Pandillas
El Salvador
Régimen de excepción
Nayib Bukele
Desde hace meses, las pandillas en El Salvador ya no controlan áreas que antes dominaban. Comunidades que sufrieron violencia y extorsión durante décadas, ahora experimentan una seguridad que algunos no habían conocido. Es uno de los resultados del régimen de excepción que impuso el gobierno de Nayib Bukele hace más de un año, en marzo de 2022, luego de que se rompiera el pacto que mantenía con las maras. Pero este régimen, que suspende garantías básicas, ha convertido al país en un Estado policial: cada vez hay más pruebas de detenciones arbitrarias, torturas, abusos y violaciones a los derechos humanos. Esta semana, en colaboración con El Faro, visitamos zonas antes controladas por pandillas y escuchamos el testimonio de un hombre encarcelado casi un año por el régimen. Carlos Martínez y Óscar Martínez nos ayudan a entender la complejidad de este momento, quiénes pagan los costos de la situación actual y qué significa para el futuro del país.
Créditos:
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Reportería
Óscar Martínez, Carlos Martínez -
Producción
Silvia Viñas -
Edición
Eliezer Budasoff, Óscar Martínez, Carlos Martínez -
Verificación de datos
Bruno Scelza -
Música, diseño de sonido y mezcla
Elías González -
Tema musical
Pauchi Sasak -
Fotografía
Carlos Barrera
Etiquetas:
Transcripciones:
Transcripción:
Eliezer Budasoff: Bienvenidos a El hilo, un podcast de Radio Ambulante Estudios. Soy Eliezer Budasoff.
Silvia Viñas: Y yo soy Silvia Viñas. Hoy vamos a empezar en San Salvador.
Óscar Martínez: Estamos caminando aquí en la parte baja del centro, por así decirlo.
Eliezer Budasoff: El que escuchan es Óscar Martínez, periodista salvadoreño y jefe de redacción de El Faro.
Silvia Viñas. En marzo, Óscar salió a hacer un recorrido con un hojalatero, un hombre que compra metal viejo para revender por el centro de la capital.
Óscar: El centro de San Salvador son 250 cuadras en el corazón del país. Se calcula que por el centro atraviesan 1.2 millones de salvadoreños al día en un país de alrededor de 6.5 millones de habitantes.
Eliezer: Estas 250 cuadras históricamente han sido controladas por pandillas.
Óscar: Por cinco clicas de la Mara Salvatrucha 13 y una cancha del barrio 18, una de las más fuertes. Entonces el centro era un lugar donde las pandillas ejercieron durante décadas todo tipo de negocios criminales.
Óscar: ¿En toda esta zona extorsionaba allá la 18R y aquí la MS?
Hojalatero: Extorsionaba aquí la MS y allá la 18R en la esquina de la 18 Avenida Norte.
Silvia: Y cuando se refieren a extorsión es literalmente eso: pagos mensuales o semanales que tenían que hacer los comerciantes a los líderes pandilleros para poder trabajar.
Óscar: Controlaban la prostitución, controlaban la venta de droga, el menudeo. Controlaban la venta, incluso de bebidas alcohólicas a bares. Extorsionaban a todas las rutas de autobuses que atravesaban. Asaltaban. Extorsionaban a cada negocio que se instalara en el centro, desde la señora que vendía un tomate hasta la persona que tenía la sucursal de una cadena internacional puesta en el centro.
Eliezer: Y el monto a pagar lo calculaba a discreción el líder pandillero.
Óscar: Tomando en cuenta cuánto vos ganás de tu negocio establecía algo que pensaba que podía no quebrarte para que le siguieras pagando esas cantidades y él poder continuar extorsionándote y tener, digamos, una larga vida en ese sentido. Y luego les pedían otras cosas, les exigían que ocultaran armas, les exigían que ocultaran pandilleros, eventualmente. La vida de las personas que comercian en el centro ha sido muy dura, muy ingrata.
Silvia: Óscar conoce muy bien el centro de San Salvador. Ahí es donde empezó a trabajar como reportero hace 23 años. En 2015 investigó durante meses cómo las pandillas gobernaban esta zona.
Óscar: El centro es muy particular porque al ser un nudo de calles muy pequeño, muy reducido y muy transitado y muy laberíntico las divisiones eran de una calle a otra.
Hojalatero: Lo que divide a la calle, eso los dividía a ellos.
Eliezer: Óscar contó los pasos que separaban esta frontera entre las dos pandillas.
Óscar: Ahorita estoy parado en zona MS, voy a dar unos pasos para cambiar a zona 18. Yo les aviso cuando. Uno, dos, tres, ya cambié; cuatro, cinco, seis, siete, ya me interné en la zona del mercado Tinetti, en la zona de la pandilla 18M.
Óscar: Dos metros hacia allá es una pandilla, dos metros hacia atrás es otra. Las divisiones son mínimas. La gente que ha sobrevivido al centro ha hecho una demarcación sorprendente, como si fuera un laberinto de hamsters. Personas que para llegar de un punto a otro, en lugar de recorrer las dos cuadras que había de distancia, recorrían 20 para rodear ese sitio.
Óscar: ¿Vos hubieras caminado así tranquilamente, hablando conmigo como lo… antes, hace un año?
Hojalatero: No, no. No hubiera caminado, porque si había alguien que ya te identificaba que eras de la zona donde no trabajabas, rapidito te comunicaban, te seguían, pues, antes que volvieras a la cuadra de donde eras ya te habían quitado la vida.
Silvia: ¿Pero por qué lo hubieran matado si él no es pandillero?
Óscar: La demarcación criminal de las pandillas en El Salvador siempre generó una restricción de movilidad para los salvadoreños que no eran pandilleros, que son la gran mayor parte de los salvadoreños que habitan los barrios que controlaron las pandillas. No podían porque simplemente la pandilla temía que hubiera espionaje del otro lado o que les metieran gente.
Eliezer: Óscar nos contó que la situación en el centro llegó a ser tan grave que un diputado, que había sido exalcalde de San Salvador, propuso que se eliminara la dirección de las personas del documento de identidad, para que las pandillas no supieran dónde vivían.
