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En América Latina y el Caribe, la cantidad de mujeres que migran crece cada año. Ya representan casi la mitad de la población migrante del continente, pero se estudia poco sobre la experiencia específica que atraviesan, y eso invisibiliza algunos de los obstáculos más tangibles que tienen. Como, por ejemplo, conseguir un trabajo digno. En este episodio, tres mujeres nos cuentan las barreras a las que se han enfrentado como migrantes en la región, y nos ayudan a entender las fallas de los sistemas migratorios. Después, Carolina Ibañez, experta de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), nos explica el panorama a nivel regional y qué falta para que las políticas públicas puedan hacer frente a una población que no para de crecer.
Este episodio fue realizado gracias al apoyo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), una agencia especializada de las Naciones Unidas, cuyo mandato incluye la gobernanza justa y eficaz de la migración laboral y la protección de los derechos de los trabajadores migrantes.
Créditos:
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Producción
Daniela Cruzat -
Edición
Silvia Viñas, Eliezer Budasoff -
Verificación de datos
Bruno Scelza -
Producción en redes sociales
Analía Llorente, Samantha Proaño -
Diseño de sonido y mezcla
Elías González -
Música
Elías González -
Tema musical
Pauchi Sasaki -
Fotografía
Getty Images / Franco Origlia
Etiquetas:
Transcripciones:
Transcripción:
Eliezer Budasoff: Hay épocas en las que el periodismo se hace más imprescindible: cuando la desinformación afecta la vida colectiva y las decisiones que tomamos, cuando se explotan los miedos y prejuicios de la sociedad para sacar rédito político de la división, para desviar la atención de los hechos. Cuando la discusión pública se vuelve una pelea entre maquinarias de manipulación.
Silvia Viñas: En los próximos años, el periodismo será más necesario que nunca, y en El hilo queremos seguir cubriendo en profundidad este continente con información rigurosa, historias humanas y voces expertas. Si llevas escuchándonos desde hace años o si nos descubriste hace poco y crees que nuestro trabajo es valioso, este es un gran momento para apoyarnos. Entra a elhilo.audio/donar. Muchas gracias. Aquí el episodio.
Eliezer: Este episodio fue realizado gracias al apoyo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), una agencia especializada de las Naciones Unidas, cuyo mandato incluye la gobernanza justa y eficaz de la migración laboral y la protección de los derechos de los trabajadores migrantes.
Carmen: ¿La verdad? La verdad. Mire, yo quería irme para otro planeta. Ni siquiera para otro lugar del mundo.
Michelle: Yo tengo nueve años que no voy a Venezuela y hablo con mi mamá y mi mamá, lo que me dice es: ¿a qué vas a venir para acá?
Bensadad: Todo estaba diferente para mí. Y yo estoy aquí, sin trabajo, sin nada, sin familia. Fue muy difícil. Fue como… Fue nuevo para mí.
Silvia Viñas: Estas tres mujeres que acaban de escuchar son migrantes. Carmen, Michelle y Bensadad. Nacieron en distintos países de América Latina, en Venezuela y Haití, y migraron a sitios diferentes también: Argentina, Colombia y México.
Eliezer: Las tres son parte de un fenómeno que algunos expertos han registrado, pero del que escuchamos poco: en la región, cada año migran más mujeres.
Carolina: Creo que en general se habla poco de la experiencia femenina en muchos campos, pero en la migración se habla poco también porque se sabe poco.
Silvia: Ella es Carolina Ibáñez. Trabaja para la OIT, la Organización Internacional del Trabajo.
Carolina: Soy Oficial de Monitoreo y Evaluación del Equipo de Migración Laboral y Movilidad Humana de la Oficina Regional de la OIT.
Eliezer: Carolina nos explicó que muchos reportes internacionales de migración hablan de los migrantes como un grupo homogéneo. No separan a los hombres y a las mujeres, así que no hay información específica sobre ellas.
Silvia: Eso es un problema porque las mujeres representan casi la mitad de la población migrante en la región.
Carolina: Pero, históricamente se ha estudiado más al hombre como protagonista de la migración y las mujeres como acompañantes, cuando ellas también son protagonistas de la historia.
Podríamos decir que históricamente conocemos la mitad de la migración y para poder tomar decisiones, para poder hacer políticas, necesitamos saber la versión completa, la totalidad de la información. Necesitamos saber cuáles son estas barreras específicas que sufren las mujeres migrantes y qué necesidades tienen para poder reducir estas brechas.
Eliezer: Bienvenidos a El hilo, un podcast de Radio Ambulante Studios. Yo soy Eliezer Budasoff.
Silvia: Y yo soy Silvia Viñas.
Hoy, las barreras que enfrentan las mujeres migrantes en América Latina para conseguir un trabajo digno. Y cómo sus experiencias revelan la precariedad de los sistemas migratorios frente a una población que no para de crecer.
Es 6 de diciembre de 2024.
Carmen: Yo quedé viuda a los 23 años de edad de mi primer matrimonio.
Silvia: Ella es Carmen, una de las mujeres que escuchamos al principio del episodio.
