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Todos los días vemos noticias del explosivo aumento de migrantes que esperan en la frontera sur de Estados Unidos con la esperanza de conseguir asilo. Pero no se habla mucho de que miles de ellos deben arriesgar la vida primero en otra frontera para llegar hasta allí: el Tapón del Darién, una de las selvas más peligrosas del mundo, que separa Colombia y Panamá, donde los migrantes tienen que cruzar a pie más de 100 kilómetros de jungla, y sobrevivir a animales salvajes, bandas criminales y grupos paramilitares. Los periodistas Paola Ramos y Miguel Fernández Flores de Vice News recorrieron la zona por 12 días, registrando cómo la pandemia y el abandono de las autoridades han dejado a estos migrantes en manos de los coyotes y de su propia suerte.
Créditos:
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Reportería
Paola Ramos, Miguel Fernández Flores, Juan Arturo Gómez Tobón y Sofía Villamil Ríos -
Producción
Daniela Cruzat -
Edición
Silvia Viñas, Daniel Alarcón, Eliezer Budasoff -
Verificación de datos
Desirée Yépez -
Diseño de sonido y mezcla
Elías González -
Música
Elías González y Remy Lozano -
Tema musical
Pauchi Sasaki -
Fotografía
Srdjan Stojiljkovic/VICE News
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Transcripciones:
Transcripción:
Silvia Viñas: Cada semana en El hilo cubrimos una noticia que trasciende fronteras. Llevamos más de un año y casi sesenta episodios contando la historia detrás de los eventos más importantes de América Latina. Además de cubrir el impacto de la pandemia, hemos publicado episodios sobre cambio climático, sobre migración, sobre las elecciones en Estados Unidos… Hemos pasado días enteros buscando expertas y expertos que te ayuden a entender una región compleja.
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Obispo Hugo Torres: El Darién es una tierra muy bella, con una muy amplia riqueza forestal, con ríos pues casi que vírgenes.
Eliezer Budasoff: Hugo Torres es el obispo de Apartadó, la diócesis que abarca todo el Golfo de Urabá en Colombia. Un pedazo del mar Caribe que parece una bota en el mapa y que por tierra comparte frontera con Panamá. Una frontera dibujada por la selva de la que habla el obispo: el Tapón del Darién.
Obispo Hugo Torres: Un paraíso para el que venga a disfrutar del espacio.
Silvia Viñas: Aunque en sus siete años en la zona, le ha tocado ver la cara que no es apta para turistas.
Obispo Hugo Torres: Es un sitio demasiado peligroso, porque los caminos son muy pocos. Los conocen también muy pocos… y cualquiera se puede perder.
Eliezer: Aún así, cada año son miles los que deciden cruzar esta selva.
Lo hacen empujados por la necesidad, y muchas veces por la desesperación.
Paola Ramos: Son migrantes que vienen de todas partes del mundo. Si tú eres un migrante que por alguna razón no puedes pasar por Centroamérica debido a la restricción de las visas o simplemente a las políticas migratorias de esos países, eso significa que tienes que pasar por la parte del sur del continente.
Miguel: Es una cuestión geográfica. Si tú ves un mapa carretero de América del Sur, todos los caminos que llevan hacia América del Norte, confluyen en el Golfo de Urabá, que es la antesala de la selva del Darién.
Paola: En ese sentido, Colombia se ha convertido en un país de tránsito.
Silvia: Paola Ramos es corresponsal y Miguel Fernández Flores, productor para Vice News. Durante doce días, Paola y Miguel estuvieron en la zona para entender cómo es el camino de migrantes que no sólo vienen de varios países de Latinoamérica, sino que también de Asia y África. Conocieron al obispo en su primer día ahí.
Paola: O sea, que el migrante se ha convertido casi en un negocio para los grupos.
Obispo Hugo Torres: No, no es casi: es un negocio.
Eliezer: Bienvenidos a El hilo, un podcast de Radio Ambulante Estudios. Soy Eliezer Budasoff
Silvia: Y yo soy Silvia Viñas. Desde que comenzó la pandemia, se han publicado infinitas noticias sobre el conflicto de los migrantes varados en la frontera Sur de Estados Unidos. Pero muchos de esos migrantes antes pasan por otra frontera de la que no se habla tanto. Es una barrera natural, una selva densa de más de cien kilómetros que separa Colombia y Panamá.
El Tapón del Darién.
Eliezer: Hoy, el viaje a través de una de las selvas más peligrosas del mundo, donde los migrantes se juegan la vida para tratar de alcanzar un futuro mejor, y cómo el Estado colombiano y la pandemia los han dejado a merced de los coyotes.
Es 30 de abril de 2021.