Silvia: Y un investigador forense de la Fiscalía General les recomendó a los jóvenes que no fuesen al centro porque ahí la gente desaparecía.
Hojalatero: Incluso llegaron llegaron en moto con armas a matar al azar a cualquier vendedor que agarraron a la vista.
Óscar: ¿Cuándo? ¿varias veces?
Hojalatero: Varias veces, fueron varias veces.
Eliezer: Óscar, entonces, ¿qué es lo que ha cambiado ahora? ¿Por qué él puede caminar contigo por ahí y cruzar estos diferentes territorios?
Óscar: Desde que empezó el régimen de excepción, el centro de San Salvador fue uno de los lugares, de los objetivos principales del régimen de excepción.
Silvia: Óscar se refiere a la suspensión de garantías constitucionales de los ciudadanos que impuso el gobierno de Nayib Bukele para frenar el aumento de homicidios después del fin de semana más violento en el país en lo que va del siglo… Fue a finales de marzo del año pasado. Hubo 87 asesinatos en tres días.
Eliezer: El régimen de excepción, que suspende el derecho a la defensa de los detenidos y amplía el plazo en que alguien puede ser detenido sin una causa firme se ha ido renovando mes tras mes… ya por más de un año. Y Óscar nos explicó que, básicamente, la estrategia en el centro consistió en militarizar.
Óscar: de día y de noche. Los líderes vendedores del centro me han explicado que los soldados en las primeras semanas entraron a llevarse a gente con nombre y apellido, llegaban con listas a llevarse a gente con nombre y apellido, e incluso a las parejas de los pandilleros, a sus hijos si ya tenían una edad adolescente, a sus madres, a sus padres. Ya los conocían, ya había un conocimiento del Estado de que estaban ahí.
Eliezer: Pero no se han llevado solo a pandilleros o a sus familiares. Óscar dice que todos los vendedores con los que ha hablado conocen a al menos una persona que ha sido arrestada injustamente… personas que no tienen ninguna vinculación con pandillas.
Silvia: Y ahí está la complejidad de este momento en El Salvador, porque a la vez, como decía el hojalatero hace unos minutos, estos vendedores ahora se están moviendo con una libertad que hace poco más de un año no tenían.
Óscar: Siempre con algún temor, siempre con remanentes de pandilleros que siguen en la zona. Ahora que fui hay gente que está pisando pedazos de El Salvador que no habían pisado en décadas y que quedaban a apenas tres metros de donde tienen décadas vendiendo. Es increíble lo que me encontré.
Eliezer: Después de casi catorce meses de un régimen de excepción que ha convertido a El Salvador en el país con la mayor tasa de encarcelamiento del mundo, todo parece indicar que el Gobierno de Bukele ha desarticulado a las pandillas. El proceso para llegar a esta situación ha trastocado la vida de los salvadoreños de formas muy distintas.
Silvia: Hoy, cómo se vive en las comunidades de El Salvador que ya no controlan las maras, cómo se convirtió al país en un régimen policial y cuál es el costo de esta realidad.
Es 12 de mayo de 2023
Silvia: Óscar. Ustedes en El Faro usaron la palabra “desarticular” para describir lo que ha hecho el gobierno de Nayib Bukele con las maras, y nos gustaría entender por qué decidieron usar ese término en específico y no otro.
Óscar: Nos pareció que era el más preciso. Y cuando decimos desarticular nos referimos esencialmente, aunque esto suene muy redundante, a perder una articulación que las pandillas habían construido cuidadosamente durante décadas.
Eliezer: Para entender qué ha pasado con las pandillas en este último año, Óscar y su hermano Carlos —a quien escucharemos en un momento— hablaron con un líder pandillero que ahora está fuera del país, en fuga.
Óscar: Nos decía concretamente que las estructuras o los jóvenes, principalmente los más jóvenes que no tienen tatuajes, que permanecen en las calles, no están recibiendo órdenes de absolutamente nadie, y que si son órdenes, son órdenes esporádicas de mover algún arma concreto o de vender cierto remanente de droga que quedó escondido y no encontraron. Entonces perdieron su control, perdieron su articulación, perdieron su forma de comunicarse y perdieron el control sobre sus territorios. Al menos esa es la fotografía del momento. En ningún momento hemos dicho que las pandillas no pueden volver a articularse de esa u otra forma. Lo que nosotros hemos investigado y puesto sobre página es la fotografía del momento. Y no es una fotografía efímera. Ya lleva durando algunos meses así.
Silvia: Abrimos este episodio con una fotografía de este momento en el centro de San Salvador. Los vendedores ya no tienen que pagar extorsión, se pueden mover libremente entre territorios antes controlados por pandillas rivales. Pero estos cambios se ven en otras partes del país también…
Carlos Martínez: Explicame qué es lo que está pasando aquí en esta cancha ahorita mismo.
Alex: En esta cancha ahorita se está haciendo un reto ¿verdad? Este reto se da para unir la comunidad, que es la colonia de las Cañas, que bastante tiempo estuvo una zona roja se puede decir aquí.
Carlos: En aquel momento estaba justo al borde de una cancha de fútbol en el reparto Las Cañas, la colonia Las Cañas, que se conoce como la canchita de arriba.
Eliezer: Carlos Martínez es periodista de investigaciones especiales en El Faro.
Silvia: Las Cañas queda al norte del departamento de San Salvador, en el área metropolitana que rodea la capital. Y la otra voz que escucharon es la de Alex, un treintañero.
Carlos: que fue uno de los precursores, digamos, de un experimento social que se hizo en Las Cañas y que tenía que ver con la creación de un torneo de fútbol que tenía por propósito unificar una colonia que estuvo durante décadas partida por la mitad.
Alex: Hubo bastante tiempo que solo aquí arriba se jugaban, los muchachos de aquí arriba, no subían, no podían subir los muchachos de allá abajo.
Carlos: Las Cañas es una comunidad que estuvo partida, dividida casi a la mitad, bajo el control de la pandilla 18 en la parte de abajo de la comunidad y por la pandilla Mara Salvatrucha 13 en la parte de arriba de la comunidad.