Carmen: Y de ahí, bueno, para mí fue un gran desafío. Porque, pues, era una mujer joven con un hijo de tres años y medio y la niña que tenía en mi panza, que en el momento de quedar viuda, bueno, no sabía que ella existía en mi pancita.
Silvia: Carmen es venezolana. Hoy tiene 55 años, pero en ese momento, hace tres décadas, era una viuda, muy joven, y tenía que de alguna manera sostener a sus hijos.
Eliezer: Así que decidió terminar sus estudios. Quería ser contadora y trabajar en una oficina que fuera de ella. Era un anhelo que había compartido con su marido.
Carmen: De tener el tiempo para trabajar y la familia. Ese era como principalmente el objetivo de lograr ese sueño, de poder ser independiente para manejar mis tiempos. Era bastante joven, pero yo siempre he sido como muy decidida cuando quiero lograr algo. Entonces, a pesar de todo, pues yo ahí, como a trancas y a mochas, como dicen en Venezuela, yo iba estudiando. Presentaba uno exámenes los días sábados. Uno estudiaba y los sábados era que había que presentar examen.
Silvia: Era un ritmo ajetreado y dice que no tenía todo el apoyo que esperaba de su familia. Era una familia de comerciantes y, según Carmen, no eran amigos de los estudios. Pero lo que más le dolía era la falta de apoyo de su mamá.
Carmen: Pues, mi mamá capaz pensaba que yo no iba a ser capaz. De hecho, me quisieron quitar a mis hijos. Mi mamá quería quitar a la niña y la mamá de mi difunto, me quería quitar al niño. Ellas decían: no está muy joven, no va a poder, que no sé qué. Y eso, bueno, una cosa que ahora me río, ¿no? Pero en el momento solo Dios sabe las penas que yo pasaba.
Silvia: Carmen logró recibirse de contadora y en el 2006 abrió su propia oficina, como había soñado.
Carmen: Mi sueño en realidad era de que cuando mis hijos estuvieran grandes, tuvieran una empresa para ellos.
Eliezer: Pero no pudo ser así. Carmen mantuvo su oficina a flote por diez años hasta que, por varias razones, decidió que lo mejor para ella era irse de Venezuela.
Carmen: La decisión de emigrar fue la acumulación de muchas relaciones tóxicas, como le digo, especialmente con la herida de la mala relación que tenía con mi mamá. Y luego viene, como digo yo, la gota que rebosó ese vaso fue el sistema que entró de gobierno.
Silvia: Se refiere al gobierno de Nicolás Maduro. Para el 2016, tres años después de que asumiera Maduro, Carmen dice que era muy difícil hacer su trabajo bien.
Carmen: Que era un servicio integral, porque yo trabajaba con lo que era organismos públicos, que las empresas tenían que estar al día con cada uno de ellos.
Eliezer: Pero dentro de esos organismos públicos, muchas cosas empezaron a cambiar. Despidieron a funcionarios, se implementaron nuevas reglas.
Silvia: Y como ya nos contó, además de la inestabilidad del país, que atravesaba una grave crisis humanitaria por la falta de medicamentos y recursos médicos, ella no estaba pasando por un buen momento personal.
Carmen: Yo quería irme lo más lejos que pudiera, donde yo pudiera empezar de nuevo a recuperarme a mí misma. Yo ese ejemplo lo pongo como cuando una persona la internan en un hospital y le dicen: tiene que entrar en terapia intensiva y no puede recibir visitas. Eso era lo que yo quería en realidad, porque venía de un proceso de mucho dolor, de muchas cosas personales donde yo en realidad quería ser era yo. No lo que otros querían que yo fuera.
Eliezer: Carmen dejó todo y se fue a Argentina, a empezar una vida nueva en la incertidumbre, sin saber si podría ejercer como contadora. Y sola, porque no tenía dinero para llevar a sus tres hijos aún, y además su hija estaba a punto de terminar sus estudios para convertirse en abogada.
Carmen: Le faltaban unos meses nada más y yo veía que si esperaba esos meses para terminar y venirnos juntos. El tema de la devaluación iba millón a millón. Entonces, se me convertía en un cuento de nunca acabar, que si tenía la plata ya no estaba el pasaje o estaba el pasaje, ya no me alcanzaba el dinero. Entonces, yo sentía que me iba a quedar como presa ahí, ¿no?
Silvia: Una pausa y volvemos.
Eliezer: Estamos de vuelta en El hilo.
Silvia: Detrás de cada historia de migración hay una serie de razones que esa persona evaluó para decidir irse. Una vida y afectos que dejó atrás. Quizás la única constante es la búsqueda de algo mejor. Y para construir eso, el trabajo es fundamental, aunque para las mujeres migrantes las barreras son enormes. Carolina, la experta de la OIT que escucharon al principio, nos habló de esto.
Carolina: Aunque creo que muchos de los desafíos que enfrentan las mujeres migrantes son globales, no necesariamente son para América Latina. Sí, diría que hay algunos específicos. Creo que el primero tiene que ver con la estructura laboral en el que se insertan las mujeres migrantes. Existe una alta informalidad en América Latina y las personas migrantes tienen una informalidad mayor y las mujeres migrantes aún más informalidad. Por ejemplo, en Perú el 82% de las mujeres migrantes de Venezuela trabajan sin contrato. Trabajar sin contrato significa trabajar más horas, con salarios más bajos, con despidos injustificados y sin saber y tener claridad sobre sus funciones.