Silvia: Si miras un mapa, no tiene mucha lógica que un cubano, o un bangladeshi pase por el Darién para llegar a Estados Unidos. Como ya mencionamos, todo tiene que ver con las políticas migratorias de cada país. Digámoslo así: si fuera posible volar a México, directamente, claro, todos lo harían. Pero no lo es.
Entonces la gente va por tierra, comenzando donde puedan, sea Uruguay, Perú, Ecuador… Pero sí o sí… si quieren ir al norte, hay que pasar por Colombia. Por un pueblo llamado Necoclí.
Y ahí comenzaron Paola y Miguel.
Paola: Ayer por la noche llegamos al pueblo de Necoclí. Necoclí es un pequeño pueblo que se encuentra en las orillas del Golfo de Urabá.
Silvia: Desde que comenzaron el viaje, el 20 de enero de este año, Paola grabó notas de voz, algo así como una bitácora.
Paola: Todo estaba oscuro. Pero sí notamos una cosa, que hay varias carpas ¿no? varios pequeños campamentos a lo largo de las orillas del Golfo, donde los migrantes están durmiendo.
Miguel: Necoclí y otra ciudad vecina que se llama Turbo son los puntos de partida donde las lanchas de línea salen hacia los pueblos principales del otro lado del golfo, que es donde empieza la selva, ¿no?
Eliezer: La noche que llegaron a Necoclí, Paola y Miguel no vieron a nadie: solo se escuchaban las olas.
Paola: Y de repente nos levantamos y vimos que había por lo menos setecientos migrantes que estaban varados en la playa. Y notamos que la mayoría de ellos eran cubanos, haitianos y bastantes personas que venían de África.
Silvia: Y estaban esperando tomar una de esas lanchitas para llegar al otro lado.
Eliezer: ¿Cuál era la situación de estos migrantes?
Paola: Estaban estancados.
Mujer cubana: Nosotros no pedimos nada aquí en Colombia. Nosotros no queremos estar aquí en Colombia. Nosotros queremos seguir nuestro camino. Ahora, ilegal no nos vamos a ir porque yo mi vida no la voy a arriesgar. Yo llevo un mes y doce días acá.
Paola: Hoy fue un día bastante largo aquí en Necoclí. Pasamos mucho tiempo en la mañana hablando con un grupo de migrantes. La mayoría eran cubanos. Hablamos con personas que necesitan las cosas más básicas…
Silvia: Por la pandemia, las autoridades de la zona pidieron a las empresas de turismo no vender tickets de lancha a extranjeros que quisieran cruzar el golfo.
Miguel: Por petición de los consejos comunitarios de los otros lados, por el covid, que dicen oigan, no tenemos capacidad como pueblos receptores de atender potencialmente a estas personas que que pudieran llegar enfermas ¿no?
Eliezer: Paola y Miguel se encontraron con mucha desesperación.
Hombre cubano: Bueno, Necesitamos alimentos, necesitamos que nos dejen salir, que nos den una ayuda. No tenemos agua.
Mujer cubana: Tenemos que pagar el baño para ir a orinar.
Paola: ¿Tienen comida?
Hombre cubano: No.
Paola: Las autoridades le han cerrado el acceso…
Hombre cubano: Sí, no…
Paola: Entonces qué opción tienen…
Hombre cubano: No sé ni qué hacer, no sabemos. Algunos quieren hasta quitarse la vida. Yo mismo no sé qué hacer.
Silvia: ¿Y es normal que se queden varados ahí? ¿O es algo que está pasando ahora por covid?
Miguel: No, no es nada nuevo. El cruce del Golfo hacia la selva desde ciudades como Necoclí o Turbo siempre ha sido problemático para los migrantes indocumentados, ¿no? Del otro lado del Golfo es considerado zona fronteriza y se entiende que esas son zonas con ciertas restricciones para cruzar. Entonces, se necesitan salvoconductos que son como unos permisos temporales que permiten cruzar Colombia legalmente. Pero no todo el mundo los tiene porque, este, cruzan a Colombia forma ilegal o porque no saben o porque simplemente no los daban como en la pandemia, ¿no?
Eliezer: Si no tienen un salvoconducto, ¿qué opciones tienen los migrantes cuando el paso está cerrado?
Paola: O sea, cuando llegamos a conocer a esos migrantes, había dos opciones o siguen esperando sin saber exactamente cuándo les van a abrir las puertas o van a través de un coyote. Para darles una idea: si yo compro un billete para irme en una lancha comercial, esos son unos treinta dólares. Si ellos quieren ir a través del coyote, son por lo menos trescientos dólares.
Miguel: Cuando los coyotes cruzan, pues cruzan en embarcaciones pequeñas con sobrepoblación, con cero seguridad. Y ahí, hay este, historias del terror de capitanes sin experiencia que se quedan sin gasolina a la mitad, de lanchas que se queman a la mitad del camino, de lanchas que se parten ¿no?
Silvia: Y por lo que nos cuentan Paola y Miguel, al mar del Golfo de Urabá hay que tenerle respeto.
