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Durante meses, el personal médico ha estado trabajando día y noche, poniendo en riesgo su salud física, emocional y mental para tratar a pacientes con covid-19. Esta semana, el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria estuvo dedicado a aquellos que ponen el cuerpo día a día en la lucha contra el virus, y les preguntamos a ocho médicos en ocho países de América cómo habían cambiado sus vidas y sus miradas durante la pandemia. Estas son sus historias.
Créditos:
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Producción
Inés Renique, Silvia Viñas, Mariana Zúñiga, Álvaro Céspedes -
Edición
Daniel Alarcón, Eliezer Budasoff -
Diseño de sonido
Elías González -
Verificación de datos
Desirée Yépez -
Fotografía
Tarek Abujder
Transcripciones:
Transcripción:
Tarek Abujder: La primera vez que escuché sobre el virus fue más o menos…
Carlos Roberto Aguiltar Pineda: … a finales del 2019, comenzando el 2020.
María Claudia Quiroga: Estaba cerca el año nuevo…
Alejandra del Pilar Gallardo Garrido: Y ya había empezado algunos murmuró [murmullo].
Gonzalo Gianella Malca: La información no era, no era muy clara.
Carlos Roberto Aguiltar Pineda: Que era algo muy distante, algo muy lejano.
Tarek Abujder: Jamás, o sea, pensé que era solamente algo que estaba en Asia en ese momento.
Pamela Flores: Y yo pensaba que esto no podía pasar, que eso no iba a llegar a Bolivia. Es más, que no iba a llegar a Latinoamérica.
Silvia Viñas: Pero sí llegó.
Bienvenidos a El hilo, un podcast de Radio Ambulante Estudios. Yo soy Silvia Viñas.
Eliezer Budasoff: Y yo soy Eliezer Budasoff.
Hoy tenemos un episodio especial. Este miércoles, 19 de agosto, se celebró el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, y este año estuvo enfocado en el personal de salud o humanitario que está arriesgando su vida día a día durante la pandemia… El día es un reconocimiento simbólico, pero también es una excusa:
Silvia: Queríamos saber cómo ha vivido el personal médico que trabaja a lo largo de nuestra región todos estos meses de emergencia sanitaria. Queríamos que compartieran sus historias, lo que han visto, cómo se han transformado sus vidas y sus miradas en este tiempo:
Es 21 de agosto de 2020.
Joseph: Yo veía que la gente pensaba que esto era una gripa y yo en lo personal también lo pensé. Y eventualmente hablé con mis amigos que trabajan en China, en diferentes unidades de terapia intensiva, y ahí empecé a tener un poquito más de respeto por esta enfermedad.
Gonzalo: Ya cuando llega a Europa y se ve lo que está pasando en Italia, en España, las alertas se encendieron por todos lados.
Pamela: Y ahí inicia el miedo ¿no? decir, ¿qué va a pasar si llegara a Bolivia? Porque qué vamos a hacer en nuestro sistema de salud es pésimo. No estamos preparados para una epidemia así.
Doctora en Venezuela: Si en esos países han estado haciendo tanto desastre. Obviamente aquí no estábamos preparados para un brote de esos.
Gonzalo: Si eso llegaba al Perú iba a ser un… un problema grandísimo y mayor.
Jonathan Villena-Vargas: Bueno, escaló bien rápido. Pero me acuerdo todavía escuchar en el noticiero cuando tuvimos el primer paciente aquí. Era un paciente no más. Y creo que relativamente en una semana… comenzó a cambiar toda la cosa.
Tarek: Alrededor del 10 de marzo, la OMS declara una pandemia que se iba a hacer más grave de lo que esperábamos por aquí.
Claudia: Cuando la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia, me acordé de mis clases de epidemiología, cuando conocí el término, y dije el día que esto es el fin.
Gonzalo: Ahí hubo una reacción, yo creo que de todos, ¿no? de una voz uniforme, todo el mundo decir ok, es necesario hacer algo, ¿no?
Joseph Varon: Y empecé a leer todo lo que pude.
Pamela: Además de dejar el miedo, uno tenía que ir preparándose. Uno tenía que leer mucho, ir actualizándose constantemente.