Eliezer: Y para una pandilla, normalmente, las personas que viven en una zona controlada por el enemigo son sus enemigos. Sean pandilleros o no. Lo cual es doblemente cruel, dice Carlos, porque quedas identificado con el signo de la pandilla que controla la zona donde vives, y a la vez se te imponen restricciones de movilidad.
Carlos: En la parte de arriba quedó la escuela. Los niños de la parte de abajo no podían subir a recibir clases a la parte de arriba. Pero además, en las dos mitades de la colonia había canchas de fútbol. Algunas de las personas nunca conocieron la cancha de fútbol del otro lado de la comunidad.
Silvia: Es que, en los hechos, no eran espacios públicos, los controlaban las pandillas… Así que llegar a la cancha del otro lado te hacía una potencial víctima.
Alex: Antes jugamos con temor, hoy estamos jugando sin temor, pues con una libertad que si usted ve, pues está lleno aquí la cancha, y no solo gente de aquí, sino que ha subido gente de ahí abajo también.
Eliezer: Además de Alex, Carlos también conoció a jugadores y entrenadores más veteranos, como Francisco.
Francisco: Hemos sobrevivido, le voy a decir, porque la mayoría de la gente se fue y nosotros hemos aguantado, hemos sufrido balas, hemos sufrido de todo.
Carlos: Don Francisco, dueño de un pequeño quiosco de cocos situado al pie de la canchita de arriba.
Francisco: Si usted fuera a mi chalet donde vende yo cocos, está todo perforado.
Carlos: Completamente lleno de agujeros de balazos. Tapaba con masilla cada cierto tiempo en una especie infinita tarea a lo Sísifo urbano salvadoreño.
Don Francisco había sido hace ya bastante tiempo el precursor de una escuelita de fútbol donde enseñaba a los niños de la comunidad las cosas básicas sobre el fútbol.
Carlos: Pero tuvo que suspenderlo radicalmente hace aproximadamente cinco años porque entrenaba a los niños en la canchita, pero los pandilleros de la parte de abajo se subían a una loma para disparar contra los niños que estaban entrenando fútbol.
Francisco: La lomita pues era un punto de referencia de los muchachos 18 para poder disparar acá. Ya cuando empezaban a sonar los balazos ya los niños sabían que se tenían que tirar al suelo. Y hasta ahí terminábamos el entreno. Ya venían los padres a recogerlos. Era bastante serio, era bastante serio.
Carlos: Y finalmente, como es muy comprensible, ningún padre de familia más le permitió a don Francisco entrenar a sus hijos y la idea de tener una escuelita de fútbol para los niños se murió.
Silvia: Bueno, ¿y qué significa entonces para Francisco que ahora se estén jugando estos partidos?
Carlos: A ver, a mí me pareció de esta historia que conté sobre esta torneo de fútbol una de las cosas más luminosas, porque las pandillas dejaron tirada, abandonada, una gran facción de poder, un gran espacio de poder en las comunidades, un gran espacio de poder que desapareció de la noche a la mañana. Y estas personas comienzan de a poco y tímidamente a habitar ese espacio, a apropiarse de ese espacio, a creer que tienen derecho a decidir sobre sus comunidades. Y esto pareciera una cosa nimia, sencilla, poca, pero no lo es. Es el reflejo de la ciudadanía organizada, intentando curar esa gran cicatriz que quedó en el tejido social de las comunidades en El Salvador.
Francisco: Para nosotros prácticamente es una gran alegría. Porque aquí ya no había, se había acabado todo. Todo había acabado.
Si aquí todavía la gente falta, ya va a venir más gente, ya ver haber, viene más gente y ese es el resurgimiento que queremos tener.
Carlos: A mí me pareció este grupo de gente Alex, Don Francisco… los líderes de este nuevo tiempo que no esperaron a que ningún partido político o a ninguna institución pública les dijera qué hacer con ese gran espacio vacío que había quedado en el centro de su comunidad.
Silvia: No ha sido fácil. Estamos hablando de juntar a personas que, aunque vivían en la misma comunidad, no se conocían. Empezar a hablarse era transgredir una regla que hace poco tiempo les podía costar la vida.
Eliezer: Tuvieron que tomar decisiones juntos, como en qué lado iban a jugar. Hubo personas que no estuvieron de acuerdo con estos partidos, porque no eran organizados oficialmente por alguna autoridad del gobierno o la alcaldía.
Silvia: Pero resolvieron sus diferencias. También las chicas hicieron sus propios equipos: uno de la parte de arriba, otro de la parte de abajo. Un vecino que conocía las normas de arbitraje desempolvó su uniforme e hicieron partidos informales antes de empezar un torneo oficial.
Carlos: Se reunieron todos muy solemnes, diez miembros de la comunidad a planificar las normas del torneo, las normas de inscripción, las fichas de los jugadores, las sanciones si había pleitos, a intentar dirimir cómo hacían si los árbitros no querían llegar a pitar los partidos, porque esa comunidad sigue habitada por un estigma terrible.
Hasta que finalmente consiguieron crear un torneo oficial.
Pedro Rojas: Y darle la bienvenida a todos los integrantes del equipo, a todos los representantes. Gracias por su apoyo.
Carlos: Donde se inscribieron varios equipos, ocho equipos a partes iguales de la parte de abajo y de la parte de arriba. Y en este mismo momento están en medio del torneo en el que hay equipos tan disímiles como el Tottenham, el Manchester City, el Manchester United, el Inter y otro que se llama Tres puntos fáciles, que al parecer no son tan fáciles porque están a la cabeza del torneo en este momento.
Pedro Rojas: Nos ponemos la mano al pecho jóvenes, por favor.
Eliezer: En esta investigación sobre lo que está ocurriendo en El Salvador con las maras, Carlos y sus compañeros de El Faro visitaron 14 comunidades a lo largo y ancho del país… Y han visto iniciativas muy parecidas a este torneo de fútbol en Las Cañas.
Carlos: En algunas, por ejemplo, hacen cine comunitario, que no es otra cosa que sacar un proyector y ponerles películas a los niños por la noche, que eso era inimaginable hace nada, anteayer, es decir, el año al principio del año pasado. Otros han creado comités digamos para decidir qué se hace con el parqueo.