Bensadad: Te pagan menos. Tú haces mucho, Te pidieron mucho más trabajo porque tú no tienes papeles, porque tú eres xtranjero.
Eliezer: Ella es Bensadad, también la escucharon al principio, y su historia, como la de Carmen, refleja lo que explicó recién Carolina sobre la informalidad entre las mujeres migrantes.
Silvia: Bensadad es haitiana. Tiene 29 años y en el 2023 decidió irse a México.
Bensadad: Huí de mi país debido a problemas como de inseguridad. Y también estaba en busca de una vida mejor para mí y para mi familia.
Eliezer: Bensadad tiene una hija de tres años. En Haití vivía con ella, su marido y su mamá.
Bensadad: Lamentablemente me fui solamente yo. Estoy aquí, sin mi familia, sin nada. Yo quería venir con mi niña, pero solamente yo tenía visa.
Silvia: Para entrar a México, los haitianos necesitan una visa. No importa el motivo de su visita. O sea, ya sea para turismo, negocios, trabajo, estudios o residencia temporal. Pero no es fácil conseguir una visa, porque hay mucha demanda y los requisitos son estrictos.
Eliezer: Con el aumento de la migración femenina en la región, también ha crecido la cantidad de mujeres que lo hacen solas. Aunque no hay cifras exactas, porque como hablamos al principio, se estudia muy poco.
Silvia: Pero Bensadad es una de ellas. Llegó a Tijuana sola. Tenía un conocido ahí que la ayudó a encontrar dónde quedarse los primeros días, pero pronto se empezó a quedar sin plata.
Bensadad: Y yo estaba en la calle preguntando a las personas si sabían dónde podría encontrar como una casa para rentar. Y la ironía de toda esta historia es que ni siquiera tenía, como, dinero para entrar en la casa y yo estaba buscando.
Eliezer: Y hay algo más: Bensadad no sabía nada de español. Usaba su celular como traductor y así se las iba arreglando.
Silvia: Un día se encontró con un viejo amigo en la calle y gracias a él consiguió un alojamiento que podía pagar.
Bensadad: Y era un hotel muy, muy, muy pequeño, con una ducha compartida para varias personas. Y entonces yo estaba aquí todo el tiempo llorando porque me dije: ¿Qué estás haciendo aquí, Bensadad? Tú tenías un buen trabajo.
Eliezer: Bensadad es asistente administrativa de profesión y licenciada en derecho. Antes de irse de Haití trabajaba en servicio al cliente en la compañía eléctrica estatal.
Bensadad: Sí, era como un trabajo del gobierno. A veces pagan, a veces pagan de tres meses. Así es. Pero cuando entras a tu casa, tu niña está aquí. Y mi niña está muy cariñosa. Y tenía la oportunidad de vivir con mi familia. Sí, no es fácil. No era fácil para vivir. Pero yo vivía con paz. Yo tenía como una casa para dormir. Me sentí como muy, muy solita. Y luego el día decisivo en que decidí regresar a mi país.
Silvia: Pero ese día pasó algo más. Bensadad conoció a un trabajador de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, también conocida como COMAR. Él la invitó a una iglesia y también le contó sobre la ayuda que COMAR y otras organizaciones le podían dar.
Eliezer: La mano que esa persona le tendió, cambió todo para Bensadad. Gracias a la ayuda de diferentes organizaciones encontró un lugar para vivir y empezó el proceso para regularizar su situación.
Bensadad: Y conseguí un trabajo en un salón de belleza.
Silvia: Bensadad dijo que esa primera experiencia no fue la mejor. Trabajaba muchas horas y le pagaban entre 1.000 y 1.500 pesos mexicanos por quincena. Eso era menos de 90 dólares en ese momento.
Eliezer: O sea, en un mes, Bensadad ganaba menos de 200 dólares. Y el salario mínimo de Tijuana sobrepasa los 400 dólares. Pero claro, la visa de Bensadad había vencido y estaba en proceso de regularizar su situación. Entonces, estaba trabajando en el salón como indocumentada.
Bensadad: La dueña no fue una mala persona. Honestamente, no fue una mala persona porque me dio la oportunidad de trabajar. Pero ella a un momento no quería dejarme salir para hacer los trámites.
Silvia: Se refiere a los trámites para sacar los papeles que necesitaba para regular su situación.
Bensadad: Me dijeron todo el tiempo que me tengo que quedarme porque hay muchos clientes. Y yo dije no, no puedo. Utilice mi teléfono para decirle a ella tu sabes que: tu no puedes hacerlo porque me tengo que salir para sacar mis papeles porque tú me pagas 1.000 $ porque no tengo papeles. Y me dijeron que tienes opciones. Quédate en el trabajo. Y renunció.
Silvia: ¿Y qué decidiste tú? ¿Qué hiciste?
Bensadad: Ya, renuncié porque esta situación a mí no me gustaba. Porque ya sé que estoy aquí para mi familia. Yo tenía un objetivo y el objetivo no era como vivir así, trabajar así. Me tengo que sacar mi residencia para traer a mi familia. Fue mi primera opción y entonces no podría quedarme en un trabajo que no me dan posibilidad de sacar papeles.