Miguel: Es un mar que en ciertas temporadas del año es sumamente peligroso. Y cuando los coeficientes suben, como es el caso de enero, pues son montañas de mar. Tú te sientes… en una lancha para sesenta personas, te sientes muy pequeño en esas olas, ¿no?
Eliezer: El miedo hace que muchos migrantes prefieran esperar en Necoclí indefinidamente hasta que puedan abordar una lancha comercial a Capurganá, que es donde comienza la caminata por el Darién.
Silvia: La otra razón, que es imposible obviar es que, como nos dijo Paola, los Coyotes pueden cobrar diez veces más que las lanchas comerciales.
Yacenia: La plata no nos alcanza.
Paola: ¿Con cuánto dinero empezaron el viaje?
Yacenia: Desde que salimos, prácticamente con mil dólares.
Paola: ¿Y ahora cuánto tienen?
Yacenia: Nada.
Eliezer: Ella es Yacenia, una mujer cubana de treinta y un años. Ya ha recorrido Uruguay, Brasil, Perú y Ecuador con su marido.
Silvia: Su plan, como el de tantos, es llegar a Estados Unidos o Canadá, pero además de quedarles muy poco dinero, tienen una sospecha que podría cambiar sus planes.
Yacenia: Vengo con retraso desde hace un mes y tenía como los síntomas de embarazo.
Paola: En ese momento ya estaba visiblemente desesperada ¿no? O sea, se le notaba en la mirada, se le notaban en cómo hablaba. Y estaba muy angustiada porque ella pensaba y sabía que estaba embarazada, salvo que ya llevaba notando desde Perú.
Yacenia: Desesperada, desesperada porque las condiciones acá no son las más prolijas. La higiene es lo principal y más en temas cuando hay pandemia. O sea, esto es hacinamiento, por mucho espacio que haya es hacinamiento. Dormir a la intemperie sin las condiciones, bañándonos un día sí un día no, o dos días sí. Tomando todo el mundo la poca agua que se puede comprar entre todos.
Paola: Ella profesionalmente en Cuba se dedicaba a la profesión de salud, o sea que de alguna manera ella era muy consciente ¿no? y notaba exactamente cómo su cuerpo estaba reaccionando a esas circunstancias extremas.
Paola: ¿Usted quiere ser mamá?
Yacenia: Sí, claro. Ese es mi sueño, mi anhelo. Por algo emprendí este camino para poder darle a mi hijo lo que yo no tuve. De cierta forma, ¿entiende? Darle seguridad y que tenga una vida digna.
Eliezer: Yacenia dice que es inexplicable lo que ha pasado al hacer este recorrido y a veces quisiera dar la vuelta.
Yacenia: Me he querido dar… desde que andaba por Perú. Sí, porque he pasado cosas desagradables. He dormido en una terminal que te sacan de una terminal y te boten a dormir en el suelo. Que te pasen los ratones… Sí, me he querido… pero mira para atrás ¿Qué voy a hacer? Porque de virar para atrás no tengo trabajo, no tengo nada. Yo no le recomiendo a nadie que lo pase, lo que he pasado yo no, no lo recomiendo. Yo llevo aquí cuatro días. Hasta ahora los que han venido son ustedes. O sea, a interesarse por nuestra situación.
Silvia: ¿Cómo es el trato que reciben los migrantes en Colombia y, especialmente, en este pueblo, en Necoclí?
Paola: Cuando estuvimos ahí no vimos nada. ¿No?, Yo creo que eso refleja un poco la política del Gobierno en esos momentos. O sea, se ve una crisis humanitaria, sanitaria, pero no ves ningún tipo de respuesta por parte del gobierno.
Eliezer: Yacenia no es la única que le dijo algo así a Paola y Miguel. La sensación de abandono se repetía en sus conversaciones con los migrantes.
Mujer cubana: Aquí no hay nadie, una persona que venga y te dé la cara, ¿ustedes son emigrantes? Bueno, nosotros ahora tenemos eso cerrado por el Covid, alguien que diga las cosas, pero no lo dicen, no sabemos nada, estamos desinformados.
Miguel: Así es. No hay, no hay un albergue, no existen puestos de salud, no hay nadie que informe sobre estos servicios de existir, ¿no?
Hombre cubano: Nos tratan como unos perros y somos seres humanos igual, como cualquiera, ¿me entiendes? Lo único que nosotros necesitamos es seguir.
Miguel: Yo he hablado con gente que me dicen que en realidad lo que el gobierno colombiano busca es no incentivar que la gente vaya, pero sin dar ninguna ayuda, ni siquiera a los niños, ni siquiera a un baño que sea limpio o como digo, un albergue.