Silvia: Porque antes, en algunas comunidades, los estacionamientos –y todo lo que podía generar ingresos– eran espacios controlados por las pandillas.
Carlos: De manera que en El Salvador distintas comunidades están dando pasos para habitar ese espacio y para apoderarse de su suerte y para apoderarse de su entorno.
Eliezer: Después de la pausa, cómo se llegó a esta situación, y cuál es el precio que están pagando los salvadoreños. Ya volvemos.
Eliezer: Hola, queremos pedirte una mano: Tal vez hayas visto noticias recientes sobre medios de comunicación que han tenido que cerrar o reducir sus equipos. Los medios viven una época de crisis y en El hilo no somos inmunes. Desde finales de abril, somos un podcast producido por completo por Radio Ambulante Estudios. Y por eso queremos pedirte una mano. Estamos en la recta final de nuestra campaña de financiamiento. Si valoras el trabajo que hacemos, considera por favor hacer una donación. Este es el mejor momento para hacerlo: entra a elhilo.audio/donar y aporta lo que puedas. Todo monto suma y puedes hacerlo solo una vez o de manera recurrente. Tu apoyo es vital para nosotros. Muchas gracias.
Eliezer: Óscar, ¿cómo es que llegamos hasta acá? ¿Por dónde tenemos que empezar para entender por qué ahora los vendedores ya no están pagando extorsión y los jóvenes pueden jugar al fútbol con chicos de una zona controlada por otra pandilla?
Óscar: En términos formales, el día viernes 25 empieza a haber un aumento de homicidios.
Silvia: Óscar se refiere al 25 de marzo de 2022. Ese día se registraron 14 asesinatos. Y fue sorpresivo porque durante el gobierno de Bukele la tasa de homicidios se había desplomado.
Óscar: Y empiezan a desatarse las alertas. Con el tiempo hemos logrado averiguar que empiezan a sacar a líderes de la prisión, a líderes históricos de la Mara Salvatrucha, al menos a sacarlos a hospitales privados, que era la forma que tenía el gobierno de que ellos lograran diseminar un mensaje de calma, como ya lo habían hecho en noviembre 2021.
Eliezer: Cuando también hubo un repunte en asesinatos: 45 en tres días. Fue la primera vez que se puso en duda el discurso del gobierno: que había logrado bajar los homicidios gracias a un supuesto Plan de Control Territorial, una iniciativa de 7 pasos para combatir a las pandillas que, en realidad, nunca se ha dado a conocer de forma oficial. Según las investigaciones de El Faro y una acusación de la Fiscalía de Estados Unidos que se conoció este año, el gobierno de Bukele venía negociando con las pandillas desde el comienzo mismo de la gestión, en 2019.
Silvia: También obtuvieron documentos oficiales y un audio que revelan que en noviembre de 2021 el gobierno pactó con líderes pandilleros para detener la masacre. Menos de cinco meses después, en marzo de 2022, trataron de hacer lo mismo.
Óscar: Pero los homicidios continúan, continúan ocurriendo. El sábado 26 de marzo es el día más homicida en toda la historia de este país de la posguerra. 62 homicidios en un solo día. Luego nos enteramos de que la mayoría de las personas asesinadas no eran miembros de pandillas ni tenían ninguna relación. Es decir, esto era una vendetta de una pandilla, la Mara Salvatrucha, que se había sentido traicionada por el gobierno.
Eliezer: O sea, que La Mara Salvatrucha consideró que el gobierno había roto sus promesas.
Óscar: El día 27 la Asamblea decreta régimen de excepción a petición del presidente Bukele y desde entonces tenemos más de un año en régimen de excepción. ¿Qué es lo que se descubrió después con los audios de un funcionario que Carlos Martínez logró poner en página? Lo que se descubrió es que existió un arresto de pandilleros que se dirigían hacia la frontera en un vehículo del Estado con un motorista del Estado. ¿A qué iban esos pandilleros? Aún no lo sabemos, pero los arrestó el Estado. Eso generó una inconformidad en la pandilla. Eso hizo que la pandilla se sintiera traicionada y que, como siempre ha ocurrido, pagara con cadáveres. Y eso es lo que terminó en el régimen de excepción.
Silvia: Un régimen que, como contábamos al comienzo, inmediatamente suspendió garantías constitucionales, como el derecho a la libertad de reunión y asociación… el derecho a la defensa… a que no te intervengan la correspondencia sin una orden judicial.
Eliezer: Desde entonces, los números de homicidios de nuevo han bajado… y el régimen ha detenido a más de 68 mil personas.
Óscar: Es indudable que la razón por la que Nayib Bukele logró conseguir en sólo un fin de semana, lograr darle vuelta a una política de diálogo y negociación con los grupos criminales, y empezar a generar un régimen que con el paso de la semana ha permitido que algunos jóvenes jueguen en canchas a las que nunca habían llegado, o que un vendedor del centro transgreda las fronteras en las que le iba la vida. Eso yo creo que tiene que ver con una cosa. Nayib Bukele se tomó todo el control del Estado. Es decir, él es un autócrata que gobierna, él es alguien autoritario, que tiene todo el control. Si él le dice a la Asamblea aprueben esas reformas aunque violen la Constitución, la Asamblea las aprueba esa noche, tal como ocurrió el día que decretaron el régimen de excepción. Si él le dice a los jueces condene a esa gente, aunque no haya pruebas, los jueces los condenan. Si él le dice a la Fiscalía atrape y arme expedientes fiscales, aunque no tenga ningún indicio, lo arman. Y si le dice a la policía arreste gente aunque no sean pandilleros, arreste gente solo porque parecen pandilleros, la policía los arresta. La razón por la que alguna gente juega en un parque libre ahora, o al menos se sienten libres es la misma razón por la que un vecino de esa gente está injustamente encarcelado, porque un hombre tiene todo el poder.
Silvia: Es innegable, una realidad, que las pandillas ya no operan en zonas que antes controlaban… y que eso ha cambiado la vida de muchas personas. Pero entre las consecuencias de este régimen también se han registrado graves violaciones a los derechos humanos.
