vivir entre las paredes de tu casa.
Orlando: Tu sabes, que eso es lo que digo yo, que extraño. Que en el refugio, aunque no teníamos televisión, ni nada, ni siquiera internet, estabas en movimiento todo el día. Aquí yo tengo Netflix, tengo movistar tv, tengo directv, tengo internet y todavía no hallo qué hacer.
Carolina: No puedes enfrascarse nada más en la casa. Siempre le digo oye, sal por lo menos allá abajo y compras por lo menos un kilo de cambur, no sé, y te despejas porque en la casa también te embotas. Porque los primeros días de cuarentena para mi fue horrible, sola con el gato. Y cuando menos, no sé, es horrible estar solo en la casa encerrado.
Orlando: En cierto modo estábamos más tranquilos en esos refugios. Y eso lo extraño muchísimo. Te lo juro, de verdad que lo extraño muchísimo. Ya cuando llegas aquí que ves la realidad, ya te despertaste pues, te despertaste aquí.
Silvia: Caminó ¿qué? cientos de kilómetros, ¿no? ¿Tiene secuelas por haber caminado tanto?
Mariana: Sí, en especial una que a mí me pareció como un poco impresionante.
Orlando: Me quedé loco, como que las secuelas de la caminata. Se me están cayendo las uñas de los pies. Y al barbero le pasó, y yo dije ¿ve? ¿será un hongo?, y no. Si tuviera hongos, tuviera hongos en todo el pie. Y ahora a mí.
Eliezer: ¿Ha tenido otras noticias del grupo, se sabe que pasó con ellos después de llegar a Venezuela, más allá de que algunos se le cayeron las uñas también?
Mariana: Me dice que ha estado en constante comunicación con ellos, que siempre tratan de… de hablar.
Orlando: Y te cuento que hoy estaba conversando con el grupo. Con Roselyn, con todos, con el barbero, con toda esa gente.
Mariana: Que también están como enfrentándose con la realidad, pero que muchos están pensando en volver, o sea volver a marcharse.
Orlando: Muchos de ellos se van a devolver.
Mariana: Me comenzó a nombrar a sus compañeros del grupo, y los planes que tenía cada uno.
Orlando: El barbero. Imagínate el barbero.
Mariana: Que también es carnicero, pues le va mejor cortando pelo que vendiendo carne.
Orlando: Roselyn también, y eso que tiene tres motos y todo eso y me dice Orlando nada.
Mariana: Tres motos que podrían dar mucho dinero pero no se han podido ni vender.
Orlando: José Gregorio. Ayer hablé con él.
Mariana: No encuentra trabajo y no sabe qué hacer.
Orlando: Estoy pensando en devolverme, me dijo. Aunque sea para Colombia.
Silvia: Y los planes de Orlando no son tan diferentes… Le dijo a Mariana que su nueva meta es llegar a Estados Unidos.
Mariana: A mí, toda esta conversación con Orlando me ha hecho mucho pensar en esta noticia.
Noticiero: Al menos veinte cadáveres flotando en el mar fueron hallados por las autoridades de Venezuela.
Mariana: Irónicamente, el 6 de diciembre, el día de unas elecciones parlamentarias en que casi nadie participó, habían zarpado dos barcos rumbo a Trinidad y Tobago.
Noticiero: Las víctimas, habían salido de Güiria, estado Sucre, en Venezuela.
Mariana: Y ahora, una semana después es que el mar está escupiendo esos cadáveres descompuestos, hinchados y comidos por la sal. Y es que, para mí la historia de Orlando no acaba aquí. La historia de la migración venezolana no acabó por la pandemia y el número de retornados en realidad es ínfimo si lo comparamos con el número de venezolanos que se fueron alguna vez. Y es que la gente, como seguimos viendo, se sigue yendo.
Eliezer: Y Mariana ¿qué significa entonces una historia como la de Orlando en una época en la que, como tu cuentas, miles de venezolanos siguen arriesgando sus vidas para irse?
Mariana: Pues, la verdad para mí se me hace muy extraño porque es como reportar sobre una, sobre una dualidad. Sobre dos cosas, sobre una persona volviendo a casa cuando al mismo momento, quizás que él entraba, otras seguían saliendo. Orlando regresó para encontrarse con el país que estas personas están dejando. Estas personas que se ahogaron, se ahogaron en el mar pero la verdad es que ya estaban ahogadas de cierta manera y ahogadas por un país que para muchos ya no es digno, o sea no es digno vivir aquí.
Silvia: Antes de cerrar, queremos agradecerles. Este es nuestro último episodio del año… el último de este primer año de El hilo. En estos casi cuarenta episodios, les hemos traído historias de dieciocho países.
Eliezer: A pesar de la extraña y complicada situación de este año, decidimos de todos modos lanzar este proyecto, en el que veníamos trabajando hace más de un año, y estamos sorprendidos y agradecidos de cómo lo han recibido, de lo mucho que nos han acompañado y escuchado.
Eso es gracias a todos ustedes.
Silvia: Entonces, volvemos el 15 de enero. Saludos y que el año que viene sea mucho mejor que este.
En El hilo somos Daniel Alarcón, Álvaro Céspedes, Mariana Zúñiga, Elías González, Desirée Yépez, Paola Alean, Jorge Caraballo, Miranda Mazariegos y Carolina Guerrero. Nuestro tema musical lo compuso Pauchi Sasaki. La música de este episodio fue compuesta por Remy Lozano.
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Yo soy Eliezer Budasoff.
Silvia: Y yo soy Silvia Viñas, gracias por escuchar.