Eliezer: Cómo regularizar la situación migratoria varía de país en país, pero Carolina, la experta de OIT con la que hablamos, nos dijo que la región tiene una particularidad.
Carolina: Es que los procesos de regularización, que son estos procesos que le dan documentos de identidad migratorios, han sido muy cortoplacistas, sobre todo a partir del fenómeno venezolano y muy reactivos a la situación migratoria.
Silvia: Carolina nos explicó que, cuando la migración venezolana empezó a aumentar, muchos países de la región pensaron que la crisis en Venezuela era algo pasajero y la migración de su gente también. Claro, en realidad no fue así. Pero bajo esa idea tomaron medidas de emergencia. Le dieron permisos temporales a las personas, pero no pensaron demasiado en integrarlas a largo plazo.
Eliezer: Como los permisos son temporales, los migrantes tienen un estatus regular por un tiempo limitado. Y Carolina dice que las renovaciones no sólo hacen más difícil la integración y la estabilidad de los migrantes, sino que también ponen una carga constante en las autoridades migratorias.
Carolina: Y salvo excepciones como Colombia, Brasil, Uruguay, que quizás han ofrecido programas más estables, en realidad es muy difícil para las mujeres migrantes regularizarse, tener una situación migratoria regular.
Silvia: Además, los procesos muchas veces son burocráticos y engorrosos. Por eso Bensadad está tan agradecida de las organizaciones que la ayudaron, porque gracias a ellas le dieron estatus de refugiada en México.
Eliezer: Pero esto no es la norma. Es difícil conseguir algo así. De hecho, en julio de este año, el gobierno mexicano le pidió a COMAR, una de las instituciones que ayudó a Bensadad, que fueran más selectivos con las personas a las que ayudaban a conseguir asilo.
Silvia: Otro problema que enfrentan muchas mujeres migrantes es que, si viajan con su familia, usualmente regulan primero la situación del hombre.
Carolina: Se priorizan muchas veces por los costos y dedicación de tiempo que implica a los hombres en la familia. Entonces las mujeres ya empiezan como un paso hacia atrás, ¿no? con una con una puerta que no se les abre a ellas.
Eliezer: Y también muchas veces tienen la mayor carga de cuidado de los hijos. Ya sea porque migran sin red de apoyo, o también porque hay países que no aceptan en las guarderías públicas a niños en situación migratoria irregular o cuyos padres están en proceso de regularización. También pasa que los horarios de estas guarderías no coinciden con las extensas jornadas laborales que usualmente tienen las mujeres migrantes en trabajos informales
Carolina: Y yo diría que también hay una barrera importante, que sobre todo la hemos visto en el fenómeno venezolano, que es la descualificación laboral. Cuando hablamos de descualificación laboral es cuando existe una desconexión entre las calificaciones que tienen estas mujeres y sus ocupaciones. Entonces, por ejemplo, en el caso de las mujeres de Venezuela, tristemente diría, hemos desaprovechado su potencial y habilidades.
Silvia: Por ejemplo, según datos oficiales, en Perú, el 48% de las migrantes venezolanas tiene estudios técnicos o universitarios.
Carolina: Son ingenieras, docentes, pero terminan trabajando en otras cosas, ¿no? Y eso se ve muchas veces a la falta de reconocimiento de sus títulos, pero también a barreras en los colegios profesionales. Tenemos países con una demanda importante de docentes, de personal médico, crisis sanitarias y por otro lado, tenemos muchas dificultades para que las personas migrantes y las mujeres puedan trabajar en lo que estudiaron.
Eliezer: Carolina nos contó que es muy común que las mujeres migrantes decidan emprender.
Silvia: Eso es lo que hizo Carmen, la contadora venezolana que migró a Argentina. Tenía un primo en la ciudad de Córdoba. No se veían hace mucho, pero conversaban online y él le habló de una oportunidad…
Carmen: Me decía aquí se está poniendo buena la cosa, que el dólar, que esto. Y en el lugar donde yo vivo hay mucho colombiano, hay una colonia colombiana.
Silvia: Carmen, recordemos, es venezolana. Pero cuando migras a otro país, y más encima sola, como ella, cualquier cercanía cultural con otras personas te da ilusión.
Carmen: Y se vende la comida, la que nosotros comemos. O sea que es arroz, que es el grano. Comida de, digamos, de la tradición, ¿no? Arepas y eso. Entonces, a mí me llamó la atención poner un negocio. Yo dije: bueno, chévere.
Eliezer: Llegó a Córdoba a vivir con su primo y empezaron un negocio de comida. Pero la realidad fue muy distinta a lo que ella esperaba.
Carmen: Mala. La verdad que muy chulo. Allá en Venezuela le decimos chulo a una persona que quiere vivirse de la otra. En Venezuela le llamamos chulo o zamuro. El que viene a comerse la presa, el que viene a querer a usarla para comer de ella, algo así.
Silvia: Los problemas con el primo crecieron y Carmen dice que incluso terminó durmiendo en el suelo del departamento donde vivían, en muy malas condiciones. Finalmente, logró salir de ahí, pero el negocio ya no existía. Solo quedaban algunos clientes que le encargaban comida por teléfono.