Hombre haitiano: Me siento muy mal porque estoy acá, a veces mi hijo está llorando para comer, que no es porque uno no tiene. Uno está juntando la plata para dormir en el hotel porque no puede estar durmiendo afuera con mi hijo tengo plata para pagarle el hotel a veces, a veces no tengo para darle comida.
Silvia: La situación de estos migrantes es algo que no desconocen las autoridades. Todos son muy conscientes de la evidente crisis humanitaria en el lugar. Pero a la vez dicen que no tienen los recursos para atender tanta necesidad.
Paola: Entonces yo creo que lo que se plantean es ¿cómo vamos a cuidar de estos migrantes cuando no podemos cuidar de nuestros propios ciudadanos?
Eliezer: Para lo que sí hay recursos en la zona, es para atacar al Clan del Golfo, el cartel más grande de Colombia. Para ellos, el Golfo de Urabá es parte importante de las rutas de narcotráfico. Su vegetación densa y sus aguas, que permiten el traslado de lanchas rápidas, hacen que sea más difícil para la policía atraparlos.
Silvia: Para entender a qué se enfrentan los migrantes, y qué tan peligrosa es la zona, Paola y Miguel…
Paola: Es mi primera vez en un helicóptero.
Silvia: Se subieron a un helicóptero con el general Fernando Murillo, director de Investigación Criminal e INTERPOL de la Policía Nacional colombiana.
Paola: Todos los días el helicóptero está ahí…
General Fernando Murillo: Moviéndose, sí, en operaciones. La operación tiene más de tres mil hombres. Todo contra el Clan del Golfo.
Silvia: En una de sus notas de voz, Paola describe parte de lo que vio.
Paola: Nos subimos con los helicópteros. Las personas que están en los helicópteros se dedican a hacer una cosa y eso es que vuelan esos helicópteros encima del Golfo de Urabá y solamente están ahí para ver si el clan del Golfo, está presente.
Paola: En el helicóptero, me llamó la atención, habían unas ametralladoras enormes a la derecha y a la izquierda… enormes. Y le pregunté al general que estaba con nosotros, le pregunté…
¿Utilizan esas armas todos los días?
General Fernando Murillo: Hay que entender que estas estructuras armadas tienen una capacidad bélica y ellos también tienen ametralladoras, tienen fusiles y desarrollan acciones terroristas.
Paola: Entonces, sí.
General Fernando Murillo: Sí, claro. Estas armas se están utilizando permanentemente todos los días.
Paola: Wow.
General Fernando Murillo: Porque nuestras operaciones son a diario golpeando esta organización.
Paola: Eso simplemente nos enseña realmente la violencia que está presente en el Golfo de Urabá.
Eliezer: Esta es la nota de voz que Paola grabó después de esa entrevista.
Paola: Finalmente, hablé mucho tiempo con el general, pero al final tenía una pregunta ¿no? Si la misión del Estado y de las autoridades colombianas es proteger a los colombianos de estos criminales, ¿no? de estos delincuentes, ¿quién está protegiendo a los migrantes? Y esa es la pregunta que nadie nos puede responder claramente.
No tuvo una respuesta. No nos dijo exactamente quién era responsable de los migrantes. Lo que luego es es un poco el corazón de esta historia, ¿no? La gente se está arriesgando todos los días en territorios de estos países, pero no hay nadie realmente que les está ayudando y apoyando a través de toda esa jornada.
Cuando piensa en el Darién, ¿qué le han contado sobre esa selva?
Yacenia: Generalmente todo el mundo tiene una historia, ¿Ve? Las historias no son buenas.
Silvia: Están escuchando a Yacenia, la mujer cubana que creía estar embarazada.
Paola: ¿Qué le cuentan?
Yacenia: Que hay violaciones, atracos. Hay personas que se han quedado en el camino por la condición física que no le permite llegar, porque es una travesía fuerte.
Eliezer: Yacenia aún no sabe si está embarazada o si perdió al bebe, pero se prepara para cruzar la selva.
Yacenia: Ya uno está en el punto donde está. No sé si es tanta la desesperación. Ya es tanto la obstinación. Es tanto ya que uno es mejor ya pasar y que no sé, por qué es difícil. Es difícil lo que uno pasa en esta travesía. A ver, uno lo hace porque de dónde sale de Cuba, sale de Cuba, no tiene otra opción. Y en un país de estos, tampoco. No queda… No sé cómo explicarle. No sé si me hago entender. Es fuerte, es duro, pero nada. Fe y confianza en Dios que uno puede llegar.
Obispo Hugo Torres: Para mí los migrantes están solos.
Silvia: ¿Recuerdan al obispo que oíamos al principio de este episodio? Fue brutalmente honesto con Paola y Miguel.