Óscar: Hay pruebas, contundencia evidente de todo lo que voy a decir a continuación, que está diseminada en diferentes medios, no solo en El Faro. Detenciones arbitrarias por cientos. Personas que han sido capturadas, porque tal como escribieron los policías en sus reportes, mostraron abro comillas, nerviosismo, cierro comillas.
Eliezer: Los mismos policías han denunciado que sus jefes les exigen cuotas, o sea, una cantidad específica de capturas al día.
Óscar: Personas que fueron arrestadas porque tenían un antecedente judicial cuando su antecedente judicial es que un juez los había declarado inocentes. Que había sido juzgado y había sido hallado inocente. Por ese antecedente judicial están en la cárcel. Hay cientos, miles de personas que se están pudriendo en cárceles con un hacinamiento del 358% actualmente…
Eliezer: Hay personas que siguen encarceladas luego de que un juez haya ordenado su liberación.
Silvia: Y otras que mueren en la cárcel. En marzo, organizaciones de derechos humanos en El Salvador habían registrado 102 muertes bajo custodia del Estado durante el régimen de excepción.
Óscar: Hay pruebas de decenas de personas que han salido cadáveres de las cárceles con señales de tortura. Hay gente que ha muerto en las cárceles y los han enterrado sin avisarles a sus familiares y sin mostrarles los cuerpos. Hay pruebas de que aquí sea muy probable que se estén cometiendo crímenes de Estado masivos, constantes y conscientes.
Señor L: La verdad yo que nunca había estado preso, nunca había tenido problema alguno con las autoridades, pues nunca he pertenecido a una pandilla ni nada de eso, incluso ni las, ni las conozco.
Silvia: Carlos Martínez ha estado hablando con personas que denuncian detenciones arbitrarias bajo este régimen de excepción… como el hombre que acaban de escuchar, al que nos vamos a referir como Señor L.
Carlos: Es un hombre joven. Está en la medianía de los treintas. Él es responsable, digamos, económicamente, de su familia a través de labores agrícolas. Y es además una persona muy bien informada, muy ávido de información sobre lo que ocurre en el país.
Eliezer: No vamos a decir su nombre para proteger su identidad. Tampoco dónde vive, por el mismo motivo. Pero podemos contarles que es del oriente del país, de una comunidad… extraña.
Carlos: Extraña porque es de los pocos territorios en este país que se podrán contar, probablemente por decenas, que no tienen, que nunca tuvieron presencia de pandillas.
Silvia: Al Señor L lo detuvo la policía a poco más de un mes del comienzo del régimen de excepción, el año pasado. Pero no fue el único de su comunidad… Carlos habló con las madres, esposas y hermanas de las casi dos docenas de detenidos, todos de esta misma comunidad.
Mujer 1: Nosotros somos de campo, humildes trabajadores. Y esa noche nos sorprendieron.
Mujer 2: A las 8 de la noche llegaron ellos a la casa, los soldados. Solo soldados, no llegaron policías, solo soldados.
Mujer 3: Me lo encontré a mi hijo que me lo tenían hincado esposado, no me dejaron platicar con él y cuando yo vine aquí ya me…
Carlos: Lo tenían de rodillas.
Mujer 3: De rodillas, esposado.
Mujer 4: Nada más le pregunté porque se llevaban a mi hijo. Me dijeron que era una orden que traían y que me lo iban a llevar para investigarme y que ya luego iba a salir.
Mujer 5: Cuando me lo llevaron yo me agarró feo a mí, me fui, me sentí desesperada, no hallaba qué hacer como madre angustiada, un menor de edad.
Carlos: ¿Y la policía le permitió a usted hablar, decir algo, hablar con su hijo?
¿Qué le dijeron?
Mujer 6: Solo me dijeron que yo estaba llorando, que me iban a llevar a mí también.
Carlos: Que si usted estaba llorando, se la iban a arrestar también.
Mujer 6: Me iban a llevar a mí también.
Mujer 7: “Ustedes son mandados entonces”, le dije yo. “Sí”, me dijo, “nosotros venimos por el presidente Nayib Bukele”, me dijo, “que estamos investigando”, me dijo. “Pero si es que aquí no hay nada”, le dije yo.
Mujer 2: Ellos son inocentes. Aquí nunca ha habido nada de cosas de esas, aquí todos ellos son humildes y trabajadores.
Mujer 8: “Esta es una injusticia la que ustedes están haciendo. Tóquese el corazón”, le dije yo, “pónganse en mi lugar. ¿No tiene hijos usted?”, le dije yo. “Mira como queda uno de destrozado de madre”, le dije yo, “es que de puro gusto están llevando a la pobre gente de aquí”, le dije yo.
Señor L: Me dice el señor aAgente, vamos a la delegación porque vamos a ir a arreglar un problemita.
Carlos: El Señor L cuando le arrestaron, la policía le arrestó con engaños. Le pidió que lo acompañara, tal como han hecho en la mayor parte de los casos que yo conozco. Acompáñanos. Queremos hacerte unas preguntas en la delegación.
Señor L: Y nos fuimos platicando. No nos esposaron. Hasta ese momento no nos habían dicho nada, no nos habían leído nuestros derechos ni nada. Y yo sabía que si detenidos íbamos porque para qué nos iban a llevar a la delegación, no teníamos nada que hacer ahí.
Carlos: Y tal como se lo temía, una vez llegando a la delegación, le dijeron la verdad.
Señor L: Nos dijo: “ustedes quedan detenidos”. Y le pregunto yo ¿bajo qué cargos?
Carlos: Y le repitieron la mentira que le han repetido a la mayor parte de casos de abusos en el régimen.
Señor L: No, dice el señor agente a ustedes no tienen nada, usted no es un pandillero, ustedes van solo por el régimen. Pero si no tienen nada, en 15 días van a venir de vuelta, porque ustedes no son pandilleros.
Carlos: Ya es grave que la policía te lleve y te diga vamos a investigarte. Pero mientras te investigamos vas a estar arrestado y si no debes nada, salís a los 15 días. Eso es en sí mismo una violación de cualquier garantía constitucional en medio del régimen de excepción.