Carmen: Pero lógicamente eso me alejaba de la meta de traer a mis hijos. Porque ¿con qué dinero iba yo a reunir? O sea, qué alcance económico iba a tener para reunir, para traerlos a ellos?
Eliezer: Carmen necesitaba un trabajo estable. Había entrado legalmente a Argentina y rápidamente sacó lo que allá se llama “residencia precaria”. Es el permiso temporal que Argentina le da a los extranjeros que están tramitando la residencia temporal o permanente. Entre otras cosas, les permite trabajar legalmente.
Silvia: Una persona que Carmen conoció en su iglesia le ofreció un trabajo vendiendo perfumes. Ella cree que lo hizo por ayudarla, porque era una empresa pequeña y la persona siempre le advirtió que ese trabajo era informal, sin contrato. Pero ella necesitaba trabajar a toda costa, así que lo tomó.
Carmen: El dueño de esta empresa, al ver que yo empecé a rendir en poco tiempo, porque yo, bueno, a mí me gusta organizarme, manejar una agenda. Entonces él se empieza a dar cuenta y me dice que qué era lo que yo hacía en Venezuela. Yo hasta le dije: bueno, pero usted no vio mi currículum, yo le entregué mi currículum.
Eliezer: Finalmente, el dueño le pidió que trabajara algunas horas en tareas administrativas de la oficina. Eso le permitió seguir ahorrando, aunque el trabajo aún era informal.
Silvia: Carmen quería buscar algo regular, entonces tenía su currículum en una bolsa de trabajo. Hasta que por fin la llamaron de una empresa que le ofreció una posición con contrato y beneficios. Pero aunque había encontrado trabajo en lo suyo, la experiencia que tuvo ahí y en un siguiente trabajo fue difícil.
Carmen: Es como que lo miran a uno: Ay, me viene a quitar. De hecho me lo dijeron de frente en muchas oportunidades: nos vienen a quitar lo que es nuestro. Y un día le dije, yo no le vine a quitar nada a nadie. Yo lo que vine fue a trabajar, más bien aportarle al país. Yo quitarme, no me estoy llevando nada.
Eliezer: Ya volvemos.
Silvia: Estamos de vuelta en El hilo.
Eliezer: Carolina, cuando cubrimos migración muchas veces solemos hablar de una doble vulnerabilidad, ¿no? Por ejemplo, los haitianos que se van a República Dominicana, no solamente enfrentan la vulnerabilidad de ser migrantes, de no estar con su entorno seguro, sino que además enfrentan un extra de discriminación, de prejuicios. ¿Existe una doble vulnerabilidad específica por ser mujer y migrante?
Carolina: Definitivamente, creo que se visualiza sobre todo en la discriminación y la violencia que tienen las mujeres migrantes. No es solamente la violencia de migrantes, sino la violencia como mujeres.
Silvia: De nuevo Carolina Ibáñez, la experta de la Organización Internacional del Trabajo.
Carolina: Hay un continuo de violencia, desde el inicio, cuando salen en los pasos fronterizos. No es la misma situación de un hombre migrante que una mujer migrante. Hay muchos procesos de abusos sexuales, extorsión, incluso son víctimas principales de trata de personas y luego en el proceso de insertarse laboralmente tienen más probabilidad de acoso en la calle, en el trabajo, acoso sexual. Existe una sexualización, que quiere decir que muchas veces incluso los empleadores les piden que para atraer a los clientes al público, se vistan de alguna manera, se comporten de alguna manera. Y frente a esa situación de violencia, tienen una doble vulnerabilidad ante la justicia, porque desconocen estos derechos y las instituciones que las pueden proteger. Y cuando las conocen, tienen una desconfianza en esas instituciones porque tienen miedo constante a ser deportadas. Y como no tienen una documentación regular, muchas veces, son blancos para empleadores abusivos. Entonces, no es lo mismo ser una persona migrante hombre que mujer. Definitivamente hay una doble vulnerabilidad. Hay algunas capas adicionales de identidad por orientación sexual, por identidad sexual o por raza que aumentan otra capa más de vulnerabilidad. Y podemos hablar incluso de triple vulnerabilidad, ¿no?
Eliezer: Justo ahora que estamos hablando de vulnerabilidades, nos gustaría saber qué pasa, por ejemplo, con las mujeres trans.
Carolina: Sí, ahí, creo yo justamente, que sería una triple vulnerabilidad. Encontramos que estas mujeres trans ya vienen con unas mochilas específicas de sus países de origen. No nos olvidemos que son un grupo altamente vulnerable. En América Latina, la esperanza de vida de una mujer trans debido a la discriminación, la violencia que sufren, es entre 30 y 35 años. Muy diferente a la esperanza de vida de hombres cis que es de 72 años o de mujeres cis que es de 78 años. Ya vienen con un bajo nivel formativo, baja educación, porque tienen que elegir entre vivir su identidad y no culminar sus estudios, o sacrificar su identidad para culminar sus estudios.
Michelle: Antes de salir de Venezuela por la situación, estudiaba arquitectura. Llegué hasta el 5.º semestre de arquitectura.