Obispo: Es decir, no hay una autoridad que diga, o un programa especial que diga: acompañamiento del migrante. Tristemente nadie se preocupa por los que salen. Pasó de Capurganá hacia la selva, a usted ya no le importa a nadie. Y en eso nosotros, como diócesis, reconocemos que hemos estado muy indiferentes. Y por eso, para nosotros uno de los retos de la actividad de carácter social, es poder hacer más digno ese tránsito.
Paola: Nosotras estamos a punto de hacer ese recorrido hacia el Darién ¿Qué cree? Yo, por ejemplo, ¿debo de temer de mi vida?
Obispo: Usted tiene que contar primero con toda la desfachatez del caso, con el permiso de los que dominan el territorio, porque se arriesga a ser asesinada.
Paola: O sea, que si no tengo el permiso de los paramilitares, me podrían asesinar.
Obispo: La pueden asesinar.
Eliezer: Ya volvemos.
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Eliezer: Estamos de vuelta en El hilo. Antes de la pausa Paola y Miguel nos contaron del abandono que viven los migrantes en pueblos como Necoclí, en Colombia. Allí, las medidas que han tomado las autoridades por la pandemia han dejado a miles de migrantes con dos opciones: esperar indefinidamente, o pagarle a un coyote para seguir su camino.
Paola Ramos: Ahora estamos en el barco comercial. Hemos tomado la lancha de Necoclí y estamos yendo hacia Capurganá hacia la entrada del Darién.
Silvia: A pocos días de haber llegado a Necoclí, Paola y Miguel pudieron hacer el viaje que muchos de los migrantes que conocieron estaban esperando.
Eliezer: Hay cientos de inmigrantes esperando tomar las lanchas comerciales y no les están vendiendo tickets ¿Qué pasó cuando ustedes se acercaron a comprarlos?
Paola: Pues muy sencillamente, si tú eres un turista, ¿no? como éramos nosotros en ese momento turistas, periodistas con pasaportes americanos o mexicanos te venden el ticket.
Vendedor de tickets: buenos días….
Paola: Hola, buenos días, ¿cómo está?
Vendedor: Bienvenida
Paola: Gracias, gracias. Para un billete a Capurganá
Vendedor: Vas a viajar a Capurganá.
Paola: Sí.
Vendedor: Tenemos salida todos los días a las 8 de la mañana…
Paola: O sea, sin ningún problema. Yo fui, hice la línea, pedí por el ticket y me lo dieron, ¿no? Y esa es la gran diferencia. Y le pregunté a la persona: “Los migrantes, que hay varios, que están aquí en la playa, si ellos vienen ahora mismo ¿pueden comprar un billete?”
Vendedor: Ahorita, temporalmente tenemos suspendido poderles vender.
Paola: Pues obviamente ellos están bajo el mandato del gobierno que por razones de covid, no por razones sanitarias, les están cerrando la puerta a los migrantes “¿Y cuánto tiempo llevan aquí estancados ellos?”
Vendedor: Uf, llevan bastante rato… llevan bastante. No sé, hay personas que llevan seis meses, siete meses, desde que empezó la pandemia. A mí me da mucho pesar por ellos….[Fade under]
Paola: Pero luego no tiene mucho sentido porque a los turistas en plena vista nos estaban dejando, nos estaban dejando salir en el barco.
Ahora el mar está completamente picado. Estoy llena de agua. El agua está aquí entrando en el barco. Estoy empapada, o sea, empapada, empapada. Pero una cosa sí tengo que es mi propia seguridad, tengo un salvavidas.
Cuando nosotros nos fuimos en la lancha comercial, o sea mi propio cuerpo lo notó. Es un mar violento es un mar agresivo. De hecho, sigo teniendo un moratón enorme de esa trayectoria que yo hice en una lancha estable con una infraestructura. Y yo personalmente, no soy muy grande, a mí me destrozó un poquito esa trayectoria, así que imagínate si haces ese mismo recorrido con una lancha de madera pequeña y en las manos de un coyote.
Miguel: Y al menos el doble del tiempo, ¿eh? Nosotros lo hicimos hora y media. Ellos habrán hecho cuatro horas.
Silvia: ¿Cómo es el contraste con lo que terminan haciendo los migrantes que no tienen esa posibilidad de tomar estas lanchas comerciales?
Paola: Es una experiencia muy distinta. Nosotros lo hicimos durante el día, lo hicimos con un capitán, lo hicimos con motores, lo hicimos con una infraestructura muy segura.
Personal de barco: bienvenidos a Capurganá, buenos días para todos…
Paola: Ellos lo hacen a oscuras, con lanchas pequeñas, sin cinturones, sin motores y lo hacen sin saber si van a llegar a la otra orilla.
Eliezer: Y en esa otra orilla, Paola, Miguel y el resto de su equipo esperaron que llegaran lanchas con migrantes en la mitad de la noche. Este es parte del registro de esa espera.