Eliezer: El Señor L estaba en medio de un tratamiento médico porque había tenido un derrame facial… Le habían puesto dos de las tres inyecciones que necesitaba. Dice que la última se la iban a poner el día que lo arrestaron.
Silvia: Mientras estaba encarcelado en la delegación, su esposa le pudo llevar unas gotas porque tenía receta médica, pero Carlos nos explicó que el Señor L nunca tuvo acceso a un doctor en condiciones.
Eliezer: Luego de dos días en la delegación, lo trasladaron a una cárcel… al penal de Izalco, que queda a más de tres horas de su comunidad.
Señor L: No sabíamos para dónde íbamos, a qué cárcel íbamos, no sabíamos nada. No le informan a uno de nada. Nos dimos cuenta hasta que ya llegamos al lugar.
Carlos: Lo que describe es una cosa recurrente en todos los testimonios que yo he escuchado sobre el ingreso al penal de Izalco antes de entrar a la cárcel, los custodios te torturan.
Señor L: Nos bajaron y nos hincaron en una grava caliente que había ahí, porque llegamos a mediodía cabal, a mediodía.
Carlos: Si te movés, te apalizan y te hacen ingresar a la cárcel a través de una suerte de bienvenida a patadas, golpes, insultos, macanazos, donde te hacen saber muy claramente que en esa cárcel no tenés derechos y que en esa cárcel estás a merced de la voluntad de los custodios.
Aparte de eso, todas las cosas que él llevaba de la delegación policial, le fueron absolutamente quitadas.
Señor L: En entrada me botaron gotas que llevaba para los ojos porque me había quedado, todavía estaba algo molesto de lo que era el derrame que me había dado y me botaron los paquetes, me botaron los jeans, el short, los boxer, todo, todo me botaron, me dejaron solo un bóxer que es con el que me metieron para adentro.
Carlos: Entrás desnudo solo con un boxer.
Señor L: Me ponen contra la pared y me puyaba el lomo, así me puyaban el lomo con la punta del palo diciéndome de qué pandilla era. ¿Quién sos vos? Y yo le digo no, yo no soy pandillero. ¿Y qué sos, de cuál pandilla sos? De ninguna. ¿Y entonces por qué estás aquí?
Carlos: Según lo que hemos escuchado del señor L y de todas las personas que han ingresado a esa cárcel y que han conseguido salir, es que este ritual es absoluto, es decir, nadie se libra de él.
Señor L: Recuerdo que nos dio… A mí me dieron como unos cinco garrotazos de esos.
Señor L: Supuestamente antes de preguntarnos de qué pandilla todo, pues lo maltratan a uno, sea que sea civil o que no sea civil. O sea, el trato se lo dan igual, igual no importa.
Carlos: ¿Golpearon a más gente?
Señor L: A más gente. Sí, adentro unos chamacos temblaban así, les temblaba el cuerpo de la golpiza que les habían dado.
Carlos: Hay quienes describen incluso asesinatos en ese proceso, personas que no tenían la condición física para soportar esos vejámenes y esas torturas que se desvanecieron o se murieron en ese, en ese proceso. El caso es que quienes lo relatan no volvieron a ver más a estas personas que caían desmayadas, que perdían el conocimiento. Luego de esta salvaje bienvenida en esa prisión.
Silvia: El Señor L cuenta que ese día que llegaron les dieron arroz con frijoles en la mano. Esa fue la cena.
Señor L: Era la ración supuestamente para los que iban llegando, el recibimiento que se le daba. Pero eran sobras de lo que sobraba de la comida que le daban a los otros reos, prácticamente, los que ya estaban tenían ya más días de estar ahí. Y ahí iban ácidos, agrios, pues prácticamente. Pero como nosotros no habíamos comido, teníamos que hacerle frente no más.
Eliezer: Después de casi dos semanas, lo llamaron a una audiencia para notificarle que estaba acusado por agrupaciones ilícitas. O sea, por pertenecer a una pandilla. Pero Carlos nos explicó que en ningún momento le dijeron a qué pandilla lo estaban vinculando, o qué había hecho para acusarlo de esto.
Carlos: Nunca se le explicó y tuvo muy poco, muy escaso contacto con su abogado de oficio, que es un abogado que además llevaba varios casos.
Silvia: Esta es una de las denuncias que han hecho organizaciones como Human Rights Watch… Los defensores públicos en promedio están representando casi 200 casos cada uno. Y ni los detenidos ni sus familias reciben la información necesaria para entender el caso o prepararse para las audiencias.
Eliezer: Y Carlos nos contó que los procesos judiciales, los de las más de 68 mil personas que han sido detenidas, son secretos…
Carlos: Están cubiertos por la reserva absoluta. No es posible para la prensa ni para los familiares estar al interior de esos juicios, ni obtener de una manera, digamos oficial, los expedientes. Y por otro lado, además, se han celebrado juicios donde hay desde 50 hasta 500 o 600 personas a la misma vez. De manera que es casi imposible para los individuos saber exactamente de qué se te acusa y además saber cómo es que te derrotaron en el juicio, qué pruebas presentaron contra vos.
Silvia: En algunos casos ni siquiera se conoce a los jueces que dictan sentencia. Unos días después de votar el régimen de excepción, la Asamblea Legislativa reformó el Código del Proceso Penal para que las identidades de los jueces permanezcan ocultas.
Eliezer: Esto quiere decir que no firman sus resoluciones con su nombre y apellido, sino que lo hacen a través de claves o códigos. Los detenidos tampoco pueden ver sus caras y en las audiencias se les modifica la voz.
Silvia: El Señor L estuvo casi un mes en el penal de Izalco y luego lo trasladaron a otro, en San Salvador, el Centro Penal La Esperanza, conocido como “Mariona”. Allí es donde pasó la mayor parte del tiempo.
Carlos: En El Salvador no se sigue, nunca se ha seguido, un criterio geográfico para ubicar a los presos. Es decir, no estás necesariamente más o menos cerca de tu familia. Ese criterio no importa. Para esta persona, una de las aflicciones más grave mientras estuvo en prisión, era la el absoluto desconcierto de saber qué había sido de su familia, porque durante el régimen de excepción, los privados de libertad no pueden tener contacto con su familia y le tocó nada más especular qué es lo que había ocurrido con ellos. Sabía que su familia lo había conseguido encontrar y había, se había enterado de qué penal estaba él, porque eventualmente le llegaban paquetes de estos insumos de higiene acompañados de algún alimento extra, sobre todo vitaminas, o de estos polvos que sirven para hacerse bebidas energizantes.