Silvia: Ella es Michelle, es una mujer trans. La escuchamos al principio del episodio contando que hace nueve años no va a Venezuela. Ahora vive en Colombia. Pero su transición la empezó en Venezuela, cuando estaba estudiando arquitectura.
Michelle: Por cuestiones de bullying, de sociedad preferí dejar atrás la carrera, que fue algo mal de mi parte, pero solo por seguir lo que yo quería. Me sentía cohibida por la sociedad, de no poder ser yo en realidad y la universidad ya me estaba poniendo como muchas trabas en cuanto a mi vestimenta, en cuanto a mi apariencia.
Carolina: Entonces ya están excluidas del sistema educativo y ya vienen muchas veces huyendo de una situación de discriminación, de transfobia en sus países.
Michelle: En Venezuela es demasiado difícil. Ahorita te lo digo con base porque ya soy una persona que ha recorrido. Estuve en Bogotá, duré cuatro años viviendo en Perú, viajé a Chile y Ecuador. Yo siendo venezolana creo que todavía los venezolanos somos un poco retrógrados en este sentido porque todavía el tabú de las trans allá es muy así, sean las trans más bonitas y seas lo que sea, igual te van a juzgar, te van a señalar y no tanto que te juzguen y te señalen porque la sociedad está de eso. Sino que se burlan. Los hombres que nos agarran como que fuéramos un chiste o cualquier cosa. Entonces es frustrante. Y veo casos de amigas que solo se podían permitir salir de noche solo para sentirse protegidas, más resguardadas, de que la gente no se vaya a meter con ellas. Entonces, entiendo que nosotras las trans tenemos un papel en la sociedad de que somos personas malas, mal comportadas, sin educación, porque muchas personas nos catalogan así, pero es que la misma sociedad ha hecho que nosotras las trans creamos ese caparazón, porque para mí es un caparazón hacia la sociedad. Es protegernos nosotras de lo que vaya a decir la sociedad o de cómo nos vaya a juzgar la sociedad.
Eliezer: Es claro que las mujeres trans enfrentan barreras adicionales cuando llegan a un nuevo país. Son barreras sociales, sí, pero también burocráticas .
Carolina: Por ejemplo, ellas pueden tener la suerte, quizás, de tener un cambio en su documento de identidad, lo cual es muy complejo, pero no necesariamente va a ser reconocido en el documento migratorio. Entonces, los documentos migratorios son normalmente ciegos al enfoque trans.
Silvia: ¿Y cómo ha sido el proceso para sacar papeles de migración? ¿Cómo ha sido eso en Colombia?
Michelle: Sinceramente, ahorita estoy ilegal. Tengo mis documentos, pero están vencidos.
Eliezer: El pasaporte de Michelle venció y le cuesta mucho hacerse la idea de volver a Venezuela para renovarlo. Dice que hasta su mamá le aconseja que no vaya.
Silvia: Podría renovarlo desde Colombia, sí, pero dice que no tiene el dinero para hacerlo. Porque al final es todo un círculo vicioso. Está indocumentada, entonces no tiene un permiso para trabajar.
Michelle: Por eso, ahorita, recurro a lo que recurrimos casi todas las trans, que es la prostitución, por cuestiones de papeles, no por gusto, no por gusto, porque en realidad no me gusta, pero la situación de vida me ha llevado a eso, porque no tengo ningún documento que valide que yo esté legal acá,
Silvia: ¿Cómo lidias con los peligros de este trabajo? ¿Y hay peligros extras asociados por ser una mujer trans?
Michelle: Obviamente que sí. Lidiar es tener como, más que todo inteligencia y cuidar tu integridad. Trabajo en una zona de tolerancia aquí en Bogotá.
Eliezer: Una zona de tolerancia es un área de la ciudad donde las autoridades permiten la prostitución. El objetivo es que el trabajo sexual no se practique cerca de escuelas, hospitales o en zonas que afecten al comercio. Y, en teoría, debería haber más control en esas zonas para que sea más seguro para las trabajadoras sexuales también. Pero Michelle no lo describe así.
Michelle: Es muy peligrosa sí, está rodeado de mucho delincuente, mucha prostitución en cuanto a mujeres trans Entonces 24 horas. Trabajo en el día para eso mismo, para no arriesgarme de que hay menos posibilidades de un peligro, que de noche. Pero igual el peligro siempre está. No me voy con personas lejos de donde el sitio donde estoy. Trabajo siempre en un mismo hotel. Que las recepcionistas me cuiden. Que yo sepa que si hay un problema, yo pueda correr y pedir ayuda porque no falta el loco que te diga: si vamos de buena manera, pero dentro del cuarto te quiere hacer maldades o quiere abusar de ti, o por creer que tiene el derecho de abusar de cualquier manera de ti, ¿no? Entonces es algo muy difícil. Y también estar con alguien que no te gusta, solo por el dinero es algo demasiado complejo. De verdad tolerar a una persona tanto tiempo que tú no quieres ni que te toque, entonces es demasiado. No sé ni qué decir.
Eliezer: Otra gran barrera que enfrentan las mujeres trans tiene que ver con el acceso a la salud.