Miguel: Pues estamos aquí esperando en la playa y me acaban de decir que en realidad el bote, los botes que estamos esperando no están muy lejos de donde estamos nosotros, pero que están escondidos porque la Armada está en el muelle están patrullando. Y si los ven, pues la operación se va al carajo.
Paola: Detrás de mí o detrás mío, hay entre cinco a seis coyotes, que son los coyotes que están esperando a los migrantes, porque ellos son los que están después encargados de trasladar a los migrantes a través del Darién.
Silvia: Y en las lanchas también van con coyotes. Es raro, de hecho, contar una historia de migración en América Latina sin hablar de los coyotes. También es raro que uno de ellos acceda a ser entrevistado. Paola y Miguel conversaron con uno.
Paola: Las autoridades colombianas dirían que una persona como usted es un delincuente, ¿no? Es un criminal ¿Cómo describiría usted su labor?
Coyote: Como una persona honesta con ganas de trabajar. Las oportunidades de trabajo aquí en estas zona son pocas, son muy pocos los que tienen dinero. Los demás tienen que ganárselo como puedan.
Eliezer: Dice que actualmente los coyotes transportan por mes a quinientas o más migrantes entre Colombia y Panamá. Él trabaja en esto hace ocho años, de manera independiente, y cobra entre trescientos cincuenta y cuatrocientos dólares por migrante pero asegura que solo se queda con 5% de las ganancias. El resto lo gasta en hospedajes, alimentación, dueños de embarcaciones y campaneros. O sea, los informantes que están pendientes por si viene la policía.
Paola: El Gobierno colombiano le ha cerrado el acceso a los migrantes a que tomen las rutas comerciales, ¿eso les beneficia a ustedes?
Coyote: Pues hasta el momento, un poco sí. Un poco sí, porque cuando están las líneas nacionales trabajando son dos entradas de apenas de salida de dinero. No hay oportunidad para ganar más.
Silvia: Según este coyote, en estos meses su ingreso ha aumentado en un 70% a 80%. Después de varias horas esperando, a eso de la una y media de la mañana, Paola y Miguel vieron a lo lejos los primeros botes que llegaban desde Necoclí.
Miguel: Vimos cinco botes con unas setenta personas en total. Y pues a partir de que, de que bajan y a partir de que, de que llegan, este, pues es un caos, ¿no? Es un caos porque la gente viene mareada, la gente llega literalmente agradeciéndole al Señor de que han llegado. Y es un momento de muchísima tensión, de muchísimo estrés. Las maletas son aventadas a la playa y ellos tienen que encontrar sus cosas. Y de ahí empieza el camino en la noche. Es el… la lancha es la antesala a la caminata de noche por la selva, ¿no?
Paola: Tanto físicamente como mentalmente es duro. O sea, yo creo que físicamente es de las cosas más fuertes que he hecho. No puedes ignorar lo que está pasando alrededor, ¿no? Nosotros íbamos con zapatos. Íbamos con seguridad. Íbamos bien vestidos. Las personas que estaban a nuestro alrededor no tenían casi nada y poco a poco lo difícil es observar cómo ellos van perdiendo un poco ese ánimo con el que llegan. Cualquier miedo que uno tiene al principio como periodista, o simplemente como ser humano, se te va quitando porque ves lo que está tu entorno y no hay comparación.
Miguel: Empiezan a pasarse a los niños, empiezan a pasarse las bolsas que no pueden, que no pueden aguantar. Empiezan a ayudarse entre ellos. Pero también ves que este es el principio, principio del camino y que de alguna manera les faltan días. Y que no, no es el mejor comienzo para esto, ¿no?
Silvia: Imagínense esto: el tramo que deben cruzar es de más de cien kilómetros y solo pueden hacerlo a pie porque esta selva es el único punto de la carretera panamericana, que va desde Ushuaia en Argentina hasta Alaska, que no está pavimentado. La selva es inhóspita y de vegetación tan tupida que dicen que ni siquiera se ve bien el cielo.
Miguel: Hay culebras, hay gatos salvajes nos decían, nos decían de cerdos salvajes. Pero también los africanos nos decían luego que no era una selva como las de África. Que no era una selva que te daba, el río estaba sucio. Era una situación muy, muy complicada.
Eliezer: ¿Cuánto puede demorar esta caminata? ¿Y a qué peligros enfrentan los migrantes que lo hacen?
Miguel: La caminata puede durar tres a cinco días, pero pueden pueden llevarse hasta hasta diez días si se pierden o si los abandonan los coyotes en la selva o si se enferman. Y los peligros a los que se pueden enfrentar son todos, ¿no? Primero, esa zona es… la parte colombiana es zona de paramilitares. El primer día se pasa en Colombia y la parte panameña es donde ya llegan los peligros más grandes, ¿no? Ahí es donde se encuentran bandas de asaltantes. Hay mucha violencia sexual y todas las personas que conocimos, todas que fuimos al otro lado de la selva, todas fueron asaltadas. A todas les fue increíblemente mal. Había gente que les robaron cinco veces. Es una tierra de nadie en todas las palabras, ¿no?