Gonzalo: Como médico uno, uno puede decir que que bueno que leerlo, verlo, pero creo que el momento en que tú te das cuenta de que las cosas están… y es… es difícil decirlo de esa manera, que a veces necesitas ver los casos ¿no? Pero ya cuando comienzas a ver los casos ya la cosa es evidente que está aquí y que tiene la gravedad que tiene.
Claudia: Tal vez nunca pensé que el momento fuera a llegar. Entendí que la vida nos había cambiado… y que esto iba a ser, eh, la Tercera Guerra Mundial.
Eliezer: Ahora parece que nos hubiésemos habituado a contar muertes y contagios, a mirar gráficos y estadísticas sobre una enfermedad que avanza día a día sobre el mundo.
Silvia: Pero hace apenas 6 meses, todo era nuevo y desconocido. Entonces, en las últimas semanas hemos estado hablando con ocho médicos en ocho países de la región que se convirtió en el epicentro de la pandemia. Aquí están sus testimonios.
Joseph: Soy el doctor Joseph Varon. Soy el jefe del hospital United Memorial Medical Center en Houston, Texas, en los Estados Unidos de Norteamérica.
Mi día empieza muy temprano, antes de que salga el sol. Llegas al hospital, te tienes que cambiar en… en estos trajes medio espaciales para entrar a ver a, a los pacientes. Nada más meterte a la unidad te toma casi 20 minutos y después es una serie de mete, sale, mete, sale, ponte esto, quítatelo. Pasa todo el día. Yo no llego a la casa antes de que sean, qué se yo las diez, once de la noche y luego al día siguiente, todo. Otra vez exactamente igual. ¿A qué grado mi vida está ahorita colapsada?, que no me ha dado tiempo ni de pagar ni electricidad, el agua. Uno de estos días me van a desconectar esas cosas en la casa. Nada más para que tengas una idea de qué tan feo está, eh, la situación.
Estoy frustrado porque veo que trabajo como loco y la gente sigue sin hacer caso. Tú sabes que en los Estados Unidos hay un grupo de gente que no cree que el coronavirus es real. Piensan que es una, una invención de algún partido político. Yo he llenado más certificados de defunción de toda mi vida, de toda mi vida como intensivista.
Cuando la gente me pregunta que por qué no le digo a alguien que cubra a mis pacientes. Porque la gente no quiere trabajar con pacientes con COVID. Les da miedo.
Lávate las manos por el amor de Dios. Son las cosas más sencillas del mundo y se pueden hacer. Sí podemos controlar esto, pero lo tenemos que hacer todos. No pueden ser unos sí otros no, o que yo no me pongo la, la mascarilla porque es mi derecho. Yo hago lo… Ese es el problema. Y en situaciones como la que estamos ahorita deberíamos tener unas leyes un poquito más rigurosas en las cuales a todo el mundo se le obliga a que se pongan sus mascarillas y si no lo hacen, entonces que haya repercusiones. Es la única manera de que la gente va a entender.
Pamela Flores: Yo me llamo Pamela Flores, soy residente de tercer año de Medicina Interna y trabajo en el hospital Univalle, que está en Cochabamba, en Bolivia.
Viene el levantamiento de la cuarentena. La gente sale, hace lo que quiere. Entonces ahí empezaron a llegar los casos. Entonces allí el hospital paró, tuvo que reestructurar todo, tuvo que, que cambiar todo lo que estaba previsto para poder atender a estos pacientes. Inicialmente un número de camas. Posteriormente, más y más, hasta convertirnos en un hospital COVID.
Ha sido un miedo fatal al inicio porque no tenía, o sea uno que no quería ir porque decía ay, me contagio o cualquier error que yo pueda cometer puede ser el fin de todo. Entonces eso era el… uno de las de los problemas y otro que sí se ha visto, o sea, cuando él, cuando ha llegado este problema, Cochabamba. Así que llegó de golpe ¿no? golpeó muy duro la población, la gente llegaba en sus vehículos, morían en las calles o es más, llegaban al hospital ya muy mal y querían que hagas todo tú. Pero el paciente se estaba muriendo en tus manos. Es muy feo. Entonces esto de las calles es real. La gente moría en los pasillos, la gente moría en la puerta del hospital, la gente moría en sus casas. Porque mucha gente no puede tener acceso a un seguro, a un sistema de salud.