Silvia: Es difícil acceder a tratamientos hormonales, por ejemplo, o a servicios de salud mental, porque las discriminan. Y Carolina dice que al migrar eso empeora por no tener documentos.
Carolina: Creo que es una de las poblaciones más vulnerables que pueden existir y sumarle la capa de migración las pone en una situación aún más compleja y altamente invisibilizada por las políticas nacionales que vemos en América Latina.
Eliezer: Hemos hablado de barreras y desafíos, pero también me gustaría saber qué elementos positivos han podido ver desde la OIT en este tipo de migración, ¿no?
Carolina: Sí, creo que hay elementos positivos importantes. Creo que uno que no podemos olvidar es el enorme aporte económico que representa a las mujeres migrantes a los países de origen.
Silvia: Carolina se refiere al dinero que mandan las mujeres a sus países a través de remesas. Como es de esperar por lo que hemos escuchado, no hay un dato específico de cuánto envían las mujeres, pero sí hay estimaciones de cuánto dinero envían los migrantes en general.
Eliezer: Según el Banco Interamericano de Desarrollo, el 2023 los países de América Latina y el Caribe recibieron 155 millones de dólares en remesas. Casi un 10% más que el año anterior.
Carolina: Existen investigaciones del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional y de la OIT que resaltan el impacto realmente positivo de la migración en las economías receptoras, en el crecimiento económico, en el Producto Bruto Interno. Y se resalta mucho también la diversidad de habilidades que trae la migración. Creo también que las mujeres migrantes han mostrado una enorme capacidad de resiliencia ante los obstáculos que hemos ido contando y la capacidad de adaptarse a estos nuevos entornos, de encontrar soluciones creativas. Como este rol de mujeres emprendedoras que les mencionaba que es en realidad frente a la ausencia de encontrar un trabajo formal, ¿no? Y diría también que algo que me parece muy particular de las mujeres migrantes es su gran capacidad para tener una voz organizada.
Silvia: Hay varios colectivos u organizaciones de mujeres migrantes a lo largo de la región. Muchos prestan servicios legales, capacitaciones y hasta ayuda psicológica. Además se coordinan para incidir en política pública y mejorar el acceso al trabajo de las mujeres migrantes.
Carolina: Pero definitivamente tienen todavía una línea de trabajo pendiente muy larga, porque las barreras y los obstáculos son bastante grandes.
Eliezer: Sabemos que esta es una pregunta amplia y compleja, pero a ver si me puedes contar por lo menos en términos generales, ¿qué falta para que la experiencia de estas mujeres mejore?
Carolina: Creo que sí. Es complejo, pero hay diferentes puertas de entrada. La primera tiene que ver con que las, yo diría políticas de regularización sean de más largo plazo, tengan enfoque de género, facilidades para las mujeres migrantes y que sean vinculantes. Quiere decir que ser regular se asocie a un acceso a derechos y servicios públicos.
Silvia: Por ejemplo, en varios países, el acceso a la salud está asociado a una contribución de los trabajadores, que sale de sus sueldos. Pero eso es para empleos formales, y como ya hemos escuchado, las mujeres migrantes usualmente tienen trabajos irregulares.
Carolina: Otro punto esencial es que la oferta pública no necesariamente tiene que tener acciones diferenciadas para la población migrante, sino que sus políticas regulares tengan un enfoque migrante. Que sean accesibles a la población migrante, que puedan acceder a ofertas de empleo, a las bolsas de empleo, de los servicios públicos de empleo que pueden acceder a la oferta de formación profesional. Que puedan trabajar con facilidad. Tenemos en muchos países de Latinoamérica una cuota máxima de porcentaje de personas migrantes contratadas.
Eliezer: Pasa, por ejemplo, en República Dominicana y en Perú. Solo el 20% de los y las trabajadoras contratadas en una empresa pueden ser migrantes.
Silvia: Carolina nos habló de un problema común relacionado a esto. Muchas veces las personas migrantes quieren montar su propio negocio…algo pequeño para empezar. Y es común que quieran darle trabajo a sus familiares. Pero con las cuotas de contratación no pueden, al menos no de forma regular.
Carolina: Entonces, creo que en general en Latinoamérica las políticas han sido principalmente reactivas. Todavía falta pensar y adecuar la gobernanza migratoria, considerando que este es un proceso a largo plazo y que debemos de no solamente tener respuestas de asistencia humanitaria, sino sobre todo políticas de integración socioeconómica que permita a las personas migrantes ser actores, protagonistas, de su propia subsistencia. Y para eso necesitamos que puedan trabajar, que puedan ser trabajadores migrantes, pero no cualquier trabajador migrante, sino con trabajos decentes.
Bensadad: Cuando las personas te ven en la calle no ven una mujer inteligente, una madre, una mujer que quiere trabajar.
Eliezer: Bensadad ya lleva casi un año y medio en México.
Bensadad: A veces te ven como víctima, como una persona que todo el tiempo quieren que las personas ayudan a ella. También nos ven como una persona, como mujeres que no están, que no son como fuertes, como los hombres.
Silvia: Pero a pesar de lo difícil que ha sido migrar, de hacerlo sola y estar separada de su hija, dice que se siente orgullosa.