Señor L: Me recuerdo que me llegó un paquete a mí y me dio nostalgia y me recuerdo que lloré, le voy a decir la verdad. Yo decía, ¿qué estará haciendo mi familia? ¿Hasta dónde me andaban siguiendo para ponerme un paquete? ¿Cuántos días han estado? Aguantaban sol, agua, hambre, sequía. Es algo que no se tiene palabras para describirlo.
Carlos: Y él relata con mucho dolor cómo, frente a sus ojos, los reos comunes que al parecer están a cargo de la organización de los recién llegados en la penitenciaría central conocida como Mariona en El Salvador frente a sus ojos estos, estos internos abrían el paquete y se quedaban con la mejor parte de lo que su familia le ponía. A él le atormentaba saber que ese paquete costaba un dinero que su familia no tenía.
Eliezer: Hay paquetes de diferentes precios, con distintos artículos adentro. En enero, el medio La Prensa Gráfica hizo un recorrido por Mariona y confirmó que el penal había puesto ventanillas donde las familias podían pagar por estos paquetes, que costaban entre 20 y 70 dólares. Pero si querían que su familiar tuviese lo, entre comillas, necesario, tenían que pagar al menos 150 dólares. Y eso no incluía un paquete de limpieza para la celda.
Carlos: Y esto es muy importante también tenerlo muy claro: durante el régimen de excepción, los únicos datos oficiales que tenemos son los que le da la gana al presidente o a la policía tuitear. De manera, por ejemplo, que entre otras cosas, sobre el precio de los paquetes que se ingresan a los internos y sobre el destino de los mismos es también secreto, no es posible verificar eso si no es a través de testimonio, por testimonio y de caso por caso.
Silvia: Pero estos paquetes son esenciales para las personas detenidas, porque las condiciones en las cárceles son terribles.
El Señor L habla de hacinamiento…
Señor L: Metieron 175 personas en una celda que solo era para 90 personas. Dormíamos cuatro por catre, cuando un catre solo para una persona. Dormíamos atrincherados.
Eliezer: Habla de la falta total de higiene…
Señor L: Yo me llené de hongos las manos, me llené de hongos los pies y me tocaba quedar la ración de comida que a mí me tocaba para que me lavaran la ropa, porque yo no podía lavar la ropa. El hongo sale de la mala higiene que hay en la agua.
Silvia: Habla de torturas…
Señor L: A veces nos sacaban a la 1 o 2 de la tarde para irnos a solear. Muchos compañeros empezaron a caer desmayados.
Eliezer: Condiciones que incluso eran demasiado insoportables para reos que habían estado antes en ese penal…
Señor L: Había presos que ya habían pagado una condena de 10, 15 años y los habían vuelto a agarrar, y ellos, que ya habían estado diez, 15 años, ya no aguantaban un mes que tenían de estar ahí, ya no aguantaban.
Carlos: En Mariona, además, se le sometió a un procedimiento que en este país es o era cuando había leyes, ilegal. Él describe como lo describen otras personas, que su liberación dependió del paso por el polígrafo. A mí no se me me dejó la cabeza mala cuando él nos explicaba que antes del polígrafo le hacen llenar una ficha donde había algunas preguntas que no entendía, que no entendía claramente qué le estaban preguntando ahí, pero además tenía este temor: si me equivoco en una de estas respuestas, puede que pase equis cantidad de tiempo de mi vida en prisión. Y al parecer ese es un procedimiento estándar para todas las personas que son capturadas bajo el régimen de excepción y que tienen alguna posibilidad de salir libres.
Silvia: Después de 10 meses encarcelado, llevaron al Señor L a un lugar donde liberan a las personas capturadas por el régimen que se llama “El Penalito”. Carlos nos explicó que en realidad es una delegación policial.
Señor L: Llegamos al penalito. Yo fui el primero que me bajé del microbús y me.. oí que gritaron mi nombre por atrás de mi, de mi espalda. No, no, no le cabe la alegría a uno. Mi hermano me gritó y me di cuenta que sí, ahí estaba.
Carlos: Desde luego, no esperaba encontrárselos ahí, pero su familia lo había seguido y su familia había ido día tras día al penalito a esperar que él saliera para estar presentes cuando estuviera libre pese a vivir muy lejos de ahí.
Señor L: Sí, ahí estaban. Ellos se iban desde las dos de la tarde porque como no sabían, solo sabían que tenía la carta de libertad, pero no sabían qué día iba a salir. Y se iban desde las 2 de la tarde hasta las 12 de la noche a esperarme todos los días. Estuvieron por dos semanas así.
Eliezer: Le pedimos a Carlos que nos explicara por qué dejaron al Señor L libre… Nos dijo que a él también le gustaría entenderlo, pero que los procesos en este régimen de excepción no siguen los libretos escritos en las leyes de El Salvador.
Carlos: Es decir, no tenemos la certeza de cuáles, cuáles pruebas, qué procesos y a través de qué procedimientos se libera una de estas personas. Es todo bastante arbitrario, pero es muy importante, creo yo, contarles esto. Acompañé al Señor L a un juzgado. Él quería que este juzgado le emitiera un documento X en el que se dijera con claridad que él ha sido liberado luego del régimen de excepción. Llega al juzgado y uno de los empleados judiciales le hace ver que la carta de liberación que él anda siempre en su cartera como un amuleto, le dice con esa cosa debería ser suficiente para que la policía a usted no lo vuelva a arrestar, porque no se puede arrestar dos veces a una persona por la misma razón, sobre todo si ya te han dejado libre. Pero este empleado judicial le dice algo que a mí me resulta aterrador.
Empleado judicial: Ahora bien, esto no le garantiza que no lo vuelvan a detener. Y lo vuelvan a llevar.
Señor L: Aunque ande con ese documento.