Entonces yo creo que esa ha sido la parte más frustrante como médico de ver y no poder hacer nada.
Carlos Roberto Aguiltar Pineda: Me llamo Carlos Roberto Aguilar Pineda. Soy neumólogo clínico. Trabajo en el Instituto Nacional Cardiopulmonar en Tegucigalpa, Honduras.
Uno de los momentos más dolorosos fue el enterarme del fallecimiento de un colega médico muy cercano, que fue parte de mis compañeros cuando estudiábamos en la Facultad de Medicina. Y saber que él había fallecido de COVID 19 y que un par de semanas antes él me había llamado por teléfono preocupado por la salud de la esposa, quien también se infecto de COVID 19. Ella sobrevivió, pero él falleció.
Fui de los primeros médicos, creo yo, que estábamos atendiendo pacientes COVID que di positivo. Mi contagio fue realmente inesperado, puesto que estuve desde el primer momento tomando todas las medidas de bioseguridad y desde luego el impacto no sólo físico, sino también emocional al pensar en, obviamente mi propia vida, pero también en mi familia. Fue realmente una experiencia muy fuerte que me ha fortalecido nuevamente como médico al darme cuenta la enorme importancia que tiene ese sentimiento que debemos de tener con nuestros pacientes. Se ha visto pues desde luego, ahora he confirmado y puedo entonces ahora entender con mayor precisión lo que los pacientes sienten.
María Claudia Quiroga: Mi nombre es María Claudia Quiroga. Soy médica especialista en anestesiología y me dedico al cuidado intensivo en Bogotá, en la Clínica Medical, en la localidad de Kennedy. Una de las más afectadas por la pandemia en Bogotá.
Tuve el 7 de julio un… síntomas respiratorios y tuve que aislarme. Estaba dentro de la casa con mis hijos y mis papás en un piso aparte y ellos me veían por las escaleras. Entonces mis hijos hacían figuras de Lego y me las llevaban, las ponían en el borde de la escalera y me decían: “mami, aquí te traje uno. Cuando yo me baje tú lo vas a coger”. Y esos eran sus regalos durante todo el día. Tener que mantener ese distanciamiento ha sido lo más difícil. Así no sea lo más grave, pero para mí sí fue lo más difícil.
Realmente no es fácil mantenerse uno emocionalmente compensado viviendo días de cinco fallecidos en un solo turno, reanimando repetidamente, escuchando a los pacientes agredirlo a uno, son muchísimas cosas que afectan física y psicológicamente.
Creo que finalmente cada muerte es como un fracaso para el médico intensivista y hacemos mucho, pero hay un límite que nosotros no podemos sobrepasar y eso nos va frustrando. Llevo más o menos cinco turnos sin tener fallecimientos y emocionalmente creo que me está aliviando mucho esa situación.
Yo tengo un trastorno estrés postraumático desde hace cuatro años por un asunto de violencia intrafamiliar y en ese momento tuve que ir al psiquiatra. Creo que en este momento haber tenido esa situación y haber tenido que tomar medicamentos y antidepresivos y haber tenido una alteración del sueño tan grave que me hicieron buscar tratamiento, me ha hecho mucho más fuerte para sobrellevar situaciones emocionalmente muy tensas y he logrado estar, pues, estable emocionalmente para poder batallar a diario con esto.
Al inicio pensé que no iba a trabajar en COVID, me dio tanto miedo que decidí que renunciaba a mis trabajos. Estuve un mes sin trabajar y después cuando regresé me metí de tiempo completo, en este momento hago casi dos tiempos completos en la unidad de Cuidado Intensivo y cada día cuando me voy siento que es necesario seguir sabiendo de mis pacientes.
Tengo una paciente que me hace sentir mucha empatía porque es una mujer de 49 años que tiene tres cesáreas con un TAC cerebral que muestra atrofia cortical, y se infecto y está muy mal. Una, como muchas, de muy bajos ingresos, que ha sufrido COVID en el trabajo. Todos los días, cuando la veo, pienso en que hay tres criaturas esperando por ella. Eso me hace sentir la necesidad de hacerlo todo para poder sacarla de esta situación. Pero no es fácil. La frustración es constante y superar esa frustración requiere muchísima fortaleza psicológica. Ese es el diario vivir aquí en la unidad de cuidado intensivo.