Bensadad: Sí, es que en este año aprendí muchas cosas, muchas cosas de la gente, de todos y sobre todo eso aprendí muchas cosas sobre mí. Yo soy una persona, una mujer muy, muy fuerte. Vivir sin mi bebe, que me dice todo el tiempo: mami, ¿por qué tú no estás aquí? Fue la verdad, fue muy difícil. Porque yo amo mucho a mi niña y yo no estaba en su tercer aniversario. Su primer día en la escuela. Me gustaría estar en este momento con mi niña y me preguntó: Mamá, ¿por qué tú no estás aquí? Te extraño. Y le dije que: Ok, pronto tú vas a estar conmigo. Me dijo: Ok, mamá. Pronto es mañana. Voy a dormir para que viene mañana. Yo estoy aquí sobreviviendo. Yo estoy aquí feliz. Por eso pienso que soy una mujer muy fuerte. Y es que espero de todo mi corazón que pronto mi familia va a estar aquí .
Eliezer: El reencuentro entre Bensadad y su familia está un poco más cerca. Ya tiene la autorización de visa para ellos, pero todavía tienen que conseguir la cita en la embajada. Y como decíamos antes, no es fácil, porque hay mucha demanda. Además, un pasaje de Haití a México puede costar miles de dólares.
Silvia: Pero Bensadad se siente tranquila de que pronto va a tener a su familia con ella. También dice que está feliz en Tijuana. Ahora tiene un trabajo estable, donde disfruta y se siente valorada. Es profesora de francés en una escuela.
Bensadad: Es una parte muy feliz para mí de explicar porque aquí puedo compartir mi cultura, una parte de mi cultura. Tengo que decir que en este en este trabajo me trataron muy bien, ya que no hablaba bien español, pero me dieron la posibilidad de trabajar como profesora
Silvia: Me gustaría saber cuál es tu sueño. ¿Qué te gustaría lograr en Colombia?
Michelle: En Colombia no sé. Mi sueño principal es ser lo que siempre he querido ser: una mujer ante la sociedad, aunque ahorita no te lo niego, lo soy, pero quiero lograr más de lo que he logrado.
Eliezer: Michelle ya lleva tres años viviendo en Bogotá. Y, aunque todavía enfrenta muchos desafíos, dice que ahí se siente más libre.
Michelle: Una aceptación en la sociedad y poder aportar el granito de arena para todas. Que seamos respetadas, valoradas y mi sueño es lo que siempre soñaría cualquier otra persona tener mi personalidad ya completa, un hogar propio, mi estabilidad económica, un local que yo diga es mío, que me genere algo a mí.
Silvia: Idealmente sería un salón de belleza. A eso se dedicaba antes de salir de Venezuela y dice que tenía mucha clientela.
Michelle: Y que yo pueda dejar cualquier otra vida en cuanto a prostitución, en cuanto a recurrir a buscar dinero de otra manera, sino que sea una estabilidad mía que yo diga esto lo logré yo, así haya pasado por lo que pasé, pero lo logré yo.
Eliezer: Carmen, la mujer venezolana que migró a Argentina, también quiere emprender. Está empezando a hacerlo en el área de la belleza. Dice que para ella, la dificultad hoy en día en términos laborales es la edad. Tiene 55 años.
Carmen: Ya soy una mujer abuela. Pero tengo mis propias capacidades. Entonces, si el mundo no las ve, lo acepto con humildad, pero entonces me dedico a otras cosas. Es por eso lo digo como desde el lado de la humildad, de la aceptación.
Para mí Argentina es como una tierra prometida, aún cuando yo no pueda desempeñarme en mi área, en la mía, que hubiera sido ideal después de la mala experiencia de no haber podido consolidar el negocio que supuestamente iba a poner en sociedad. Pero actualmente yo digo, sea por todas las dificultades que están en todas partes, en todas partes hay dificultades, en todas partes hay adversidades.
Silvia: Carmen ha logrado armar una vida en Argentina. En 2017 pudo pagar los pasajes para que sus hijos se fueran de Venezuela a vivir con ella en Córdoba.
Carmen: Mi hija acá ya se casó, tiene su propia familia, tiene gracias a Dios un trabajo que tiene desde que prácticamente llegó acá. Eso para mí es riqueza. Y mi hijo también logró sus objetivos laborales y ahora está empezando a construir sueños personales
En Argentina he podido lograr los objetivos más principales en mi vida por la causa que más me vine, que encabeza todo lo demás que era recuperarme a mí misma, que era recuperar mi paz.
Daniela: Este episodio fue producido por mí, Daniela Cruzat. Lo editaron Silvia y Eliezer. Bruno Scelza hizo la verificación de datos. El diseño de sonido y la música son de Elías González.
El resto del equipo de El hilo incluye a Mariana Zúñiga, Nausícaa Palomeque, Analía Llorente, Samantha Proaño, Paola Alean, Juan David Naranjo Navarro, Elsa Liliana Ulloa y Natalia Ramírez. Daniel Alarcón es nuestro director editorial. Carolina Guerrero es la CEO de Radio Ambulante Studios. Nuestro tema musical lo compuso Pauchi Sasaki.
Este episodio fue realizado gracias al apoyo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
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