Silvia: Aún así, la cantidad de personas que deciden tomar esta ruta es impresionante. En marzo de este año, la UNICEF publicó un reporte que dice que más de cuarenta y seis mil quinientas personas han cruzado la selva del Darién en los últimos cuatro años. De ellos, más de seis mil fueron niños, niñas y adolescentes.
Miguel: La cantidad de niños que hay ahí que van cruzando es, este, muy importante.
Eliezer: Y se ha visto a algunos de ellos salir solos.
Miguel: Y no se sabe qué es lo que sucede con los papás, si se perdieron, si los abandonaron. Si los papás murieron o si los secuestraron. No se sabe qué pasó con esos papás.
Eliezer: Paola y Miguel no recorrieron completo el Darién, pero sí se instalaron del otro lado, ya en Panamá, para registrar la llegada de los migrantes.
Miguel: Es impresionante ver cuando la gente sale de la selva, salían como zombis de alguna manera, ¿no?, agotados, enfermos, cansados.
Silvia: Ya en Panamá, hay algunos campamentos dispuestos por el gobierno para los migrantes, pero están a cinco horas en bote de la salida de la selva. Paola y Miguel fueron a uno de estos campamentos en el pueblo de Lajas Blancas. Ahí tenían la esperanza de encontrar a algunos de los migrantes que habían conocido días atrás en Necoclí.
Paola: No me lo creo. Llegó – nos encontramos con Yacenia- ¿le puedo dar un abrazo?
Yacenia: Sí.
Paola: Y eran dos cosas, estaba ella obviamente muy contenta de haber sobrevivido esa selva, pero también seguía con la misma angustia que traían en Necoclí. Que era, ¿no? esa pregunta de si su bebé iba a estar… Si, si, seguía vivo ese bebé o no.
Paola: ¿Cuándo llegó?
Yacenia: Ayer.
Paola: ¿O sea que tardó cuántos días?
Yacenia: Seis, siete días. Y acá esto,y ahora me van a atender.
Paola: ¿Cómo se encuentra de salud?
Yacenia: Más o menos, más o menos porque fue difícil, difícil, difícil, la travesía difícil.
Paola: Pues nos contó que en Necoclí, ella estaba ahí con su marido, con Lázaro, y yo creo que fue la desesperación que les hizo hacer una cosa que ella nos había dicho previamente que no iba a hacer, ¿no? Que era pagarle a un coyote, Pero al final no pudo esperar más.
Yecenia: En el río la mochila la perdimos. Nos asaltaron, nos quitaron todo. y ya… Lo que traíamos lo compartíamos algo y eso. Me junté con un grupo de Bangladesh, con los muchachos aquellos de Bangladesh, de la India, de Nepal. Y éramos cuarenta y dos. Y nos ayudaron a mí y a mi esposo y otro señor que venía con nosotros, que todavía no aparece.
Lázaro: Serpientes venenosas. Patas de tigres grandes, monos. De todo. Muy peligroso.
Eliezer: Él es Lázaro, el esposo de Yacenia.
Lázaro: Nos topamos en el camino con personas…
Yacenia: Que fueron violadas.
Lázaro: Violadas. Muchas. Una mujer pa’ seis hombres. Guerrilleros.
Lázaro: Estuve metido cuatro o cinco días en un río. Caminando dentro de un río con piedras. Todo. Hay una montaña que le dicen la montaña de la muerte.
Yacenia: Ahí fue donde estaban los dos cubanos muertos.
Silvia: Solo después de haber cruzado, Yacenia se atrevió a llamar a su madre, a quien no le había contando que iba a hacer este viaje, por miedo a provocarle un problema de salud.
Yacenia: Lo primero que le dije es que estaba viva. Así que eso me tiene mejor.
Eliezer: En el campamento de Lajas Blancas hay presencia de la Cruz Roja Panameña y ahí Yacenia por fin pudo responder la pregunta que se venía haciendo desde que estaban cruzando Perú.
Yacenia: Pero sigo con malestar, con vómitos y sigo, sigo con mareo. Me siento mal, mal.
“Hola. Yo hablé contigo para… la enfermera”
Paola: Le dijeron que sí seguía embarazada, y más que nada que se tenía que seguir monitoreando ¿no?, que no iba a ser ni era un embarazo seguro. Pero lo que más alegría le trajo es saber que, saber que ella seguía embarazada. Verla, pues yo creo que estábamos todos súper contentos al principio y ya luego volviendo a ser consciente de que para Yacenia, esto ni siquiera es el final de su trayectoria ¿no? Que siguen habiendo más pasos y más barreras y más… Que la jornada no se acaba, no se acaba ahí.