Eliezer: Ya volvemos.
Hola, soy Miranda Mazariegos y me encargo del Crecimiento y la relación con la comunidad de El hilo. Cubrir América Latina y conseguir estas voces de todo el continente requiere de un gran esfuerzo. En este episodio, por ejemplo, presentamos testimonios desde ocho países distintos. Así, cada semana tratamos de darle sentido a las noticias más relevantes de nuestra región. Si aprecias nuestro periodismo considera unirte con una donación a nuestro programa de membresías. Tu aporte nos ayudará muchísimo. Puedes hacer tu contribución en elhilo.audio/apoyanos. Muchas gracias.
Tarek Abujder: Me llamo Tarek Abujder. Trabajo en el hospital HR 46 en Guadalajara, México. Estoy en mi primer año de residencia médica de Cirugía General.
Mis días son. Me levanto cinco de la mañana todos los días, voy al hospital. Ahorita mi hospital es un hospital de conversión. O sea que todos los días me toca estar en el área COVID. Generalmente cuando no son cirugías, solamente es entrar, hacer… eh, tomar estudios, muestras y salir. Lo menos tiempo que estás expuesto al virus, mejor. Pero cuando son cirugías no puedes hacer eso.
El momento más duro y yo creo que fue una cirugía. Era un paciente con COVID, tenía un… perforado el intestino delgado, así que tuvimos que abrirlo al paciente. Todo eso duró como cuatro horas y media, cinco horas, la cirugía porque le hicimos resección del intestino y anastomosis, o sea, juntar los dos pedazos de intestino, y la verdad fue muy desesperante. El quirófano donde trabajamos ahorita no tienen el aire acondicionado para que no haya la propagación del virus. Las luces de quirófano calientan muchísimo. Respirar con el equipo de protección es muy difícil, no puedes tocarte nada porque te contaminas, este, y contaminas al paciente. O sea es… Aparte el equipo de protección es el equipo quirúrgico también. Mi hospital no estaba bien. O sea, no, no sabíamos mucho cómo trabajar las cirugías de pacientes COVID. Nadie nos había informado mucho. Fue la primera cirugía en mi hospital de un paciente COVID. Salió todo muy bien, gracias a Dios.
Doctora en Venezuela: Soy médico general ejerciendo en Venezuela, en el estado Zulia.
Hubo como dos períodos, un período en el que todavía nos estábamos como acostumbrando a la cantidad de pacientes que estaban llegando y todavía no se había habilitado la emergencia. En ese tiempo las guardias eran 24 horas seguidas allí, incluso durábamos hasta más esperando que le entregaran los equipos a la… a los que iban a entrar de nuevo y todo ese rollo. Y esos eran bastante difíciles porque no nos daba tiempo de comer, no nos daba tiempo de dormir, no teníamos baño. Así que, realmente era llegar, entrar de una vez y pasar el día allí viendo a ver cómo podías resolver cada paciente que llegaba hasta que te fueras.
La falla realmente está en nuestro sistema. Nosotros no estábamos preparados para recibir un brote de estos. No hay suficientes ventiladores. No hay un criterio específico para pasar un paciente a UCI, para tenerlo en emergencia, para pasarlo a piso, porque son tantos los pacientes que están positivos que realmente no hay forma de ordenar eso. Y bueno, el equipo de protección personal ahorita los están dando completo. El número de contagiados yo se lo atribuyo… bueno, yo personalmente pues, se lo atribuyo más que todo a la a las condiciones insalubres, invivibles en verdad, del hospital, porque uno está en un área donde no hay aire, donde no hay ventilación de ningún tipo. Con todo ese equipo de protección puesto. Y cuando sales de ahí, sales es desesperado a quitarte el tapabocas, a quitarte el traje. Y creo que ahí están los errores, porque de paso cuando cambiamos los turnos, nos quedamos todos juntos. Y bueno, cualquiera puedes estar contagiado y contagiar a los demás, o incluso uno, al estarse quitando el equipo, también te puedes contagiar de de educaste la cara y no te diste cuenta. Hay demasiado calor. Se le atribuyo más bien a las condiciones del hospital que a la falta de equipos.