Empleado judicial: Como está la situación hoy en día, nada garantiza eso.
Carlos: Le dice “pero eso es lo que dice la ley”. Ahora el policía o el soldado puede hacer lo que le dé la gana. Y yo lo que escuchaba era a un empleado judicial decirle a un ciudadano salvadoreño que la policía y el ejército tienen hoy más autoridad que un juzgado, que un juez y que un tribunal, pues.
Eliezer: Este caso es muy fuerte: que él haya estado detenido tantos meses en estas condiciones, viniendo de un sitio donde no había pandillas. ¿Qué piensa el señor L sobre el régimen de excepción y esta estrategia de Bukele?
Carlos: Le preguntamos al final al señor L qué creía del hecho de que la mayor parte de salvadoreños aplauden y le poníamos el ejemplo de comunidades como Las Cañas o como las personas que comercian en el centro de San Salvador, que padecieron durante demasiado tiempo el ultraje y el maltrato y a estas organizaciones criminales. Y él lo que nos decía es que lo entiende.
Señor L: La gente está contenta con el presidente, le aplauden lo que está haciendo, pero porque no han pasado lo que nosotros hemos vivido. Yo por lo menos lo que yo viví en la cárcel no lo han pasado ellos, lo que mi familia vivió queriéndome poner un paquete tres días y tres noches no es fácil estar ahí.
Carlos: A mí me pareció que, sin decirlo, el señor L hacía una reflexión que me parece a mí que está a la base de lo que está ocurriendo ahora. Y es que me parece a mí que El Salvador está construyendo una paz sobre el dolor de otros y que los más aplauden un estado de cosas cimentado en la injusticia padecida por un montón de personas. Y que el régimen de excepción parte de ese postulado: es disfrutar la ausencia de estructuras criminales y de los múltiples daños que le hicieron a la sociedad a costillas de que ahora sea el Estado quien produce ese daño a casi la misma gente. Es decir, pareciera que si cambia de manos el ejercicio injusto de la violencia esa paz queda legitimada en tanto nos olvidemos de que no es posible construirla sin el sufrimiento de un montón de gente.
Eliezer: Óscar, aunque Bukele se ha ganado la admiración de varios políticos de la región, la estrategia también ha empezado a desatar críticas, ¿no? Luego, incluso hay una investigación en Estados Unidos que habla de negociaciones con pandillas, algo que Bukele sigue negando públicamente, ¿no? Nos gustaría cerrar con una pregunta, tal vez la más difícil frente a esta situación. ¿Qué tan sostenible puede ser esta situación que vive El Salvador?
Óscar: Yo creo que la represión por sí sola es imposible que elimine las condiciones que dieron surgimiento a las pandillas. Las pandillas surgen en un contexto muy particular de guerra y posguerra civil, pero también muy atadas a pobreza, desigualdad, falta de oportunidades, escolaridad reducida, etcétera, etcétera. Esas condiciones continúan. El Salvador ha tenido su índice de pobreza van creciendo. Yo estoy convencido y sigo creyendo, después de más de diez años de estudiar el fenómeno de las pandillas, de que sólo con represión vos podés hacer que esas organizaciones criminales muten, cambien, que la delincuencia en El Salvador baje su comportamiento en algunos índices durante un tiempo, pero no que este país se convierta en un país seguro. Eso lo tengo clarísimo.
Silvia: Pero Óscar cree que en esta situación actual sí se abre una posibilidad… si hubiera una inversión del Estado en trabajo social, en reconstrucción del tejido social que ha estado roto por años… Lo que las comunidades están haciendo de forma espontánea, como nos contaba Carlos con el ejemplo de Las Cañas.
Óscar: Que el Estado asuma eso como un proceso necesario, posible y urgente. Eso yo creo que sería viable. Las comunidades mismas lo están intentando hacer. Ahora veo muy difícil eso por algunas señales que en El Salvador siempre nos han llevado a debacles, a catástrofes.
En primer lugar, yo estoy convencido de que el régimen de excepción es principalmente una estrategia política de cara a las elecciones de 2024.
Eliezer: El presidente Nayib Bukele se va a presentar a la reelección, algo que la Constitución salvadoreña prohíbe.
Óscar: Y que este caballo de batalla de ser el que va a derrotar a las pandillas es el que él va a utilizar para tratar de lavar toda la suciedad que va a tirar sobre la Constitución y los procesos de Estado de derecho en El Salvador.
El tiempo que va a pasar para que la policía olvide que puede arrestar sin pruebas, para que la fiscalía olvide que puede acusar sin pruebas, para que los jueces olviden que pueden condenar sin pruebas, no sé cuánto va a ser. Esa gente tarda en olvidar lo que les ha sido concedido. En estados débiles como este, este va a ser un daño que va a perdurar. El régimen puede que en un momento lo, lo deroguen, ojalá en algún momento lo deroguen y vuelvan los derechos constitucionales, pero los efectos del régimen van a ser mucho más prolongados. El daño que eso va a hacer al país aún no me lo puedo imaginar. Aún no me puedo imaginar de qué otras tantas formas que yo no puedo alcanzar a ver eso va a dañar a este país.
Silvia: Si la asamblea legislativa lo vota, este mes, el régimen de excepción se renovará por decimocuarta vez. Las denuncias por detenciones arbitrarias, torturas y abusos policiales se han multiplicado dentro y fuera de El Salvador desde que comenzó. Hoy, las encuestas dicen que el 68% de los salvadoreños están a favor de que Bukele busque la reelección.
Silvia: Este episodio fue producido por mí y editado por Eliezer, Óscar y Carlos. Bruno Scelza hizo el fact checking. La mezcla, el diseño de sonido y la música son de Elías González.
El resto del equipo de El hilo incluye a Daniela Cruzat, Mariana Zúñiga, Nausícaa Palomeque, Denise Márquez, Samantha Proaño, Paola Alean, Laura Rojas Aponte, Juan David Naranjo Navarro, Elsa Liliana Ulloa y Camilo Jiménez Santofimio. Daniel Alarcón es nuestro director editorial. Carolina Guerrero es la CEO de Radio Ambulante Estudios. Nuestro tema musical lo compuso Pauchi Sasaki.
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