Silvia: Aún hay varios países que cruzar antes de llegar a Estados Unidos, donde en la frontera suroeste, o sea la que comparte con México, la masiva llegada de migrantes ha sido preocupante en los últimos meses. Solo en marzo de este año, la administración de Joe Biden detuvo a más de ciento setenta mil migrantes en la frontera suroeste. Esa es la cifra más alta de los últimos quince años.
Eliezer: ¿Cómo se relaciona lo que está pasando en la frontera entre México y Estados Unidos con lo que ustedes vieron en Colombia y Panamá?
Paola: Pues está completamente relacionado. O sea, la mayoría, yo diría que casi el 90% de los migrantes que vimos en esa selva, que vimos en Necoclí, que vimos varados en Panamá, la mayoría de ellos tienen un propósito y es llegar a Estados Unidos y es llegar a esa frontera. O sea que dentro de muy poco vamos a ver a estas mismas personas en las imágenes que estamos viendo en nuestras televisiones de los migrantes que están varados ahora mismo en la frontera con Estados Unidos. Y es un poco lo que se pierde en las noticias ahora ¿no? La gente no entiende muy bien la desesperación y toda la jornada a la que se someten estos migrantes para llegar ¿no? a alcanzar este sueño americano.
Silvia: Pero la crisis migratoria es tal, que el mismo Joe Biden ha enviado un mensaje a los inmigrantes: “No vengan”.
Audio de archivo, Joe Biden: I can say quite clearly, don’t come, we’re in a process of getting set up. Don’t leave your town or city.
Eliezer: Pero las llegadas parecieran no bajar. Las últimas cifras que entregó la Oficinas de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos hablaban de cinco mil detenciones diarias.
Silvia: Paola y Miguel hicieron este viaje en enero de este año, pero han seguido en contacto con Yacenia por notas de voz.
Paola: Yacenia logró cruzar a través de todo México. Logró llegar hasta el sur de México. Llegó a la frontera y se entregó.
Yacenia: Ya crucé…
Paola: Cruzó de manera ilegal y se acabó entregando a las autoridades americanas ya en Texas. Y en menos de veinticuatro horas la dejaron salir…
Yacenia: Estoy contenta, estoy contenta de verdad.
Paola: Y ahora mismo está en la Florida, donde tiene, ya en mayo, tienen que hacer su primer check-in con las autoridades de inmigración para que le puedan dar legalmente ese asilo político, que es lo que ella quiere.
Yacenia: Bueno, bueno… Pa’ adelante ahora, hay que tener fuera y empezar a trabajar y todo…
Eliezer: Ustedes han cubierto inmigración durante su carrera. ¿Qué lecciones les dejó este viaje en particular? ¿Y qué les dice sobre la situación actual de quienes buscan llegar a Estados Unidos?
Paola: Pues sí, mira, yo he estado mucho tiempo en la frontera. Uno cuenta estas historias, pero creo que es difícil visualizar. Y creo que me ayudó mucho a entender lo que estamos viendo ahora mismo en la frontera ¿no? No sirve que el gobierno de Estados Unidos le diga a las personas que no vengan. No, no sirve que un político le diga no vengas ahora, ven luego, porque la desesperación es mucho más fuerte que eso. Es mucho más fuerte que la política, es mucho más fuerte que cualquier frontera o muro.
Miguel: Es muy difícil para una persona con todos los privilegios pensar que estas personas están verdaderamente dispuestas a arriesgarlo todo, ¿no? Y a mí eso siempre es lo que me queda. Cómo ellos van derecho ¿no? van derecho, van derecho.
Eliezer: Paola Ramos y Miguel Fernández Flores reportaron desde Colombia y Panamá para el programa VICE en SHOWTIME junto con m sus productores locales Juan Arturo Gómez Tobón y Sofía Villamil Ríos, y su camarógrafo Srdjan Stojiljkovic. Pueden escuchar una versión en inglés de esta historia en el podcast Vice News Reports. Un agradecimiento especial a Annie Avilés y Adreanna Rodriguez.
En El hilo somos Daniel Alarcón, Daniela Cruzat, Mariana Zúñiga, Elías González, Desirée Yépez, Inés Rénique, Paola Alean, Miranda Mazariegos y Carolina Guerrero. Nuestro tema musical lo compuso Pauchi Sasaki. Parte de la música de este episodio fue compuesta por Remy Lozano.
El hilo es un podcast de Radio Ambulante Estudios. Gracias al equipo de Radio Ambulante por todo su apoyo. Y gracias a quienes se han unido a Deambulantes, nuestras membresías. Su aporte nos ayuda a seguir produciendo el episodio cada semana. Súmate tú también, en elhilo.audio/apoyanos. ¡Muchas gracias!
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Yo soy Eliezer Budasoff.
Silvia: Y yo soy Silvia Viñas, gracias por escuchar.