Gonzalo Gianella Malca: Mi nombre es Gonzalo Gianella Malca. Yo soy médico, soy neumólogo, trabajo en un hospital privado que se llama Clínica Ricardo Palma, en la ciudad de Lima, en Perú.
Yo me contagié a mediados de mayo, exactamente el 19 de mayo. No tuve un curso de enfermedad muy serio. Tuve fiebre unos días y el gran temor de contagiar en casa, me aislé. Esta enfermedad cursa muchas veces de manera benigna en algunas personas. Yo tuve un gran malestar una semana, dos semanas de estar incomunicado. A las tres semanas ya estaba de regreso en el, en el trabajo, ¿no? En esto hay que… hay que seguir andando, nomás.
Yo soy un médico que hago esto, o sea, yo… yo, no es a la única enfermedad que te expones, ¿no? Te expones a influenza, en el Perú te expones a tuberculosis, es parte de, de lo que haces. Y yo si bien lo pensé en algún momento cuando ya estaba, estás ahí, echado en tu cama con fiebre y dices okay, qué va a pasar ahora que… que esto pase. Hay pocos lugares donde puedes estar en un momento como éste, teniendo el entrenamiento que tienes y las condiciones de médico que tienes, ¿no?
Si hay un montón de pacientes con neumonía y tienes un médico entrenado en manejo de neumonías es y puedes verlos, yo creo que es pocos lugares donde puedes estar, ¿no? para ayudar a las personas, porque si es una situación que, que uno nunca hubiera pensado vivir, ¿no? como médico. Esto de ver salas enteras con neumonía ¿no? y siguen llegando y todos son más o menos iguales, es, es impresionante.
Yo, de pasar de ser un médico que veía básicamente práctica ambulatoria el 70% de mi tiempo, porque eso es a lo que uno se dedica, he pasado a ser un médico de práctica hospitalaria el 70% mi tiempo o más. Nuestros hospitales son hospitales de COVID, básicamente hoy en día.
Creo que lo importante de cualquier mensaje en una enfermedad como esta es, hay que entender este deseo de curas milagrosas que tienen las personas y este deseo que todo vuelva a ser normal y que volvamos a estar, no sé, en un restaurante todos, ¿no? Y uno ve las personas y dices Ok, y ¿por qué saliste? ¿no?, ¿Por qué, por qué hiciste ese almuerzo? Yo tengo pacientes que han que se han contagiado en almuerzos familiares después que se levantó la cuarentena. Y es… creo que lleva a pensar mucho en el trabajo que tienes que hacer para que las sociedades empiecen a nuevamente, no sólo a creer en nosotros, sino a entendernos y a entender nuestro mensaje y entender lo importante que son ciertas cosas. Las cosas no son siempre como te gustan y la ciencia te dice algo. Por lo general la ciencia tiene un grado de certidumbre bastante grande y está demostrando en esta epidemia que si todo el tiempo estamos más o menos en lo correcto, esto, esto está bien difícil y lo que hemos hecho como, como sociedad de a veces de cuestionarlo y de, y de buscar curas milagrosas y de potenciarlas en las redes hace mucho daño y eso lo único que va a producir es más casos y más problemas. Y creo que todos los médicos que vemos esto es…. esto es lo más duro que hemos visto en… creo que en nuestras vidas, esto es ver tanta gente morir, tanta gente es tan grave, es de lo peor y creo que deberían… deberían hacernos un poco más de caso.
Alejandra del Pilar Gallardo Garrido: Yo me llamo Alejandra del Pilar Gallardo Garrido. Yo soy chilena. Vivo aquí en Brasil hace muchos años. Soy médica intensivista y trabajo en el hospital Albert Einstein, en San Pablo, que queda en Brasil.
El hospital de nosotros estaba realmente preparado para una guerra. Una guerra de verdad. Entonces yo en ese sentido yo me sentí muy privilegiada, pero al mismo tiempo nosotros teníamos mucho miedo porque la información no era divulgada.
Llegar después de veinte años a la UCI y no saber lo que voy a hacer, no saber lo que voy a encontrar, era como sacarme el piso de mis pies. Simplemente una inseguridad tan grande, terrible. Así, no sabíamos nada. Y ese no saber nada fue una cosa colectiva. Nosotros vivenciamos cosas que jamás en la vida pensábamos que iba a pasar.
Fue realmente devastador, devastador, de mucho miedo. Y te voy a decir una cosa, no era miedo de nosotros contaminarnos. No era miedo de nosotros tener COVID. Porque eso es realmente no, no pasa en la cabeza, eso no nos pasó en la cabeza. Era miedo de repente llegar a la casa y… pasar eso mi suegra, a mi hijo, a mi marido. No era miedo… mío, era de alguna forma llevar para las persona que yo tendría contacto. Entonces realmente fue… fue muy devastador.
Yo pasaba el día entero en el hospital. Yo llegaba a tiempo para dormir, pero no dormía. Yo llegaba, yo me acuerdo que yo me quedaba catatónica, me quedaba paralizada. Me acostaba, me quedaba paralizada, no podía relajar. No quería ver a nadie, no quería conversar con nadie. Yo no largaba el celular, día entero en el teléfono, en la noche entera viendo informaciones, viendo novedades, todo relacionado al COVID.
Todos los pacientes que llegaban a la UCI, todos eran intubados, todos. Yo nunca en mi vida había visto una cosa de esas. Debes saber de que los pacientes con COVID no reciben visita. Entonces, el paciente entra al hospital, está bien, se queda solo; empeora, continúa solo; va a la UCI, continúa solo. Muchos mueren y continúan solos, ¿Ya?, entonces, eso fue así… impresionante para nosotros, porque nosotros tenemos que cuidar tanto de los pacientes cuanto de la familia a distancia. No es fácil.
Tuvimos que aprender a usar las novedades de la tecnología vía WhatsApp, hacíamos llamados telefónicos cuando el paciente ya se ve entubado. Imagínate. Muchos de ellos se despedían. Pasaban cuentas del banco. Así, se despedían, como si estuviesen muriendo realmente y peor que algunos morían. Algunos realmente… esa fue la despedida misma de sus familiares.
Pero te voy a decir, cuando se saca el tubo todos lloran, lloran y lloran de alegría, miedo, millones de sentimientos, millones de sentimientos. Los pacientes tienen que pasar por eso. Es ese un sufrimiento que de cierta forma llorar es… vamos a decir, como lavar el alma… uno está lavando el alma.
Fueron meses, meses, que yo solo iba de mi departamento para el hospital. Hospital para el departamento. No hacía nada más, nada, nada, nada, nada, nada más. Y continúa uno haciendo, yo te voy a decir, yo fui a un shopping a comprar un regalo para mi marido que estaba de cumpleaños. Fue la primera vez que salí. No salía. La… la cabeza, todos los pensamientos se enfocan en… en la situación que estamos viviendo, ¿Ya? Y te voy a decir que yo amo escuchar música. Yo amo danzar. Yo iba a hacer ejercicio. Nunca más hice nada. Hace unas cuatro semanas volví a escuchar música. Volví a hacer la gimnasia. Las cosas van volviendo poco a poco. No voy a decir a lo normal, porque nada, nada va a ser normal nuevamente.
Este episodio lo produjo Inés Rénique, que acaba de terminar su pasantía de producción con nosotros. Muchas gracias Inés por todo. Te vamos a extrañar y te deseamos lo mejor en todo lo que viene.
También queremos agradecer a Rodrigo Asturias, Flavia Bedicks, Estefany Beccar, Suzana Lobo, Virgilio Prieto, Roberta Tallarico y Jonathan Villena-Vargas.
En El hilo somos Daniel Alarcón, Álvaro Céspedes, Mariana Zúñiga, Elías González, Laura Rojas Aponte, Jorge Caraballo, Miranda Mazariegos y Carolina Guerrero. Desirée Yépez hizo el fact checking. Nuestro tema musical lo compuso Pauchi Sasaki.
El hilo es una producción de Radio Ambulante Estudios. Gracias a nuestros compañeros de Radio Ambulante por todo su apoyo. Y gracias a los oyentes que se han unido a nuestro programa de membresías: su apoyo es crucial para que podamos seguir narrando las noticias de América Latina. Si tú también quieres contribuir, visita elhilo.audio/apoyanos.
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Yo soy Eliezer Budasoff.
Silvia: Y yo soy Silvia Viñas, gracias por escuchar.